Santa María Ostuma (El Salvador) – Al ritmo de música y el estruendo de pirotécnicos más unas dosis de aguardiente, centenares de salvadoreños cargaron en hombros enormes palancas de bambú cargadas de frutas durante una fiesta tradicional en la localidad de Santa María de Ostuma para agradecer la cosecha y pedir una más abundante el próximo año.
La celebración se remontá a casi un siglo y se celebra cada 31 de mayo cuando los pobladores construyen las palancas, principalmente cargadas de piñas, cocos y racimos de bananos para hacer una ofrenda en el Carrizal, Santa María Ostuma, unos 65 km al este de San Salvador.
“Es como dar gracias a Dios por la cosecha que se recibe, más que todo en tiempo de lluvia. Y se la lleva a la iglesia como una ofrenda”, explicó a la AFP la comerciante Margarita Aldana, 41 años, durante la festividad.
Enclavado entre montañas, el Carrizal destaca por sus cultivos de piña, cítricos y una variedad de frutas tropicales.
VIDEO: Salvadorans carry pineapples and coconuts to celebrate abundant harvest.
Men carry bundles of fruit on their shoulders during the Santa Cruz festivities in Santa Maria Ostuma, east of San Salvador, to celebrate the end of the harvest season pic.twitter.com/D0VHIGGQUM
— AFP News Agency (@AFP) June 3, 2025
En total los pobladores cargaron ocho palancas, incluidas algunas que llevaban costales de fertilizantes.
Antes de iniciar el recorrido, los participantes toman chaparro, una bebida alcohólica artesanal con el fin de “duplicar” la fuerza para cargar las pesadas ofrendas de frutas de entre una y dos toneladas de peso, según los organizadores.
Javier Aldana, mayordomo de la fiesta, como se llaman a los anfitriones, contó a la AFP que planificaron durante un año para poder alimentar a las cerca de 1.000 personas que participan de esta tradición.
“Somos guías, estar al tanto de que la toda gente coma, que nadie se vaya a ir insatisfecho”, afirmó este agricultor de 39 años. Se mató una vaca y varios pollos para la fiesta y las mujeres cocinaron arroz, tamales y tortillas.
Aldana aclaró que tampoco puede faltar el aguardiente, el cual se reparte en abundancia.
“Es antiguo y no se ha perdido y creo que sí va a continuar, la gente ya está acostumbrada a eso, la tradición no se va a perder, no se pierde”, afirmó un hombre de 28 años disfrazado de diablo y que se identificó como Hernández Hernández.
La fiesta termina al amanecer del 1 de junio con el reparto de toda la fruta después de nombrar a los “mayordomos” que se comprometen a sacar las palancas el próximo año.