Tal vez estemos iniciando una época dorada de saqueos y robos de tumbas. Cientos de miles de hectáreas de tierras, que son depósitos extraordinarios de arte y artefactos de culturas antiguas, se volverán más vulnerables al vandalismo, la minería y la extracción de carbón y petróleo. Todo gracias a que, a principios de diciembre, el presidente Donald Trump recortó las protecciones para dos monumentos de Utah. El Monumento Nacional Bears Ears disminuirá de 547,000 a solo 92,500 hectáreas; y el Monumento Nacional Grand Staircase-Escalante ser reducirá a la mitad. Cuando hizo su anuncio, Trump dijo que los reguladores, “a miles de kilómetros de distancia”, no podían cuidar las tierras de Utah como lo hacían sus residentes. Las tierras públicas serán para uso público, añadió. Y parece que, en adelante, ese uso público incluirá la extracción de uranio en Bears Ears y la extracción de carbón en Grand Staircase-Escalante.
Las tribus nativas estadounidenses han intentado proteger esas tierras desde hace más de 80 años debido a su gran importancia cultural, y a que albergan más de 100,000 sitios arqueológicos. En la última década han confiscado camiones repletos de artefactos robados, han excavado y saqueado cuatro sitios de enterramiento y derribado muros prehistóricos. El año pasado, retiraron un petroglifo con cincel y una sierra de roca.
En julio de 2015, cinco tribus —los hopi, los pueblo de Zuñi, los ute de la montaña Ute, la tribu india ute, y la Nación Navajo— formaron una coalición para preservar las tierras, y ya han presentado una demanda para revertir la acción de Trump. La coalición argumenta que el linaje de varias tribus se origina en esos lugares, los cuales aún utilizan en sus ceremonias. Grand Gulch a menudo es descrito como un “museo al aire libre” debido a la concentración de arte rupestre y ruinas. Los anasazi vivieron allí entre 200 y 700 d. C., y allí persisten sus viviendas, edificios, herramientas, alfarería y arte. El Valle de los Dioses ya no está protegido. Y no queda claro si aún lo está River House, acunado bajo un acantilado de caliza, donde el arte rupestre, fragmentos de cerámica y herramientas de piedra son visibles a simple vista.
Natalie Landreth, prominente abogada del personal en Native American Rights Fund, explica por qué tantas personas han luchado durante tanto tiempo para proteger esas tierras. “No es un asunto académico para las tribus. Es su hogar”.
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Publicado en cooperación conNewsweek / Published in cooperation withNewsweek