ENTRE marzo y abril, los equipos móviles de Médicos Sin Fronteras (MSF) han brindado 326 consultas médicas a las personas migrantes provenientes de Cuba, África y Haití, “quienes están pasando por condiciones de salud frágiles, varados en Trojes, en la frontera sur con Nicaragua”, denunció la organización.
MSF ha denunciado las necesidades urgentes de las personas migrantes que llegan al municipio de Trojes, en el departamento de El Paraíso, Honduras, después de varios meses viajando por una larga y difícil ruta desde Panamá.
En total, MSF ha realizado 326 atenciones médicas y 100 atenciones psicológicas. “Hemos sido testigos de las terribles condiciones en las que se encuentran estas personas. No tienen alojamiento seguro, su comida es escasa, su condición de salud es precaria, y la gestión de sus trámites migratorios es muy lenta. Tampoco poseen los recursos para mantener las condiciones adecuadas de bioseguridad con el fin de prevenir enfermedades como la COVID-19”, asegura Dina Aloi, coordinadora del proyecto de MSF en Tegucigalpa.
En las encuestas realizadas por MSF, “se evidencia la brutalidad de esta ruta y el sufrimiento que esta población migrante tiene que pasar, desde robos, extorsiones, amenazas y diferentes tipos de violencia.
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“Estas familias, conformadas por niñas, niños y mujeres embarazadas, reportan días sin acceder a comida, agua y alojamiento”. El 89 por ciento expresa haber sido víctima de una situación de violencia a lo largo de la ruta.
La organización indica que los grupos migrantes han sufrido discriminación, estafas y ataque por parte de los traficantes, llegando a Honduras con pocos recursos y muchas necesidades.
En el mes de actividades en Trojes, las estimaciones de población migrante que permanece diariamente varían entre 50 y 1000 personas según la semana, todas a la espera de documentos para circular en el país.
Estos migrantes solo desean seguir su viaje, pero para ello, deben pagar la multa de 4,600 lempiras (190 dólares) por ingreso irregular que cobra el Instituto Nacional de Migración (INM) de Honduras, “la más costosa de toda esta ruta migratoria”.
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Además de ello, el INM ha establecido un número limitado de permisos por día, lo que ha generado que el tiempo de espera aumente de 3 a más de 15 días. “Estos obstáculos obligan a los migrantes a buscar rutas cada vez más peligrosas, exponiendo su salud y hasta su vida”, indica MSF.
Estas personas salieron por lo menos hace un año de sus países de origen hacia Chile o Brasil, desde donde partieron de nuevo para seguir la ruta hacia México o Estados Unidos.
“Este largo camino, lleno de riesgos y cansancio, ha afectado sus condiciones de salud físicas y mentales. Por eso MSF vio la necesidad de prestarles asistencia médica y psicológica gratuita y confidencial, especialmente a las mujeres embarazadas, niños, niñas y personas que poseen afecciones o lesiones, a causa del tránsito por la selva del Darién en Panamá. Lo que estamos viendo es una situación humanitaria que se agrava cada vez más”, dijo Dina Aloi. N