El objetivo sería preferir lo fresco sobre las conservas y lo limpio sobre lo modificado o añadido con hormonas.
Inscribirse en el gimnasio, bajar de peso, dejar de fumar, bajarle a la fiesta, frecuentar a tal o cual pariente… Pareciera que los propósitos de Año Nuevo se reciclan cada Noche Vieja, pues, más que una lista de objetivos, se vuelven más como una carta a los Reyes Magos.
Uno de los secretos para sí cumplir lo que uno se propone en Año Nuevo —o cuando sea— es dividirlo en pequeñas metas que culminen en el logro del objetivo. Cuando se trata de comer bien y verse mejor, calendarizar es mucho más sencillo, pues es una necesidad primaria que se satisface por lo menos y, como marca la regla, tres veces al día.
Más allá de las dietas keto, los ayunos intermitentes o la inevitable recurrencia a superalimentos —que lo único que adelgaza es la ilusión y una buena parte de la quincena—, la respuesta más lógica es formularse un par de preguntas para así redefinir los hábitos alimenticios y regresar a ese cuerpo escultural que evocamos con culpa en cada mordida de algo pecaminoso.
Te puede interesar: ¿Hay alimentos “buenos” y “malos”? Mejor balancea tu dieta
¿Qué comida chatarra está presente cuando hay estrés? ¿Con qué frecuencia se bebe refresco? ¿Cuántas veces se sustituye la comida de casa por las fondas? Quizá es ahí donde están los pequeños propósitos diarios que ayuden a cumplir el objetivo principal.
Una de las acciones más eficientes a favor de la salud y muy al pesar de quien odie lavar los trastes es regresar a cocinar en casa. Es la única manera de controlar, por ejemplo, la cantidad de grasa o sal que se agregan a las comidas y la forma de elegir la calidad de los ingredientes. No por eso hay que recluirse a tallar sartenes y no salir a disfrutar nunca, pero sí contemplar el hábito de que, aunque sea en un tóper, será mucho más saludable —y económico también— comer de esta forma.
El sobrepeso y la obesidad se originan desde la compra de comida; siendo muy analíticos, en el día a día pesa más el precio de los buenos alimentos más que el objetivo de ponerse en forma. El propósito sería preferir lo fresco sobre las conservas, lo limpio sobre lo modificado o añadido con hormonas.
Lee: Las cinco dietas más buscadas en Google este 2019
Volver al mercado y a consumir lo que hay cerca también es un propósito de Año Nuevo intrínseco en las ganas de regresar a ser saludable este 2020. Con un suelo tan fértil como el mexicano es increíble que solo alrededor de 20 especies vegetales sean las que se consumen. Hora de voltear a ver los quelites, las frutas endémicas, los tubérculos que parecen extraños, pero son grandes aliados.
No sirve de nada crucificar a los carbohidratos ni culpar al gluten de todos los males del mundo. Hay que tomar ventaja de la energía que aportan las legumbres y semillas; ayudar al sistema digestivo con probióticos y verdaderamente creer la frase de “eres lo que comes”.
Un cambio de hábitos en la alimentación para bajar de peso y estar saludables debe incluir todos los grupos de alimentos en una dieta correcta, equilibrada y limpia. Esto, dando por hecho por supuesto, que hay que bajarles a los antojitos empaquetados, a la garnacha excesiva, al alcohol y al refresco.
Entérate: ¿Sal, colorantes, emulsionantes? Mejor redúcelos en tu dieta
Corrientes de pensamiento en el ámbito nutricional hay tantas como personas en el mundo. Un buen objetivo para lograr la intención de ser delgado podría ser recurrir a un especialista que diseñe menús que verdaderamente ayuden al cuerpo.
Un propósito de Año Nuevo no es una condena y mucho menos algo que se sepa de avanzada que no se va a cumplir. Hay que dejar de pensar que comer saludable es sinónimo de comer mal o insípido. La tierra regala vegetales cada temporada con las que se pueden preparar los más maravillosos manjares sin que siquiera uno se dé cuenta de que hay un régimen para adelgazar de por medio.
Hay que ser constante; se valen los pecados esporádicos, pero no los que se repiten varias veces al día. También es importante el agua, el ejercicio y, como elemento principal: tener claro que la salud es primordial a la apariencia, pero teniendo la primera se puede perfectamente bien alcanzar la segunda.