¿Empezó la Tercera Guerra Mundial? Oriente, Occidente y la era oscura de la globalización
Parecía un conflicto entre dos naciones, Rusia contra Ucrania, pero en realidad nunca fue así, porque muchos países están involucrados directa o indirectamente.
El conflicto en Ucrania ha dejado de ser una batalla local librada en las fronteras de Europa. Sus ramificaciones pueden verse en escenarios tan distantes como Corea, Taiwán o Medio Oriente.
En su última cumbre con las naciones aliadas en Europa, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, buscó por un lado asegurar más dinero y armas para frenar el avance de las tropas rusas; y, por otro, acelerar la incorporación de Ucrania a la OTAN.
Al final de su discurso, Zelenski anunció un giro dramático en la guerra que va más allá de las fronteras de su país, que deja a la vista la magnitud del conflicto que se libra en su territorio y que demuestra una vez más que la guerra en Europa ya es un conflicto mundial.
La información hecha pública por el presidente ucraniano fue ratificada por los servicios de inteligencia surcoreanos, quienes aseguraron que las tropas norcoreanas serían desplegadas en la línea de frente tras recibir entrenamiento en distintos puntos del extremo oriente ruso. También lo confirmaron EEUU y la OTAN.
Desde el momento en que Rusia vio agotar su stock de misiles y armamento básico para el combate, decidió estrechar sus lazos con el régimen norcoreano.
Quien fuera su ministro de Defensa y luego un alto cargo en la estrategia militar, Serguei Shoigu, visitó Pyongyang, la capital norcoreana, se reunió con el dictador Kim Jong Un y altos militares, quienes le mostraron sus arsenales.
A partir de ese momento, misiles, drones y municiones comenzaron a llegar al frente ucraniano. Algunos expertos militares aseguraron que, si bien no eran de alta calidad, le permitieron a Rusia continuar inundando los cielos de Ucrania para seguir destruyendo todo a su paso.
Esto sumado a la maquinaria militar en tierra, que busca avanzar a como dé lugar haciendo agotar a las filas ucranianas con olas de cientos de miles de soldados, en una estrategia que vulgarmente es llamada “carne picada”.
Los ucranianos han informado que los rusos sacrifican miles de sus hombres con tal de avanzar por momentos, solo unos metros. Pero esa táctica, a pesar del costo en vidas humanas, le permitió al Kremlin seguir ganando terreno.
Una estrategia que no es nueva, un modo de lucha que Ucrania, ante la falta de soldados y armas, no puede implementar.
Volviendo al anuncio de Zelenski, la advertencia de la participación directa -con botas en el terreno- de tropas norcoreanas muestra la gravedad y amplitud de la guerra que día a día deja a la vista cómo las fronteras del conflicto van mucho más allá del territorio ucranianio y que se expande como una mancha de tinta en un papel secante. Sin duda, una analogía algo anacrónica para los tiempos digitales que corren, pero tan anacrónica como que en estos tiempos de gigantescos desafíos globales la humanidad esté siendo testigo de una nueva “guerra mundial”.
Desde luego, este conflicto global es diferente a los anteriores, pero global al fin, con todo lo que esto significa.
Pocos días atrás Marck Zuckerberg, el dueño de Meta, presentó unos anteojos inteligentes que revolucionarán la manera de comunicarnos.
En estos momentos también deberíamos utilizarlos para ver el mundo como el tablero en el que se desarrolla esta guerra, y así observar con claridad que todo lo que está ocurriendo en diferentes escenarios globales está conectado con este conflicto que tiene sede en Ucrania.
Hace dos años, conversando en Madrid con un amigo sobre esta guerra, le planteaba mi temor de que se produjera un conflicto mucho más grande y más allá de las fronteras ucranianas; mi amigo, con tranquilidad y desde su visión española, me hablaba de una guerra encapsulada “allá” en Ucrania.
Pero los tiempos se aceleraron, y lo que para un habitante de Madrid era “allá”, para los polacos y otros países europeos todo se convirtió en un peligroso “acá”.
