El maquillador y estilista Andry Hernández llegó el miércoles a su pueblo en los Andes de Venezuela tras permanecer cuatro meses preso en la cárcel para pandilleros del, de CECOT El Salvador, donde asegura fue víctima de abuso sexual.

Llegó a Capacho, en el estado Táchira (al oeste y fronterizo con Colombia), a bordo de un todoterreno de la Guardia Nacional. Desde la ventanilla trasera saludaba a la comitiva de amigos, familiares y vecinos que lo recibió con gritos de celebración.
«¡Andry, Andry, Andry!», gritaban mientras saltaba del vehículo para abrazarse con sus padres, que le dieron la bienvenida.
Hernández partió rumbo a Estados Unidos en mayo 2024 con la ilusión de mejorar su situación económica y escapar de la discriminación a la comunidad LGBTQ+, a la que pertenece y que se acentúa en los pueblos pequeños de Venezuela.
Nunca entró a suelo estadounidense, fue retenido primero en una prisión de migrantes y luego enviado al Cecot.
«Salí de mi casa con una maleta llena de sueños, con sueños de ayudar a mi pueblo, de ayudar a mi familia, pero lastimosamente esa maleta de sueños se convirtió en una maleta de pesadillas, una pesadilla que pensé que nunca iba a terminar», dijo a periodistas al llegar.
«Gracias por tanto cariño que me tienen y demostrarme que nunca estuve solo, que nunca estuve solo en esa prisión de máxima seguridad».
Mostró los tatuajes de coronas en sus muñecas por lo que le señalaron de pertenecer a la banda criminal Tren de Aragua, pretexto para su envío a la megaprisión construida por el presidente Nayib Bukele para encerrar a pandilleros.
El fiscal general Tarek William Saab mostró el lunes un video en el que Hernández dijo haber sido abusado sexualmente por los carceleros del Cecot.
Su caso fue acompañado de cerca por organizaciones internacionales de defensa de derechos humanos.
La liberación de estos 252 migrantes fue producto de un canje de prisioneros en el que Venezuela entregó a Estados Unidos a 10 ciudadanos y residentes permanentes de ese país.