El mundo está pendiente de quién gana la carrera por la Casa Blanca, pero para muchos estadounidenses, la batalla por el control del Congreso es igual de importante y se anuncia reñida.
De ella dependerá que el nuevo presidente pueda aplicar su programa o se tenga que enfrentar al temido estancamiento burocrático.
“Las elecciones al Congreso son tan importantes como la carrera presidencial porque el Congreso crea y aprueba las leyes que repercuten directamente en la vida de las personas” afirma Corryn Freeman, de Future Coalition, una organización que apoya a jóvenes activistas de todo el país.
El Capitolio se divide en la Cámara de Representantes, donde se disputan sus 435 escaños, y el Senado, donde se juegan 34 de 100.
Ambas legislan y controlan a los demás poderes del Estado, pero también tienen una importancia decisiva en los asuntos mundiales, ya que fijan el presupuesto de defensa, regulan el comercio y los aranceles y asignan la ayuda exterior.
Todo es posible
La última vez que el candidato republicano Donald Trump estuvo en el poder tropezó con el Congreso, que le impidió llevar a cabo profundos recortes en el Departamento de Estado y poner fin al programa de seguro médico Obamacare.
Los congresistas podrían volver a interponerse en su camino si recupera las llaves de la Casa Blanca.
En la lucha por el control del Congreso los dos bandos no podrían estar más igualados en el esprint final hasta el 5 de noviembre.
La Cámara de Representantes parece jugarse a cara o cruz. En el Senado es probable que ganen los republicanos por un estrecho margen debido a un difícil mapa electoral para los demócratas.
El Partido Demócrata de Kamala Harris tiene actualmente una mayoría de un escaño en el Senado. En noviembre habrá en juego bastantes más escaños demócratas que republicanos.
Y tres de esos escaños se liberan en estados que votaron dos veces por Trump en las elecciones presidenciales (2016, 2020): Virginia Occidental (que los republicanos esperan ganar con casi total seguridad), Montana y Ohio, donde también han depositado muchas esperanzas. Sin embargo, los demócratas tienen una ligera esperanza de contrarrestar a los republicanos haciéndose con un escaño en Florida y otro en Texas.
En Florida, el Partido Demócrata cuenta con la movilización de los votantes para un referéndum sobre el aborto previsto el 5 de noviembre en este estado, el tercero más poblado del país.
Según Corryn Freeman, es posible que los demócratas controlen la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado, pero es un escenario improbable.
Las elecciones a la Cámara de Representantes son consideradas un barómetro más fiable sobre la opinión pública estadounidense que las del Senado, porque todos sus escaños se renuevan cada dos años, mientras que los senadores los conservan durante seis años.
La actual cámara ha estado marcada por las disputas, incluso en las filas republicanas, y ha sido una de las más ineficaces de la historia del país.
Según Keith Gaddie, profesor de Ciencias Políticas de la Texas Christian University, la Cámara Baja está al alcance de los demócratas, aunque este experto no pondría las manos en el fuego por ello.
“La realidad es que, en términos de control, puede pasar literalmente cualquier cosa”, declaró a la AFP. “No lo sabremos realmente hasta que acaben las votaciones”.