Luego del fraude electoral de julio pasado, el régimen de Nicolás Maduro decidió profundizar la persecución de opositores, su aislamiento internacional y se expuso a nuevas y duras sanciones. ¿Avanza este país hacia un modelo similar al castrista?
Más de tres meses después, el mundo ya no tiene dudas de que Nicolás Maduro llevó adelante un fraude electoral en las elecciones del 28 de julio pasado. Y salvo una contada cantidad de países (entre los que se encuentran China, Rusia e Irán), tampoco nadie desconoce que el Gobierno de Venezuela ha profundizado su plan sistemático de violaciones a los derechos humanos.
Según la ONG Foro Penal, desde la noche en la que el presidente se autoproclamó reelecto sin mostrar las actas electorales hasta los primeros días de octubre se registraron 1.936 detenciones arbitrarias por motivos políticos (1.698 hombres y 238 mujeres).
Para ponerlo en perspectiva: hasta el día de la votación había 301 presos políticos, y esa misma noche fueron detenidos 1.767 disidentes; y la cifra supera a los 1.100 presos políticos registrados en Cuba.
Además, se incrementó la persecución sobre los dirigentes opositores.
El propio Edmundo González, considerado presidente electo por la mayor parte del mundo occidental, fue obligado a exiliarse, mientras que se agudizó el hostigamiento a otros como María Corina Machado, principal líder opositora, amenazada casi diariamente por hombres cercanos a Maduro, como Diosdado Cabello, su brazo armado.
También se profundizó el aislamiento. Ruptura de relaciones con la Argentina (incluido el asedio a su embajada); suspensión de los vuelos con Chile, Perú, Panamá y República Dominicana; e incluso la pérdida de un apoyo claro por parte de Lula, Petro y Pedro Sánchez, tres aliados clave.
Ante este marco, algunos analistas han comenzado a manifestar preocupación por el devenir del programa de Maduro para esta nueva (¿y última?) etapa en su administración. ¿Marcha Venezuela a un modelo similar al de Cuba? ¿Se parece más a la Nicaragua de Daniel Ortega?
ORIGINAL Y ADAPTACIÓN
En diálogo con Newsweek Argentina, Yoani Sánchez, la periodista cubana que sufre en persona la persecución del régimen castrista en Cuba, aseguró que “Son muchos los puntos de contacto entre ambas dictaduras”.
“Yo veo caminos muy cercanos en cuanto a la animadversión que tienen ambos a la prensa independiente. Han llevado a lo largo de los años un periplo de cerrar medios y expulsar a periodistas que no les son dóciles ni afines. Utilizan el destierro como manera de librarse de sus críticos y opositores. El presidio político, que ha sido una constante en la dictadura cubana desde 1959, también está presente en la actual Venezuela. Y el presidio es especialmente duro porque hay que pasar por procesos de reducción al mínimo de los derechos, torturas, presiones sobre la familia y el chantaje permanente para que salgan del país”, explicó.
Del mismo modo, señaló que los dos modelos coinciden en “la destrucción del entramado político”. Y detalló: “La dictadura cubana, que fue hecha a imagen y semejanza de Fidel Castro, un hombre intolerante, con una gran alergia a la crítica, que se dedicó a destruir todo el entramado político de la república, los diferentes partidos, e hizo del Partido Comunista de Cuba una fuerza única.
Eso lo ha intentado calcar a mayor o menor velocidad el régimen venezolano, y yo creo que se acentuó tras las elecciones robadas de julio”.
Finalmente, Sánchez señaló que tal vez el mayor síntoma de que ambos regímenes se están “sincronizando” es que “ya pasaron la etapa de querer complacer a la opinión pública internacional y a la ONU y de mantener una imagen de democracia interna”.
“Hoy exhiben de manera arrogante su autoritarismo, su derroche de represión, sus herramientas de coacción social. Pasó en Cuba, de acuerdo a su visión, el 11 de julio de 2021 con la feroz represión de las protestas populares; y pasa también en Venezuela”.
Pero para la periodista existe una razón para estas simetrías: el régimen de Maduro fue formado por el de los Castro. “Ha habido mucha concomitancia, cercanía y formación”, subrayó.
