Después de tres años de una guerra devastadora, las delegaciones de Rusia y Ucrania vuelven a sentarse cara a cara. Esta segunda ronda de negociaciones de paz, que se celebra este lunes en Estambul, busca destrabar un conflicto que ya dejó decenas de miles de muertos y ha desplazado a millones.
El Ministerio ucraniano de Relaciones Exteriores dijo que “la reunión entre las delegaciones ucraniana y rusa empezó en Estambul en presencia de la parte turca”.
La cita pretende superar el limitado resultado de la primera ronda del 16 de mayo, cuando apenas se acordó un intercambio masivo de prisioneros.
Pero el contexto de estas conversaciones no podría ser más tenso. Apenas 24 horas antes, Ucrania lanzó un ataque con drones a gran escala que alcanzó territorio ruso hasta Siberia, impactando cuatro bases aéreas y causando daños estimados en 7.000 millones de dólares, según Kiev. Moscú, por su parte, reportó el derribo de 162 drones, en su mayoría sobre las regiones fronterizas de Kursk y Bélgorod. En el terreno militar, la guerra no solo continúa, sino que se intensifica.
Las exigencias de ambos bandos siguen siendo diametralmente opuestas. Ucrania reclama un alto el fuego total e incondicional, además del retorno de prisioneros y niños deportados. Rusia, en cambio, presentó un “memorándum de condiciones” que incluye la renuncia ucraniana a ingresar a la OTAN y la entrega de cinco regiones actualmente bajo ocupación rusa.
Mientras tanto, el presidente Volodimir Zelensky insiste en reunirse cara a cara con Vladimir Putin, pero el Kremlin descarta esa posibilidad por ahora.

Desde el Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer advirtió que su país debe “prepararse para la guerra” frente a la amenaza rusa, y anunció inversiones en submarinos nucleares y municiones. En paralelo, datos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) revelaron que Rusia aceleró su avance militar en la primavera de 2025, capturando 507 kilómetros cuadrados solo en mayo, sobre todo en Donetsk.
Por segundo año consecutivo, Moscú gana terreno en primavera, mientras Ucrania no ha logrado recuperar territorios perdidos.
En total, Rusia controla casi el 19% del territorio ucraniano anterior al conflicto, incluyendo Crimea y el Donbass, según cálculos de AFP. Desde junio de 2024, Ucrania solo logró recuperar 85 km², frente a los 5.107 km² ganados por Rusia.
La balanza territorial se inclina, y eso impacta directamente en las exigencias de paz: Putin demanda el reconocimiento de todos los territorios ocupados y la salida de Ucrania de las zonas que aún controla, algo que Kiev considera inaceptable.
Mientras tanto, Zelensky busca garantías de seguridad occidentales —como el ingreso a la OTAN o un pacto de defensa colectiva—, pero ni Trump ni Putin aceptan ese camino.
Kiev presiona por otros compromisos militares europeos y discute incluso el posible despliegue de tropas de Reino Unido y Francia para vigilar un alto el fuego.
Pero Moscú insiste en que la paz solo será posible si se revisan las “causas profundas” del conflicto, incluyendo, según Putin, la expansión de Occidente sobre territorios que alguna vez formaron parte del área de influencia soviética. La distancia entre ambas partes, al menos por ahora, sigue siendo abismal.