El aire es sofocante y caliente, con un olor pesado y metálico que se pega en la garganta y pica los ojos.
En su fundición con paredes ennegrecidas por el humo, Alois Huguenin utiliza un enorme cucharón para verter bronce fundido a 1.250 grados Celsius (2.282 grados Fahrenheit) en un marco de metal.
Desde hace tres generaciones, la fundición tradicional centenaria de La Chaux-de-Fonds, en el noroeste de Suiza (cuna de la famosa industria relojera del país), fabrica las campanas utilizadas en los Juegos Olímpicos.
Las campanas suenan para una variedad de disciplinas, que incluyen atletismo, ciclismo en pista, ciclismo de montaña y boxeo.
Casi medio siglo después de que su abuelo fabricara la primera campana para los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, Huguenin estaba preparando las campanas para los próximos Juegos de París.
“Si todo va bien, una campana olímpica son tres horas de trabajo”, explicó recientemente a la AFP esta atleta de 30 años, equipada con un delantal, guantes y una pantalla protectora.
Huguenin afirmó que ya había entregado 38 campanas para París, a petición del cronometrador oficial de los Juegos, Omega, que tiene su laboratorio de pruebas cronométricas a unos 30 kilómetros de distancia, en Biel.
“La campana se utiliza para indicar a los atletas, así como a los espectadores, cuándo ha comenzado la última vuelta”, explicó Alain Zobrist, quien dirige OmegaTime y está a cargo de la cronometría dentro del Grupo Swatch.
“Les dice a los atletas que deben darlo todo para llegar a la meta lo más rápido posible”, explicó a la AFP.
Recordando que Omega lleva cronometrando los Juegos Olímpicos desde 1932, reconoció que las campanas constituyen “un elemento muy tradicional”.
“Hoy en día, la cronometría se hace electrónicamente. Las campanas son un guiño a nuestro pasado”, afirmó.
‘Orgullo’
Diez minutos después de verter el bronce fundido, con la textura y el color amarillo anaranjado brillante de la lava volcánica, Huguenin puede desmoldar el líquido espeso, con una temperatura de sólo 200 °C.
Con fuertes golpes de martillo, rompe el duro molde de arena negra del marco, mientras de él salen columnas de humo.
La campana que emerge está cubierta de una costra, dejando ver el trabajo que queda por hacer: desbarbar, lijar, limar y pulir.
Huguenin fabricó su primera campana olímpica para los Juegos de Tokio 2020.
Si bien no está tan obsesionado con las campanas como pueden estarlo algunos coleccionistas, Huguenin dice que está orgulloso de que sus creaciones sean vistas por miles de millones de personas.
“Pongo la misma energía, la misma pasión en todas las campanas que hago”, dijo, explicando que también hace campanas para ganado y, cada vez más, para eventos individuales como bodas.