Las personas que viven en contextos marcados por altos niveles de corrupción, desigualdad, pobreza y violencia tienen más probabilidades de desarrollar rasgos de personalidad considerados “oscuros”, como el narcisismo, la psicopatía y el rencor.
Sin embargo, ¿en qué lugares se manifiestan con mayor frecuencia?
Esa fue la pregunta que intentó responder un nuevo estudio encabezado por Ingo Zettler, profesor de psicología en la Universidad de Copenhague. La investigación analizó datos de casi 2 millones de personas en 183 países y los 50 estados de Estados Unidos.
“Sabemos que tanto la genética como el entorno social influyen en la personalidad. Sin embargo, hasta ahora, la mayoría de los estudios ha dejado de lado los rasgos éticamente cuestionables o socialmente perjudiciales”, explicó Zettler en entrevista con Newsweek.
Y añadió al tema: “Como reunimos datos de cerca de 2 millones de personas en todo el mundo que completaron nuestra prueba sobre rasgos aversivos, nos pareció relevante explorar si las condiciones sociales adversas favorecen el desarrollo de conductas egoístas u hostiles”.
En su estudio, para cuantificar la adversidad social, el equipo utilizó datos del Banco Mundial sobre corrupción (control de la corrupción), desigualdad (índice de Gini), pobreza y violencia (homicidios por cada 100,000 personas).
Para Estados Unidos, los investigadores utilizaron datos de la Oficina del Censo sobre desigualdad y pobreza, tasas de homicidios del FBI y condenas por corrupción del Departamento de Justicia. Estas métricas permitieron realizar comparaciones consistentes entre contextos globales y estatales para evaluar las condiciones sociales a largo plazo.
Al combinar estos datos con los resultados del cuestionario de personalidad de más de 2 millones de participantes, apareció una relación clara.
“Cuanto más adversas sean las condiciones de una sociedad, mayor será el nivel de factor oscuro de la personalidad entre sus ciudadanos. Esto se aplica tanto a nivel mundial como dentro de Estados Unidos”, afirmó Zettler.
El análisis de los datos encontró que países como Indonesia y México o estados de EUA como Luisiana y Nevada, que tienen niveles más altos de corrupción, desigualdad, pobreza y violencia, también tienen niveles más altos de “factor oscuro”.
En tanto, las personas en países con niveles más bajos de corrupción social y desigualdad, como Dinamarca y Nueva Zelanda, o estados como Utah y Vermont, tendían a tener menos rasgos de personalidad de “factor oscuro”. Aunque el vínculo observado entre el entorno y la personalidad fue moderado, los autores destacan sus consecuencias en el mundo real.
“Los rasgos de personalidad aversivos se asocian con conductas como la agresión, el engaño y la explotación y, por lo tanto, con altos costos sociales. Por lo tanto, incluso pequeñas variaciones pueden generar grandes diferencias en el funcionamiento de las sociedades”, explicó Zettler.
Zettler cree que los hallazgos de este estudio podrían ayudar a dar forma a las opiniones sobre las reformas sociales y la importancia de construir mejores sociedades.
“Nuestros hallazgos confirman que la personalidad no es solo algo con lo que nacemos, sino que también está determinada por la sociedad en la que crecimos y vivimos”, apuntó.
Esto significa que las reformas que reducen la corrupción y la desigualdad no solo crean mejores condiciones de vida ahora, sino que también pueden contribuir a mitigar los niveles de personalidad aversiva entre los ciudadanos en el futuro, según el académico.