La credibilidad de las promesas climáticas de los gigantes tecnológicos del mundo de convertirse rápidamente en carbono neutrales se está desvaneciendo rápidamente a medida que devoran cada vez más energía en la carrera por desarrollar IA y construir centros de datos, advirtieron los investigadores el jueves.
Apple, Google y Meta dijeron que dejarían de agregar CO2 a la atmósfera para 2030, mientras que Amazon estableció ese objetivo para 2040.
Microsoft prometió ser “netamente negativo” (eliminar CO2 del aire) para finales de esta década.

Pero esas promesas, hechas antes de que el auge de la IA transformara el sector, están empezando a parecer una fantasía, incluso cuando estas empresas las han redoblado, según analistas independientes.
“Los objetivos de emisiones de gases de efecto invernadero de las empresas tecnológicas parecen haber perdido su significado”, declaró a la AFP Thomas Hay, autor principal de un informe de los centros de estudios Carbon Market Watch y NewClimate Institute.
“Si el consumo de energía continúa aumentando sin control y sin una supervisión adecuada”, añadió, “estos objetivos probablemente serán inalcanzables”.
El análisis profundo encontró que la integridad general de las estrategias climáticas de Meta, Microsoft y Amazon era “pobre”, mientras que las de Apple y Microsoft fueron consideradas “moderadas”.
La creciente huella de carbono de los cinco principales gigantes tecnológicos se debe principalmente a la vertiginosa expansión de la inteligencia artificial, que requiere enormes cantidades de energía para su desarrollo y funcionamiento.
El consumo de electricidad -y las emisiones de carbono que lo acompañan- se ha duplicado para algunas de estas empresas en los últimos tres o cuatro años, y se ha triplicado para otras, según el informe.
Lo mismo ocurre en todo el sector: las emisiones operativas de las 200 principales empresas de tecnología de la información del mundo fueron de casi 300 millones de toneladas de CO2 en 2023, y casi cinco veces más si se tienen en cuenta los productos y servicios utilizados posteriormente, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones de las Naciones Unidas.
Según la AIE, la electricidad para alimentar los centros de datos aumentó en promedio un 12 por ciento anual entre 2017 y 2024, y se proyecta que se duplicará para 2030.

‘Bastante desregulado’
Si toda esta energía adicional proviniera de energía solar y eólica, las emisiones de CO2 no estarían aumentando.
Pero a pesar de los ambiciosos planes para obtener su energía de fuentes renovables, gran parte de ella aún no es neutra en carbono.
Los estudios estiman que la mitad de la capacidad computacional de los centros de datos de las empresas tecnológicas proviene de subcontratistas, pero muchas empresas no contabilizan estas emisiones, señala el estudio.
Lo mismo ocurre con toda la cadena de suministro de infraestructura y equipos, que representa al menos un tercio de la huella de carbono de las empresas tecnológicas.
“Hay mucha inversión en energía renovable, pero en general no ha compensado la sed de electricidad del sector”, dijo Day.
Dado el estatus de la IA como motor del crecimiento económico, e incluso como vector de la política industrial, es poco probable que los gobiernos limiten la expansión del sector, señala el informe.
“Hasta ahora, todo el auge de la IA ha estado bastante desregulado”, afirmó Day.
“Hay cosas que estas empresas pueden y harán para prepararse para el futuro, para asegurarse de que avanzan en la dirección correcta” en relación con los objetivos climáticos, añadió.
El informe identifica una serie de formas en las que el sector tecnológico puede reducir su huella de carbono, incluso mientras desarrolla rápidamente la IA.
Garantizar que los centros de datos (tanto los que pertenecen a las empresas como los de terceros socios) funcionen con electricidad renovable es crucial.
Aumentar la vida útil de los dispositivos y ampliar el uso de componentes reciclados para la producción de hardware también podría marcar una gran diferencia.
Por último, los métodos utilizados para calcular los objetivos de reducción de emisiones están obsoletos y necesitan revisión, señala el informe.