El horario de verano tiene consecuencias a largo plazo en la salud, según un estudio realizado en Tennessee (Estados Unidos) que buscaba medir la modificación en las horas de sueño y sus posibles efectos sobre la salud.
Concretamente, a lo largo del tiempo, este cambio horario elimina la luz matinal que sincroniza los relojes biológicos, lo que puede asociarse a un aumento del riesgo de infarto cardíaco e ictus isquémico, así como a otros efectos negativos como la privación parcial de sueño.
En este sentido, la duración media del sueño tras el cambio de hora se reduce entre 15 y 20 minutos en los adultos, lo que podría incrementar el riesgo de eventos cardiovasculares.
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“La gente piensa que el cambio de una hora no es algo significativo y que se pueden acostumbrar en un día, pero no se dan cuenta de que su reloj biológico ya no está sincronizado”, ha señalado una de las impulsoras del estudio, Beth Ann Malow, profesora de Neurología y Pediatría en la Unidad de Trastornos del Sueño en el Centro Médico Universitario de Vanderbilt (Estados Unidos).
“No es una hora dos veces al año. Se trata de un desajuste de nuestros relojes biológicos durante ocho meses del año”, argumenta Malow, y añade que “cuando se habla del cambio horario y su relación con la luz, realmente se está hablando de los profundos impactos sobre los biorritmos, una estructura arraigada en el cerebro”.
Los mayores impactos, afirma, se producen sobre las funciones relacionadas con los niveles de energía y con los de alerta cerebral.
Sueño y autismo
Algunas personas tienen unos ritmos circadianos más flexibles y se ajustan rápidamente a la alteración, mientras que otros son más sensibles. La experta, también especializada en autismo y sueño, resalta que el cambio también tiene un gran impacto sobre niños con autismo, teniendo en ellos unas consecuencias que pueden prolongarse durante semanas o meses.
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Aunque ciertos sectores de la sociedad piensan que volver al estándar horario sería más apropiado en términos biológicos, bien es cierto que obtener la aceptación política para un cambio a nivel nacional supone un desafío.
La legislación estatal está sobre la mesa en el caso de Estados Unidos, con algunos estados que están de acuerdo con volver al estándar y otros a favor de un cambio horario en verano. Tennessee, por ejemplo, apoya un horario permanente, aunque un cambio así requeriría acción por parte del Congreso de Estados Unidos.