Dotado con una diversidad ecológica abrumadora, desde coloridos loros a enormes murciélagos, el archipiélago de Islas Salomón, país insular independiente situado en Oceanía, se ha convertido también en un centro para el comercio, no siempre legal, de animales exóticos, según una investigación de la AFP.
El testimonio de un activista, documentos oficiales y datos de la ONU muestran que se han enviado lagartos endémicos de estas islas a Estados Unidos, pájaros salvajes de sus frondosas selvas a Oriente Medio y delfines a China.
Algunos animales salvajes pueden ser capturados y vendidos legalmente, pero el comercio de especies vulnerables está regido por normas estrictas o incluso vetado. Pero eso no impide que algunos intenten sacar provecho del lucrativo mercado de animales exóticos, algunos ya amenazados y otros en camino de serlo precisamente por esta caza furtiva, denuncia el ecologista local Patrick Pikacha.
“No hay estudios. No hay control. Es el sálvese quien pueda”, afirma este activista.
Islas Salomón son el único país insular del Pacífico que participa en el comercio legal de fauna salvaje. Lo aterior, está convirtiendo a sus raras especies en mascotas cada vez más populares. Uno de los más codiciados es el eslizón de cola de mono, un lagarto autóctono que cuelga de los árboles gracias a una cola prensil.
Catalogado como una especie casi amenazada, el comercio de este reptil se suspendió en 2001 en el marco de un tratado de conversación internacional auspiciado por Naciones Unidas. Sin embargo, las cifras de exportación de esta organización indican la persistencia de un mercado boyante.
LA ONU PIDIÓ A LAS ISLAS SALOMÓN CUMPLIR CON LA NORMATIVA EN SU COMERCIO DE FAUNA SALVAJE
Más de 2,000 eslizones de cola de mono fueron vendidos desde Islas Salomón en los últimos ocho años, de los que 1,300 fueron a parar a Estados Unidos, según las estadísticas de la ONU. En un anuncio en línea se ofrece un ejemplar joven por 1,500 dólares.
En octubre, responsables de la ONU urgieron a las Islas Salomón a cumplir con la normativa en su comercio de fauna salvaje, también de este lagarto.
“Ha llegado hasta la atención del secretariado que especímenes que están bajo suspensiones comerciales de Islas Salomón continúan siendo (…) intercambiados con propósitos comerciales”, dijeron en una carta.
El Departamento de Medioambiente del país no respondió a los pedidos de la AFP. Empero, previamente había asegurado que el “comercio sostenible de fauna salvaje era una fuente importante de ingresos”.
En un bullicioso mercado de la capital, Honiara, una señal advierte contra el comercio de animales vivos y subraya que los delfines no pueden ser comercializados. Pero desde principios de los 2000, comerciantes extranjeros pagan a las comunidades costeras del archipiélago para cazar delfines vivos y mandarlos a parques temáticos.
Islas Salomón prometió terminar con esa actividad en 2011, después de que un delfín enviado a México muriera y provocara condenas a nivel internacional. Sin embargo, las exportaciones parecen haberse reanudado sigilosamente.
Los datos recopilados por la ONU muestran que China ha importado 56 delfines vivos de esta nación insular entre 2016 y 2018. Para el activista medioambiental Lawrence Makili, los “extranjeros” han explotado a “la pequeña nación que sufre”.
VINCULADO AL SECTOR MADERERO
De igual manera, existen indicios de que este archipiélago sirve de tránsito para especies de aves amenazadas capturadas en otros países. Por ejemplo, el lori gárrulo solo puede encontrarse en las islas Molucas de Indonesia, a unos 3,400 kilómetros de Honiara.
Sin embargo, los datos de la ONU muestran que casi 400 ejemplares de este pájaro de color verde y rojo llegaron a Omán y Bangladés a través de Islas Salomón entre 2016 y 2020. El activista Pikacha asegura que probablemente las aves llegaron en los barcos que transportan madera a Indonesia y Papúa Nueva Guinea.
De hecho, los ecologistas sospechan que el comercio animal está vinculado al sector maderero, que posee vastas extensiones de selva en el país y goza de una inmensa influencia política. Teóricamente, las aves vendidas son criadas en cautividad, pero el país no dispone de instalaciones suficientemente grandes para llegar a estas cantidades de exportación.
“Lo que ponen en estos registros comerciales son básicamente mentiras”, dice Pikacha.
Los conservacionistas advierten también que los datos sobre las especies autóctonas del país son tan escasos que es difícil saber la situación de la fauna salvaje del país. “Toda la región es un agujero negro si hablamos de entender qué especies se comercian, sus volúmenes, destinos, su impacto”, dice Chris Shepherd, experto en tráfico animal que investigó el comercio de aves en Islas Salomón.
“Puede parecer poca cosa perder una especie de lagarto aquí y de pájaro allí. Pero una vez empiezas a dañar estas poblaciones, las cosas se desmoronan bastante rápidamente”, advierte. N
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