Los astrónomos dijeron el miércoles en París que encontraron la evidencia más fuerte hasta ahora de un agujero negro de tamaño mediano, cuya extraña ausencia ha sido uno de los misterios más persistentes del cosmos.
El universo está plagado de agujeros negros, desde los supermasivos en el corazón de las galaxias hasta otros más pequeños, de alrededor de 100 veces la masa del Sol.
Pero los científicos han luchado por encontrar agujeros negros entre estos dos extremos, considerados el “eslabón perdido” en su evolución.
Para saber más, un equipo internacional de investigadores analizó Omega Centauri, el mayor cúmulo de estrellas de la Vía Láctea, a unos 18.000 años luz de la Tierra.
Detectaron “algo peculiar”, explicó a la AFP Maximilian Haeberle, estudiante de doctorado del Instituto Max Planck de Astronomía de Alemania.
En el centro de este denso cúmulo de 10 millones de estrellas, siete se movían demasiado rápido.
A tales velocidades, las siete estrellas deberían haber salido disparadas fuera del cúmulo, pero la atracción gravitatoria de algún monstruo invisible acechante parecía estar succionándolas.
Como encontrar a ‘Bigfoot’
Después de realizar simulaciones de cómo se movían las estrellas, los investigadores calcularon que hay un agujero negro en el corazón de Omega Centauri que tiene una masa de alrededor de 8.200 soles.
Esto lo colocaría justo en el rango medio de los agujeros negros que han demostrado ser tan esquivos.
Los agujeros negros supermasivos, que se encuentran en el centro de las galaxias como arañas en una red, se clasifican como aquellos que tienen más de 100.000 masas solares.
Por ejemplo, Sagitario A* de la Vía Láctea tiene cuatro millones de veces la masa del Sol, y hay estrellas mucho más grandes ahí fuera.
Los agujeros negros de masa estelar más pequeña, que nacen cuando las estrellas gigantes mueren en explosiones de supernovas, tienen masas de entre cinco y 150 soles.
Pero hay una “brecha muy grande” entre ellos, los llamados agujeros negros de masa intermedia (IMBH), dijo Haeberle, el autor principal de un nuevo estudio en Nature.
Los científicos creen que estos agujeros negros intermedios existen, pero han encontrado muy pocos candidatos potenciales.
Los agujeros negros son notoriamente difíciles de observar: ni siquiera la luz puede escapar de su alcance.
Una forma de detectar su presencia es observar la enorme energía que emiten cuando devoran gas y polvo.
Pero los IMBH consumen menos gas, lo que los hace aún más difíciles de encontrar, dijo Haeberle.
Detectar uno “es como encontrar la primera evidencia de Bigfoot: la gente se asustará”, dijo en un comunicado el coautor del estudio Matthew Whittaker, de la Universidad de Utah.
Por su parte, Haeberle esperaba que el descubrimiento pusiera fin a casi dos décadas de discusiones entre astrónomos sobre si Omega Centauri podría albergar un IMBH.
Los investigadores analizaron 20 años de datos disponibles públicamente del telescopio espacial Hubble para rastrear el movimiento de 1,4 millones de estrellas en Omega Centauri.
Pudieron descartar otros factores que podrían haber acelerado las siete estrellas, como agujeros negros de masa estelar múltiple o sistemas estelares binarios, dijo Haeberle.
Con información de AFP