La bandera peruana ondeó a media asta el lunes cuando el país sudamericano conmemoró el fallecimiento del gran literario Mario Vargas Llosa con un día de luto nacional.
Los homenajes llegaron de todo el mundo mientras la presidenta Dina Boluarte asistía a un velorio privado en la casa de la familia Vargas Llosa por el novelista y premio Nobel que murió allí el domingo a los 89 años.
Los restos del autor de obras tan aclamadas como “Conversación en la catedral” (1969) y “La guerra del fin del mundo” (1981), serán incinerados en una ceremonia privada.
Coronas de flores blancas adornaban el exterior de la casa familiar en el barrio limeño de Barranco, donde los admiradores se reunieron con libros de Vargas Llosa en las manos. Algunos lloraban.
“Su fallecimiento marcará un antes y un después en la historia de la literatura mundial”, declaró a la AFP uno de ellos, el artista David Marreros, de 30 años.
El filósofo Gustavo Ruiz, de 55 años, añadió: «Se me saltan las lágrimas porque fue un referente muy importante para mí. Decía que ‘la literatura me salvó la vida’ y siempre uso esa frase».
Mientras tanto, el comité del Premio Nobel elogió a Vargas Llosa como “una figura significativa de la literatura y la cultura latinoamericana”.
Reflexionando sobre su profundo amor por la narración y el uso de un lenguaje rico, recordó que recibió el Premio Nobel de Literatura en 2010 “por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes agudas de la resistencia, la revuelta y la derrota del individuo”.
‘Amado y admirado’
Boluarte, vestido con traje negro, fue recibido en el velatorio por el hijo de Vargas Llosa, Álvaro, quien dirigió brevemente a los periodistas a la entrada de la casa familiar.
“Mis hermanos Gonzalo y Morgana y yo queremos expresar nuestro infinito agradecimiento por las muestras de cariño que estamos recibiendo de todo el Perú, de amigos, conocidos y personas anónimas que quisieron y admiraron a mi padre”, expresó.
También expresó su agradecimiento por las condolencias que han llegado de todo el mundo.
La familia no ha especificado la causa de la muerte del autor, pero su salud se ha ido deteriorando en los últimos meses.
La bandera peruana ondeó a media asta en municipios, cuarteles militares y policiales e instituciones públicas en cumplimiento del día de duelo nacional decretado por el gobierno.
En Lima, las librerías exhibieron las obras de Vargas Llosa de forma destacada en sus escaparates y ofrecieron descuentos.
Y en la Escuela Militar Leoncio Prado, donde estudió Vargas Llosa y donde se ambienta una de sus novelas, los cadetes le rindieron homenaje formando filas humanas con las iniciales del escritor.
Tras la velación privada en su domicilio, los restos de Vargas Llosa fueron trasladados a un crematorio militar en Lima en un ataúd de madera oscura sobre un coche fúnebre seguido de una procesión de automóviles.
‘Maestro de la palabra’
Nacido en una familia peruana de clase media, Vargas Llosa fue uno de los grandes del boom literario latinoamericano de los años 1960 y 1970, junto con el colombiano Gabriel García Márquez y el argentino Julio Cortázar.
En los últimos meses, durante los cuales había estado viviendo alejado del ojo público, se habían extendido rumores sobre el deterioro de la salud del escritor.
Celebró su 89 cumpleaños el 28 de marzo.
“El genio intelectual y la enorme obra del escritor permanecerán como un legado perdurable para las generaciones futuras”, publicó Boluarte en X.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, rindió homenaje a Vargas Llosa como un “gran escritor”, mientras que el chileno Gabriel Boric elogió su capacidad para hacer una crónica de América Latina “con una pluma de lágrimas reales en una ficción delicada y que invita a la reflexión”.
El primer ministro español, Pedro Sánchez, envió un mensaje el día X en el que agradeció al “maestro universal de la palabra” por unos libros que, según él, eran “clave para entender nuestro tiempo”.
Las obras de Vargas Llosa fueron traducidas a unos 30 idiomas.
Francófilo, vivió varios años en París, pero también en Madrid y Barcelona.
Su familia dijo que no habrá ningún homenaje público, de acuerdo con las instrucciones dejadas por el propio Vargas Llosa.