En un logro que podría revolucionar el campo de la protésica y la modificación corporal, un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, desarrolló un “tercer pulgar” robótico, impreso en 3D y controlado con sensores situados bajo los dedos de los pies, con el cual es posible sujetar y manipular objetos.
Y no solo eso. Según detalla un estudio publicado en la revista Science Robotics, los voluntarios que participaron en las pruebas aprendieron, casi de inmediato, a controlar el dispositivo y a expandir el rango de movimiento de la mano.
El tercer pulgar se asegura en la palma de la mano, en el lado opuesto del pulgar biológico, mientras que los controles del apéndice quedan situados bajo cada uno de los dedos gordos de los pies. Este diseño permite que el usuario realice tareas complicadas o imposibles de llevar a cabo con una sola mano; por ejemplo, abrir una botella, pelar un plátano o sujetar varios vasos.
EL TERCER PULGAR FÁCIL DE USAR
Los investigadores explicaron que el movimiento del tercer pulgar es directamente proporcional a la presión aplicada en los sensores y que, al retirar dicha presión, el dispositivo vuelve a su posición original. El estudio halló que casi la totalidad de los 596 participantes —de entre tres y 96 años de edad, y con distintos antecedentes personales— aprendieron a utilizar el apéndice en menos de un minuto.
“Para asegurar que todos se beneficien de este interesante dispositivo hemos integrado la inclusividad desde las primeras etapas del proceso de investigación y desarrollo”, informó la Dra. Tamar Makin, profesora de ciencias cognitivas en la Unidad Cognición y Neurociencias, y en el Consejo de Investigación Médica de la Universidad de Cambridge.
“Además de la facilidad de aprendizaje y uso, es de extrema importancia que estos dispositivos sean igualmente accesibles y funcionales para una gran variedad de usuarios”, interpuso la diseñadora Dani Clode, especialista en prótesis y modificación corporal en el Laboratorio de Plasticidad de Cambridge, y líder del proyecto del tercer pulgar.
La profesora Makin y sus colegas opinan que el dispositivo podría ser especialmente valioso para quienes han perdido un brazo y tienen dificultades para realizar tareas cotidianas. Por ello, ponen énfasis en la importancia de desarrollar herramientas que sean tanto funcionales como fáciles de usar.
“La tecnología está cambiando la definición de humanidad”, escribieron los autores en el artículo de investigación.