Trabajadores de salud han ideado una astuta estrategia para combatir enfermedades infecciosas en países devastados por conflictos.
Desde principios de julio, musulmanes de todo el mundo han viajado a Arabia Saudita para celebrar el hach o hajj, la peregrinación anual a la Meca, y una de las reuniones recurrentes más multitudinarias del mundo. Sin embargo, además de los visitantes de más de 180 países —alrededor de 2 millones para fines de agosto, cuando termine el rito anual—, hay 25,000 trabajadores sanitarios que vigilan su salud.
Los brotes de enfermedades infecciosas han repuntado en los últimos años debido a la agitación civil, el conflicto, y la migración masiva en Medio Oriente y África del Norte. “Las guerras y el caos que dejan atrás suelen ofrecer las condiciones óptimas para el desarrollo y la reaparición de enfermedades transmisibles”, escribió Rasha Raslan, de la Universidad Estadounidense de Beirut, en un artículo publicado en 2017, en la revista Frontiers in Public Health. Por ejemplo, los siete años de guerra civil en Siria han ocasionado el colapso del sistema de salud pública. Han destruido hospitales y clínicas, el personal médico ha huido, y escasean medicamentos como antibióticos, antiinflamatorios y hasta soluciones intravenosas. Se han paralizado los programas de inmunización pediátrica; y el deterioro de los sistemas de alcantarillado, así como el poco acceso al agua limpia han dado origen a brotes simultáneos de tuberculosis, leishmaniasis cutánea, rabia, hepatitis, enterovirus, shigella, salmonella, infecciones de las vías respiratorias superiores, y epidemias de influencia.
En Siria, Irak y Sudán del Sur han reaparecido enfermedades erradicadas -o casi- y que pueden prevenirse con vacunas, como polio y sarampión. Y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Yemen y Somalia acaban de sufrir los brotes de cólera más mortíferos en la historia reciente.
Estos ambientes conflictivos también han dado paso a enfermedades poco comunes. Las aldeas destruidas en incendios y ataque aéreos se han convertido en semillero de insectos y animales errantes, los cuales propician la diseminación de padecimientos como leishmaniasis, rabia y sarna. Enfermedades como brucelosis, toxoplasmosis, meningitis y listeriosis también tienden a volverse más frecuentes debido a la contaminación del agua y los alimentos.
Las organizaciones de ayuda humanitaria han tenido un acceso en extremo limitado a las regiones afectadas por conflictos recientes, situación que impide determinar la magnitud de estos problemas. “En vista de la interrupción de los sistemas de salud pública en regiones y países en conflicto, las reuniones multitudinarias [ofrecen] una solución simultánea para la vigilancia preventiva y las intervenciones en salud pública”, señaló un comentario reciente publicado en The Lancet por diversos autores, incluido Ziad Memish, el ex viceministro de Salud saudí.
Memish es considerado un pionero en la medicina de masas (en 2012, fundó el Centro de Colaboración para la Medicina de Reuniones Masivas de OMS) y Arabia Saudita se lleva el crédito de haber formalizado dicha especialidad. Y, como señala Memish, Arabia Saudita dirige y financia el esfuerzo de salud pública del hach.
Los 25,000 trabajadores de salud están distribuidos en todo el oriente de Arabia Saudita para tratar a los peregrinos, además de recoger datos epidemiológicos y, en algunos casos, muestras biológicas. Inspectores sanitarios, personal de enfermería y médicos operan los puestos de vigilancia en cada uno de los 13 accesos terrestres, aéreos y marítimos de Arabia Saudita. Esos equipos revisan las cartillas de inmunización de los peregrinos, y administran medicamentos profilácticos, así como vacunas contra la polio, según se requiera.
Durante el hach, cientos de equipos móviles de vigilancia -integrados por clínicos capacitados- han visitado los campamentos temporales en busca de individuos que manifiesten signos o síntomas de una enfermedad infecciosa. Además de los hospitales permanentes de Meca y Medina, cada año abren alrededor de 25 hospitales y clínicas temporales con capacidad para más de 5,000 pacientes.
Gracias a estos esfuerzos combinados, Memish considera que podrán obtener información epidemiológica confiable de alrededor de 60 por ciento de los asistentes al hach, y todos los informes se enviarán a un centro de comando para análisis de datos y vigilancia en tiempo real. Todos los datos de vigilancia serán publicados y compartidos con OMS y con la comunidad de salud mundial.
Esta investigación tiene un valor inestimable, pues apoyará las intervenciones humanitarias en curso, así como los esfuerzos internacionales en seguridad sanitaria; y también aportará información sobre nuevos patógenos emergentes, la cual servirá para que la comunidad internacional prevenga brotes pandémicos. La identificación de los tipos de enfermedades que imperan en un país permitirá que los trabajadores de salud desarrollen reservas médicas más precisas para tratar a sus poblaciones.
Con anterioridad, estudios sobre el hach analizaron la presencia de patógenos con resistencia medicamentosa y brindaron información crítica sobre los patrones de diseminación. Ya que el Ministerio de Salud saudí no puede seguir vigilando a los peregrinos cuando regresan a sus países de origen, no queda claro cómo ocurre la transmisión durante el viaje, si bien investigadores en salud pública reconocen que ciertos peregrinos -sobre todo, los inmunocomprometidos- corren mayor riesgo de contraer una enfermedad infecciosa debido a la elevada densidad poblacional y a la estrecha interacción social.
Aunque los esfuerzos de vigilancia de Arabia Saudita son muy amplios, existen algunas limitaciones, advirtió Yara Asi, catedrática de la Universidad de Florida Central, quien ha realizado investigaciones en poblaciones que viven en conflicto. Algunos de los sectores poblacionales más vulnerables -los más enfermos, más ancianos y más pobres- no asistirán al hach. Eso significa que surgirán patrones epidemiológicos que no reflejan lo que sucede en toda una población. No obstante, Memish señala: “Esta reunión anual, y en extremo organizada, es el foro ideal para comprender mejor lo que ocurre en los países afectados por conflictos y a los que es difícil acceder”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek