Tailandia advirtió este viernes del riesgo de una guerra a gran escala contra su vecina Camboya en el segundo día de enfrentamientos transfronterizos que dejaron más de una quincena de muertos y decenas de miles de evacuados.
Una disputa territorial de décadas derivó el jueves en intensas hostilidades entre ambos reinos del sudeste asiático con la movilización de aviones de combate, artillería, tanques e infantería que inquietan a la comunidad internacional.
«Si la situación se agrava podría derivar en una guerra, aunque por ahora sigue limitada a enfrentamientos», advirtió el primer ministro interino de Tailandia, Phumtham Wechayachai, a la prensa en Bangkok.
El ministro tailandés del Interior señaló que más de 138.000 civiles de las cuatro provincias fronterizas con Camboya, entre ellos 428 pacientes hospitalarios, fueron trasladados a refugios temporales.
El balance de los enfrentamientos en Tailandia se elevó el viernes a 15 muertos -un soldado y 14 civiles- y 46 heridos.
En su primer parte desde el estallido de las hostilidades, las autoridades provinciales de Camboya reportaron un muerto y cinco heridos.
Los combates se reanudaron en tres zonas en la madrugada del viernes, afirmó el ejército tailandés.

Las fuerzas camboyanas bombardearon con armas pesadas, artillería y cohetes BM-21 y las tropas tailandesas respondieron «con el fuego de apoyo apropiado», explicó.
Sin embargo, esta tarde los combates estarían disminuyendo, según afirmó a AFP el portavoz de la cancillería tailandesa, Nikorndej Balankura, quien sostuvo que su país estaba dispuesto a entablar conversaciones, posiblemente con la mediación de Malasia.
«Estamos listos, si Camboya desea resolver este asunto a través de canales diplomáticos, bilateralmente, o incluso a través de Malasia, estamos listos para hacerlo. Pero hasta ahora no hemos tenido ninguna respuesta,» indicó.
Actualmente, Malasia ocupa la presidencia temporal de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), de la que Tailandia y Camboya forman parte.
El primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, informó que había hablado el jueves con sus homólogos de Camboya y Tailandia para les pedirles un alto el fuego y diálogo, y estos mostraron «señales positivas y predisposición».
Tanques y aviones de combate
Aunque oficialmente el balance de víctimas en Camboya es bajo, periodistas de AFP vieron a cuatro soldados heridos y tres civiles recibiendo tratamiento en un hospital en la provincia de Oddar Meanchey.
Los soldados dijeron que resultaron heridos durante los combates del jueves, mientras que los civiles señalaron que fueron alcanzados por metralla.
En el municipio camboyano de Samraong, a unos 20 km de la frontera, periodistas de AFP escucharon disparos lejanos de artillería el viernes por la mañana.
Al escuchar esas detonaciones, familias con niños cargaron rápidamente sus pertenencias en sus coches y huyeron de la zona, mientras algunos soldados tomaban lanzacohetes y se dirigían rápidamente hacia la frontera.
«Vivo muy cerca de la frontera. Tenemos miedo porque empezaron a disparar de nuevo sobre las 6 de la madrugada», explicó Pro Bak, un hombre de 41 años que lleva a su mujer y sus hijos a refugiarse a un templo budista.
«No sé cuándo podremos volver a casa», agregó.
En Tailandia, miles de personas huyeron de sus hogares el jueves en la provincia nororiental de Surin, buscando refugio en albergues improvisados.
Unas 3.000 personas buscaron un hueco en el pabellón deportivo de la Universidad Surindra Rajabhat, situado en la capital provincial.
«Estoy preocupada por nuestro hogar, nuestros animales y los cultivos por los que hemos trabajado tan duro», dijo a AFP Thidarat Homhuan, de 37 años, quien huyó con otros nueve familiares, incluida su abuela de 87 años que acababa de ser dada de alta del hospital.
Estos combates representan una dramática escalada en una vieja disputa entre estos dos vecinos que comparten 800 kilómetros de frontera y atraen cada año a millones de turistas extranjeros.
Decenas de kilómetros en esa frontera salpicada de antiguos templos continúan en disputa. Entre 2008 y 2011 ya se produjeron enfrentamientos que dejaron 28 muertos y decenas de miles de desplazados.
Una decisión en favor de Camboya de la Corte Internacional de Justicia de la ONU zanjó esa crisis durante una década, pero la tensión emergió de nuevo en mayo con la muerte de un soldado jemer en un nuevo enfrentamiento.
Los combates del jueves se desarrollaron en seis puntos distintos, entre ellos dos antiguos templos, según el ejército tailandés.
Tropas de infantería apoyadas por tanques luchan por el control del territorio. Las tropas camboyanas disparaban cohetes y proyectiles desde su territorio y el ejército tailandés bombardeó con cazas objetivos militares en la frontera del país vecino.
Ambas partes se acusan mutuamente de haber iniciado las hostilidades. De su parte, Tailandia acusó a Camboya de atacar infraestructura civil como un hospital o una estación de servicio donde se produjeron varias víctimas.
Horas antes de estos combates, Tailandia expulsó al embajador camboyano y llamó a consultas a su enviado en Phnom Penh, en respuesta al estallido de una mina terrestre que hirió a cinco soldados del reino.
Camboya respondió degradando las relaciones diplomáticas «al nivel más bajo», retirando a todos sus diplomáticos en Bangkok excepto uno y expulsando a sus equivalentes tailandeses en su territorio.
A petición del primer ministro camboyano, Hun Manet, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá el viernes de forma urgente y a puerta cerrada para abordar el conflicto.
Estados Unidos y Francia, la antigua potencia colonial en Camboya, llamaron a cesar inmediatamente las hostilidades.
La Unión Europea y China se mostraron muy preocupadas por los choques y reclamaron diálogo.
«Este problema tiene sus raíces en las secuelas de los colonizadores occidentales y debe ahora abordarse con calma y de manera adecuada’, declaró el viernes el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, en un comunicado.