Un reciente estudio publicado en la revista The Lancet advierte sobre un alarmante crecimiento del sobrepeso y la obesidad a nivel mundial.
Según la investigación, si los gobiernos no implementan medidas efectivas, casi el 60% de los adultos y un tercio de los niños padecerán estas condiciones en 2050.
El análisis, basado en datos de 204 países, subraya que esta crisis sanitaria representa uno de los desafíos más graves del siglo XXI.
La principal autora del informe, Emmanuela Gakidou, del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME), calificó la situación como una «tragedia profunda y un monumental fracaso social«.
En las últimas tres décadas, la cantidad de personas con sobrepeso u obesidad ha aumentado drásticamente, pasando de 929 millones en 1990 a 2.600 millones en 2021. Sin cambios significativos, los expertos estiman que para 2035 esta cifra se elevará a 3.800 millones de personas.
El informe también alerta sobre un incremento del 121% en la obesidad infantil y adolescente para 2050. Dos regiones serán las más afectadas: África del Norte y Oriente Medio, junto con América Latina y el Caribe.
A pesar del preocupante panorama, la coautora del estudio, Jessica Kerr, del Instituto de Investigación Infantil Murdoch, afirmó que «aún no es demasiado tarde para actuar«, destacando la necesidad de políticas firmes que transformen los sistemas alimentarios y fomenten hábitos saludables.
Uno de los datos más impactantes del estudio es que más de la mitad de los adultos con sobrepeso y obesidad en el mundo se concentran en solo ocho países: China (402 millones), India (180 millones), Estados Unidos (172 millones), Brasil (88 millones), Rusia (71 millones), México (58 millones), Indonesia (52 millones) y Egipto (41 millones). Estos números resaltan la urgencia de medidas coordinadas para frenar esta tendencia.
El informe, basado en cifras del Estudio del Impacto Global de Enfermedades del IHME, financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, enfatiza la importancia de políticas públicas preventivas.
En países como Estados Unidos, ya se están evaluando cambios en las recomendaciones nutricionales escolares y las regulaciones sobre la industria alimentaria. La prevención de la obesidad, concluye Kerr, debe ser una prioridad en las naciones de ingresos bajos y medianos, donde el problema crece a un ritmo acelerado.