Las compañías aéreas prevén transportar al doble de pasajeros de aquí a 20 años, gracias a un crecimiento espoleado principalmente por Asia, anunció este jueves la principal organización mundial del sector.
Tras los 4,300 millones de viajes en avión en 2023, la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) dijo en junio que para este año prevé cerca de 5.000 millones de viajes.
Dicha cifra, en caso de confirmarse, pulverizaría el récord de 4,540 millones de viajes registrado en 2019, justo antes de la pandemia del covid-19.
A más largo plazo, hacia el año 2043, la IATA “prevé que se duplique el número de pasajeros aéreos”, respecto a 2023, lo que arrojaría una cifra de 8,600 millones de pasajeros, merced a una “tasa de crecimiento anual media del 3.6 %”, según indicó en un comunicado.
Esta dinámica será desigual por continentes, ya que los principales motores estarán en Asia y Oriente Medio, mientras que otras regiones, como América Latina, tendrán crecimientos más moderados, de acuerdo con la IATA.
Asia-Pacífico tendrá según estas proyecciones una tasa anual de crecimiento del 4.6 %, con cifras fuertes en India (6,9%), Tailandia y Vietnam (6.4 %) y también China (5.8 %).
En Oriente Medio y África se espera un crecimiento de los trayectos en avión del 3.6 % anual en las dos próximas décadas.
El mercado de América del Norte crecería un 1.7 % anual, y Europa un 2 %.
En América Latina y Caribe, la IATA pronostica un crecimiento del 2.9 % en los próximos 20 años.
Las proyecciones de la IATA, divulgadas antes del salón aeronáutico de Farnborough (Reino Unido), son coherentes con las publicadas el lunes por Airbus, que calcula que la flota de aviones comerciales se habrá duplicado para el año 2043, hasta 48,230 aparatos, alimentada por el apetito de las clases medias asiáticas.
Si se cumplen estos escenarios, se complicarán los planes de descarbonación del sector aéreo.
La IATA en 2021, y luego los Estados representados en la ONU en 2022, se fijaron el objetivo de que los aviones no contribuyan al calentamiento global hacia el año 2050.
La principal herramienta de este objetivo “cero emisiones netas” consiste en utilizar carburantes de origen no fósil fabricados a partir de biomasa, y luego con hidrógeno, unas metas que necesitarán presupuestos colosales.