Todo lo que parecía imposible ya sucedió: aviones F-16 de la OTAN, vía triangulación, llegaron a surcar los cielos ucranianos; y Ucrania invadió territorio ruso. Además, en la OTAN ya se habla públicamente de “derrotar a Rusia”, y sus países destinan todas las armas posibles para la batalla.
Llegamos incluso a un punto de inflexión sobre la posibilidad de la utilización de los misiles de largo alcance occidentales entregados a Ucrania para atacar profundamente en suelo ruso.
Los países que conforman la OTAN están librando una guerra casi directa contra Rusia y, de hecho, así lo declararon públicamente desde el Kremlin. ¿Cuánto tiempo se tardará para que las palabras se conviertan en hechos? Hoy las palabras toman cada vez más fuerza, avanzan más rápido que las situaciones en el terreno y se adelantan muchas veces a lo que termina sucediendo.
Putin, por caso, actualizó su doctrina de defensa nuclear. Se trata de una decisión trascendente, no de una bravuconada. EEUU buscó minimizarlo, pero en estos días un adelanto del libro “WAR”, del reconocido periodista Bob Woodward, hizo pública una conversación acalorada entre el presidente Biden y el presidente Putin en la que el mandatario ruso le advertía de la posibilidad de una guerra nuclear.
En su actualización de la doctrina atómica de defensa, Putin afirmó que si un país ataca con un misil de largo alcance a su territorio, y esto es patrocinado por una potencia atómica, entonces Rusia estará habilitada para atacar con armas nucleares.
El mensaje fue directo y claro. Es por esta razón que por ahora ni Washington ni Londres le dieron en su última vista a Zelenski luz verde para que use las armas más modernas entregadas hasta el momento.
La guerra no se detiene, se sigue expandiendo, como lo vemos con la intervención de Corea del Norte, y llega hasta lugares impensados.
Tropas norcoreanas en terreno…, ¿quién hubiera imaginado este escenario? En el pasado los rusos, en una clara advertencia a sus enemigos de la OTAN, les dijeron que ellos escuchaban francés e inglés en los campos de batalla, e incluso denunciaron que militares occidentales lideraban tropas ucranianas. Finalizando 2024, todos saben lo que está pasando debajo de la mesa.
LA AMENAZA LATENTE
Pocas semanas atrás, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a los “hibakusha”, los sobrevivientes de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra Japón.
Son japoneses que vivieron las consecuencias, no de una, sino dos bombas, y que buscaron generar conciencia durante las últimas décadas. Transmitieron el horror de las armas atómicas y el peligro de la proliferación nuclear militar.
Lamentablemente su prédica no logró el objetivo buscado, ya que cada vez más naciones han alcanzado el desarrollo de la bomba y la tecnología para transportarla a miles de kilómetros. Sin embargo, este reconocimiento tiene una enorme visibilidad y un significado todavía más fuerte y actual.
Pocas veces en las últimas décadas la humanidad estuvo tan cerca de la posibilidad de un escenario de lanzamiento de una bomba nuclear.
Y, si esto llegara a suceder en el contexto actual del conflicto en Europa, esto podría crear una realidad hasta ahora desconocida. ¿Por qué?
En la Segunda Guerra Mundial, cuando el presidente Truman ordenó en agosto de 1945 lanzar las bombas atómicas, sabía que Japón no podía responder de la misma manera. Lo que sucede en estos momentos es muy diferente y doblemente peligroso: las potencias enfrentadas son naciones nucleares con la misma capacidad de respuesta.
CHINA Y EL LABORATORIO UCRANIANO
La guerra en Ucrania modificó muchas cosas en Europa. Algunas son sutiles. Por ejemplo, muchas conferencias de los líderes europeos dejaron de realizarse con fondos tradicionales, como escudos de países y banderas, y pasaron a ser reemplazados por carros de combate y soldados.
Parecía un conflicto entre dos naciones, Rusia contra Ucrania, pero en realidad nunca fue así. Otro país intervino directamente desde el comienzo: Bielorrusia, aliado de Moscú, permitió la invasión desde su territorio de soldados rusos en los primeros momentos del conflicto, y en la actualidad funciona como base para armas y misiles atómicos enviados por el Kremlin.
