El gobierno de Donald Trump confirmó el viernes la disolución de facto de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) como parte de los drásticos recortes a la ayuda exterior, críticos en muchos países y por organizaciones humanitarias.
El Departamento de Estado y la propia USAID notificaron al Congreso su intención de emprender una reorganización que implicaría transferir ciertas funciones de la agencia al Departamento antes del 1 de julio y eliminar otras funciones que no se ajustan a las prioridades de la administración, según un comunicado del secretario de Estado, Marco Rubio.
“Desafortunadamente, USAID se ha desviado hace mucho de su misión original”, añadió Rubio, insistiendo en una “reorientación de los programas de asistencia exterior para alinearlos directamente con lo que es mejor para Estados Unidos y sus ciudadanos”.
“Seguimos adelante con programas cruciales para salvar vidas y realizando inversiones estratégicas que fortalecerán a nuestros socios ya nuestro propio país”, afirmó.
Trump firmó, apenas asumió el cargo, el 20 de enero, una orden ejecutiva congelando por 90 días la ayuda exterior estadounidense.
A esto le siguieron numerosos recortes a varios programas de USAID, salvo algunos para ayuda humanitaria vital.
La mayoría del personal de la USAID ya ha sido puesto en licencia administrativa.
USAID manejó un presupuesto anual de 42.800 millones de dólares, lo que representaba el 42% de la ayuda humanitaria desembolsada en todo el mundo.