LA VIOLENCIA COMO MÉTODO
Jesús Delgado Valery, director ejecutivo de la ONG Transparencia Electoral, tampoco tiene dudas. “Venezuela está en camino a ir hacia un modelo como el de Cuba o el de Nicaragua”, opinó, pero trazó un hecho que por ahora permite marcar diferencias: “Cuba tiene un régimen de partido único.
En el caso de Nicaragua, hay partidos alternativos al oficialista, pero están cooptados, y no existe realmente una oposición. Pero en Venezuela sí hay partidos que se mantienen independientes”.
De todos modos, aclaró que esto no impide que se ejerza el autoritarismo: “Si bien el régimen de Maduro tiene un poco más de apertura que Nicaragua y Cuba, el poder presidencial y el poder económico no pueden verse amenazados; y cuando eso sucede, como pasó en las elecciones de julio, el resultado es desconocido por el Gobierno”.
Para Delgado Valery, tal vez la mayor similitud sea la utilización de la violencia represiva. “Antes de la elección del 28 de julio, Cuba y Nicaragua tenían más presos políticos que Venezuela. Pero después de la elección, estamos hablando de alrededor de 2.000 presos políticos, de los cuales 150 son menores de edad”, sostuvo.
Y agregó: “Cuando necesitan aplicar la violencia desnuda, lo hacen. Y cuentan para eso con alianzas autocráticas como las que Maduro tiene con Cuba, Nicaragua, China, Rusia e Irán, en las que no importa mucho si se es derecha o de izquierda. Esas alianzas le han permitido sortear todas las sanciones que le han impuesto y vivir en un sistema paralelo, sin estado de derecho ni división de poderes”.
LA RESISTENCIA
Para Elisa Trotta Gamus, exembajadora del Gobierno provisional venezolano de Juan Guaidó en Argentina y militante por los derechos humanos, es cierto que Nicolás Maduro ha intentado emular el modelo cubano, pero afirma que los propios venezolanos se lo han impedido.
“Entre Venezuela y Cuba hay una diferencia crucial que no debe ignorarse: mientras que en Cuba la democracia nunca fue una realidad, en Venezuela existió durante 40 años y no fue eliminada por una ‘revolución’, sino desde dentro, utilizando la propia democracia. El gen democrático de los venezolanos jamás fue extirpado, mientras que los cubanos llevan más de 60 años sin libertad”.
Siguiendo su argumento, admitió que “el régimen venezolano ha adoptado tácticas propias del castrismo y del estalinismo, como la represión brutal, el asesinato, la tortura y la creación de un terrorismo de Estado”. Pero también resaltó que “a pesar de los esfuerzos por instaurar un régimen similar al cubano, no han logrado extinguir el deseo de libertad”. “No creo que Venezuela esté condenada a una cubanización completa: no permitiremos la perpetuación de una dictadura”, concluyó.
GEOPOLÍTICA Y NEGOCIOS
Para el experimentado analista internacional argentino Jorge Castro “hay una imposibilidad práctica y geopolítica” de que Venezuela se transforme en “una nueva Cuba”. Ni democracia, ni violencia, ni el coraje de los venezolanos son factores tan determinantes como el petróleo.
“Venezuela es un país demasiado relevante en términos regionales y globales. Es la cuarta potencia mundial en materia de reservas petroleras registradas. Por eso, entre otros motivos, se llegó a un acuerdo entre los gobiernos de Nicolás Maduro y Joe Biden. Se levantaron varias de las sanciones y se permitió que volvieran a trabajar en Venezuela algunas de las grandes transnacionales norteamericanas, como ExxonMobil y Chevron”, indicó.
Por lo tanto, asevera, “el camino de Cuba o Nicaragua le está vedado a Venezuela, porque tanto Nicaragua como Cuba son irrelevantes desde el punto de vista geopolítico. Y, por el contrario, la crisis venezolana va a estar presente en la agenda internacional en los próximos días, meses y años”.
¿Significa esto que el destino de Venezuela está signado? Castro cree que lo que no tiene vuelta atrás, a pesar de los acuerdos existentes, es la salida de Maduro. “El fraude electoral de julio le ha quitado apoyo en la región e incluso de fuertes socios como Brasil y México.
Por lo tanto, en algún momento y de alguna manera se va a tener que encontrar una salida hacia alguna forma de transición, porque Maduro va a acentuar sus rasgos de carácter totalitario, semejantes a los que existen en Nicaragua o en Cuba”, concluyó.