A medida que fueron pasando los meses, las necesidades militares y económicas producto de la guerra se fueron intensificando para Rusia. Putin debió entonces ampliar sus alianzas. China fue el país que compró mucho de lo que Rusia no podía vender, y la alianza entre Putin y Xi Jinping se solidificó.
No fue solo un acuerdo de cooperación económica y estratégica: también un pacto militar y geopolítico. EEUU acusa a China de enviar a Rusia tecnología de doble uso, lo que significa que puede usarse en el campo de batalla. Pekín lo niega sistemáticamente.
Pocos días atrás Rusia y China llevaron adelante ejercicios navales y aéreos conjuntos alrededor del mar de Japón y el mar de Ojotsk, frente a las costas rusas. Ambas flotas efectuaron recientemente su cuarta patrulla marítima cooperada en las aguas del oeste y del norte del Océano Pacífico.
En un comunicado buscaron explicar que no tenían ningún objetivo contra “terceros países”. Algo difícil de creer.
No bien llegó a la presidencia, Joe Biden mostró el objetivo principal de su política exterior: habló de un mundo en el que se enfrentan las democracias contra las tiranías. Su visión hacía referencia directa a China, pero la guerra en Ucrania se profundizó y todo se volvió más complejo.
La guerra en Ucrania fue desde un primer momento un conflicto crítico para el régimen chino, que vio en la decisión de Putin la oportunidad de escenificar uno de los eventos más importantes en su política exterior: la reunificación de Taiwán, considerada por China como una provincia rebelde a ser incorporada al resto del país de forma pacífica (o, si fuera necesario, por la vía militar).
La guerra en Europa fue y sigue siendo un termómetro de lo que podría ocurrir si finalmente China decide invadir Taiwán, un espejo, un laboratorio para analizar costos y beneficios. Tras dos años y medio de batallas, en vista del avance ruso en el terreno ucraniano y considerando los cambios que pueden darse de acuerdo a lo que suceda en las democracias occidentales, China muy posiblemente decida en algún momento tomar la decisión militar, más allá de las promesas de protección de EEUU.
No es la primera vez que ante un discurso de un presidente de Taiwán o una visita internacional que esboza algún reconocimiento de independencia de la isla, Pekín lleva adelante ejercicios masivos y disuasivos alrededor del territorio insular.
Pero cuando Biden miraba la sombra que comenzaba a proyectar China, no pensaba solo en Taiwán, sino también en los desafíos que se vienen profundizando con otros aliados en esa región. Los mares frente a China son escenario de tensiones debido a las disputas en materia de soberanía entre Pekín y varios de sus vecinos, como Japón y Filipinas.
De Japón a Australia, EEUU estrecha relaciones de defensa, incrementa los ejercicios militares conjuntos y habitualmente despliega barcos y aviones por el estrecho de Taiwán y el mar de China Meridional.
El responsable de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, aseguró que Asia-Pacífico es un teatro de operaciones prioritario para Washington, a pesar de los conflictos estallados en Europa y Oriente Medio. Austin afirmó que «EEUU solo puede estar seguro si Asia lo está y, por eso, ha mantenido tanto tiempo su presencia en esta región».
Incluso la actual guerra que enfrenta a Israel con Hamás, Hezbolá e Irán se conecta con la guerra que Rusia lleva adelante en Europa. En 2022 Putin se reunió con el ayatolá y marcó el comienzo de una alianza más profunda con Irán en materia económica.
Como lo hizo con Corea del Norte, el vínculo también es militar: muchos de los drones y misiles que impactaron en Ucrania últimamente son de fabricación iraní.
A medida que se profundice la guerra directa entre Israel e Irán, el interrogante que puede plantearse es si Rusia dejará solo a su aliado. Y, por otro lado, ¿las miras de los misiles y las bombas israelíes apuntan a las centrales atómicas iraníes?
La globalización dio paso hacia su etapa más oscura, la era de la aceleración militar de los conflictos a nivel mundial. Esta nueva realidad que se modifica día a día nos reclama una mirada diferente, ver lo que sucede con un gran angular. O con los anteojos de Zuckerberg, pero no por la tecnología, sino para poder comprender toda su complejidad.