Aunque la salud de los bosques es esencial para la humanidad y la supervivencia del planeta y pese a las claras promesas efectuadas de múltiples sectores para evitar su degradación, cada año se destruyen unos diez millones de hectáreas de bosques, afirmó este lunes el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, con motivo del Día Internacional de los Bosques.
En su mensaje para la efeméride, que se celebra cada 21 de marzo desde el año 2013, Guterres calificó de “esencial” la aplicación de la reciente Declaración de los dirigentes reunidos en Glasgow sobre los Bosques y el Uso de la Tierra y de “otros instrumentos diseñados para proteger nuestros bosques”.
Destacó la necesidad “de que se produzcan acciones tangibles y creíbles sobre el terreno”. Estas deben conducir al fin de “los hábitos de consumo y las modalidades de producción insostenibles que ponen en peligro nuestros bosques”. Guterres pidió apoyo para los países y los pueblos que necesiten gestionar los bosques de forma sostenible.
Con el fin de concienciar sobre el problema de la deforestación, el tema elegido para este 2022 es: “Bosques: consumo y producción sostenibles”. El lema supone un llamado a optar por un uso sostenible para las personas y el planeta de la madera.
El titular de la ONU recordó la gran influencia que ejercen los bosques. Dijo que ayudan a regular el clima. Enfrían las zonas urbanas. Absorben un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y son refugios para la diversidad biológica.
DAÑAR A LA NATURALEZA, UN MAL NEGOCIO
Del mismo modo, la directora de la Secretaría del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques destacó que los dos últimos años, la pandemia de covid-19 recuerda la interdependencia entre la salud y los ecosistemas.
Durante un evento virtual organizado por la Secretaría del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques y la Misión Permanente de Kirguistán, Juliette Biao indicó que las enfermedades transmisibles entre animales y seres humanos tienden a aparecer “cuando se degradan los paisajes naturales, a causa de la extracción de recursos, la deforestación a gran escala, el comercio ilegal de especies silvestres y el cambio climático”.
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Por todo ello, destacó que “ya estamos pagando el precio de nuestras decisiones insostenibles”. A consecuencia “de una disminución sin precedentes de la biodiversidad, al empeoramiento del clima y a una incertidumbre económica sin precedentes”.
Además, indicó que dañar a la naturaleza es un mal negocio y citó un informe del Banco Mundial publicado el año pasado que estima que un colapso parcial de los servicios de los ecosistemas podría costar más del 2 por ciento del Producto Interior Bruto mundial (unos 2,7 billones de dólares) en 2030. Una situación que afectaría especialmente a los países más pobres.
“Así pues, ha llegado el momento de repensar y volver a imaginar la producción y el consumo sostenibles, y la gestión forestal sostenible tiene mucho que ofrecer en este sentido”, remarcó. N