Bad Bunny inauguró el viernes su histórica residencia con una explosiva actuación que fusionó tambores y bailes folclóricos con ritmos de reggaetón que lo han convertido en una estrella mundial, mientras miles de puertorriqueños gritaban cada palabra durante el espectáculo limitado a los locales.
La serie de conciertos en San Juan es la muestra del orgullo y la resiliencia puertorriqueña de Bad Bunny, una serie de actuaciones semanales arraigadas en el hogar y la historia.
El público eufórico se volvió loco cuando la megaestrella apareció por primera vez en el exuberante y verde escenario de la selva tropical, donde se unió a una compañía de tambores y bailarines en una poderosa carta de amor a la historia de resistencia de la isla.
La residencia titulada “No Me Quiero Ir De Aquí” es una lección de historia sobre la música y los ritmos puertorriqueños, así como un grito de guerra que deja al descubierto el pasado y el presente colonial de la isla.
Bad Bunny, de 31 años, ha usado durante mucho tiempo su plataforma como un medio para dar voz a sus compatriotas puertorriqueños, al mismo tiempo que logra dominar las listas con su mezcla de pop eminentemente bailable con predominio del reggaetón que ha encontrado un éxito mundial masivo.
Y ahora el artista nacido como Benito Martínez Ocasio trae ese éxito de regreso a casa, a El Choli, como se le conoce coloquialmente en la capital puertorriqueña al estadio con capacidad para más de 18,000 personas.
“Es súper emotivo”, dijo a la AFP Amanda Sánchez, de 30 años.
Los locales primero
“Creo que Benito hizo algo bien trascendental, para lo que es la cultura aquí en Puerto Rico”, dijo la creadora de contenido vestida con un pañuelo rojo y un top de bikini con los colores de la bandera puertorriqueña.
Desde interpretaciones acústicas y conmovedoras emitidas desde debajo de un árbol hasta la estructura de una casa al otro lado del estadio donde Bad Bunny festejaba con gente como LeBron James, la energía era implacablemente alta.
Durante una transición fluida de un gran éxito –“Nuevayol”– a otro –“Titi me pregunto”, el estadio casi pareció temblar.
“¡No te escucho!” gritó el artista ante la exclamación de sus fans.
Que los primeros nueve shows estén limitados a residentes puertorriqueños –una observación conmovedora sobre el compromiso de Bad Bunny de hacer música ante todo para la gente de su tierra natal– es algo “realmente especial para nosotros”, dijo Sánchez.
Puerto Rico es un territorio estadounidense, pero no un estado. Aunque sus residentes son ciudadanos estadounidenses, sus derechos son limitados.
No pueden votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, por ejemplo, y sólo tienen un delegado sin derecho a voto en el Congreso.
Sánchez dijo que era reconfortante “poder sentir que un artista de la magnitud de Bad Bunny nos puede dar a nosotros, la gente de la isla”, la primera selección de espectáculos.
“¡Y estamos aquí para disfrutarlo, para bailar y para pasarlo bien!”
Mientras los fanáticos, muchos de ellos luciendo los icónicos sombreros de paja puertorriqueños “pava”, ingresaban en masa a El Choli, los vendedores ofrecían piñas coladas, la adorada bebida helada nacida en la isla.
Decir la ‘verdad’
Antes del espectáculo, una pantalla con vista al escenario tropical (en el que pollos vivos deambulaban libremente) mostraba datos sobre la historia puertorriqueña y declaraciones políticas descaradas.
La multitud estalló en aplausos cuando apareció en la pantalla el mensaje: “PR es un territorio no incorporado de los Estados Unidos, pero tiene su propia bandera, cultura e identidad”.
La residencia tan esperada anunciada en enero comenzó el 11 de julio y continuará hasta septiembre durante los siguientes fines de semana de tres días, de viernes a domingo.
Michelle Munoz, de 55 años, residente de Brooklyn y de origen puertorriqueño, no tenía entradas para la animada noche de apertura, pero apareció de todos modos para disfrutar del ambiente.
Muñoz dijo que comenzó a regresar a la tierra natal de sus padres en 2023, después de haber permanecido en Estados Unidos durante décadas.
Ahora siente que “este es el lugar donde quiero pasar el resto de mi vida”.
Para Muñoz, la popularidad de Bad Bunny proviene de su voluntad de decir la “verdad” mientras “muestra y honra la historia de la música: la música que lo precedió, con la que creció y que lo formó”.
“No es un crossover. Es un artista global que canta en español”, añadió. “No todo el mundo puede hacerlo”.