Abogado por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en Derecho por la Universidad de París II, Jorge Sánchez Cordero acaba de publicar en Rusia el libro Arte, cultura y patrimonio mundial: reflexiones mexicanas. Editado por el sello Justitia, la obra reúne 35 ensayos que de una u otra forma visualizan los acontecimientos culturales de nuestra época en el ámbito universal y pretenden explicar cuál es la perspectiva que se tiene desde este país en torno al constante quehacer cultural a escala global.
“Se trata de un conjunto de reflexiones desde un ángulo mexicano”, explica Sánchez Cordero en entrevista con Newsweek en Español. “Nosotros provenimos de una cultura con una gran riqueza y, desde luego, a través de la circulación tan importante de ideas en los últimos tiempos ha habido un incremento en la temática mexicana y creo que ahora es primordial que el mundo de alguna forma conozca cuáles son las perspectivas y las diferentes reflexiones que se ven desde aquí hacia el ámbito universal”.
Las temáticas abordadas en la obra son diversas y variopintas, pues reflexiona sobre los patrimonios culturales tanto materiales como inmateriales, la riqueza cultural, la memoria colectiva, la diversidad, democracia y libertad cultural y, sobre todo, el principio de igualdad de la dignidad de las culturas.
—¿De qué manera, Jorge, el derecho se relaciona con la cultura y el arte, y cuál es la trascendencia de esta relación?
—Es más que eso, no es solamente un punto tangencial, sino una interacción constante entre derecho y cultura. Por ejemplo, si hablamos de derechos culturales, en México tenemos una modificación constitucional en el artículo 4 muy importante, se vino gestando desde fines del siglo XX y ya se concretó como derecho constitucional, eso es darle expresión y constitucionalización a la cultura. Es lenguaje jurídico, pero tratamos de darle a la cultura una noción jurídica operativa para que pueda permear en todo y vertebrar con ello los derechos culturales, que son de primera importancia.
“Los derechos culturales están íntimamente ligados con los derechos humanos —añade—. Se ha dicho con precisión que el derecho humano por excelencia es el derecho a la elección del entorno, del universo, al cual todo el mundo aspira y en el cual todo el mundo quiere desarrollarse. Esa es una intersección fundamentalmente jurídica, es parte referente del tono de la diversidad cultural”.
Foto: Antonio Cruz/NW Noticias
—¿Todo ello es tan preponderante como para que el libro se haya publicado en Rusia?
—Es una aventura interesante. Como toda aventura intelectual, esta fue enormemente atractiva. Se acercaba la conmemoración de los 125 años de las relaciones diplomáticas entre México y Rusia, entonces no había que dejar pasar ese evento, había que darle la importancia que merecía, y unos amigos rusos de la academia, de la Universidad Estatal de Humanidades de Moscú y el embajador de Rusia en la Unesco me entusiasmaron para participar. Nada mejor que conmemorar este evento con un libro, una obra que pudiéramos hacer en ruso. Me embarqué en esta experiencia, una aventura que me costó casi dos años de mi vida para poder concretar un proyecto de esta magnitud. Fue muy difícil interactuar con los editores en Moscú, fue una aventura plagada de altibajos, tuvimos momentos muy difíciles en la edición del libro, pero fuimos solventándolos con mucha paciencia y tenacidad. La fecha que presentamos el libro en Rusia fue el Día de la Lengua y de la Cultura Eslava, el editor quiso que ese día se presentara el libro.
—Desde su punto de vista, ¿cuál es la importancia de la cultura, su preservación y protección?
—En este país es fundamental. Creo que la cultura significa el bálsamo social sobre el cual nosotros los mexicanos podemos transitar y podemos hacer un ejercicio de principio solidario frente a la sociedad. Tenemos que reconocernos como una sociedad multicultural, una sociedad de una enorme diversidad cultural, pues ahí radica también nuestra riqueza, en la diversidad. Tenemos que reconocernos como seres diversos y como seres distintos, pero con un basamento cultural común, y eso es de la primera importancia para este país.
—¿Cómo se puede explicar al mundo que en México, si así se quisiera, la cultura podría funcionar como un mecanismo de integración social?
—La cultura es un vehículo en el cual los mexicanos podemos tener mecanismos de entendimiento y de comprensión, porque la cultura, en un momento dado, brinda estos márgenes de respeto y tolerancia con grupos o comunidades culturales que podríamos sentir ajenos, pero que no lo son porque tienen ese basamento cultural. Es una posibilidad de intercomunicarnos, de interactuar con toda la sociedad mexicana. Es enormemente valiosa.
“El crecimiento de la cultura es rizomático —finaliza Sánchez Cordero—. La generación de la cultura hoy es totalmente horizontal, no viene de la cúspide hacia la base; antes, al contrario, sube de la base hacia la cúspide, esa es la forma de la generación de la cultura. Entonces, si esa hipótesis es cierta, nosotros tenemos ese basamento que nos posibilita interactuar en toda la sociedad mexicana. Por eso la importancia de la cultura es definitiva. El principio de la dignidad de las culturas es que todas las culturas son igualmente dignas, y de ahí tenemos que partir los mexicanos. Eso nos enseña a pensar en toda la multiculturalidad, digamos, en un país que se distingue por ser esencialmente multicultural. Y eso permite a la gente del norte entender a la gente del sur y del sudeste mexicano. Y permite tener, finalmente, una interlocución socialmente importante”.