Tomar decisiones es difícil. Por eso, el investigador Moran Cerf lo ha eliminado de su vida. Como regla general, siempre elige el segundo plato del menú en un restaurante.
Esto se basa en su investigación en neuroeconomía (un campo un tanto nuevo y divisivo) en la Universidad Northwestern. Como describe Business Insider, Cerf ha extendido sus ideas (que manejan algunas ideas controvertidas en psicología, incluida la reducción del ego) en el consejo de que, para maximizar la felicidad, las personas deben “construir una vida que requiera menos decisiones rodeándose de personas que encarnan los rasgos que prefieren”.
En un nivel intuitivo, la idea de Cerf tiene sentido: muchas elecciones que hacen las personas son el producto de las presiones sociales y las aportaciones de las personas de confianza a su alrededor. Un ejemplo que proporciona Cerf es que, además de ordenar constantemente el segundo elemento del menú, nunca elige dónde comer. Más bien, él limita su decisión a su compañero de comida, con qué amigo planea comer, presumiblemente alguien en quien confía, y siempre les permite elegir.
Si bien no está claro qué principios científicos subyacen a estos consejos (si es que hay alguno), investigaciones muestran que una elección a veces puede parecer más confusa que liberadora. Un ejemplo de Quanta plantea: si tienes un claro amor por Snickers, elegir eso sobre un Almond Joy o una Milky Way debería ser una obviedad. Y, como muestra un experimento realizado por el neurocientífico Paul Glimcher en la Universidad de Nueva York, la mayoría de las veces lo es.
Hasta que introduces más opciones.
Cuando a los participantes se les ofrecieron tres barras de chocolate (Snickers, Milky Way y Almond Joy) no tuvieron problemas para elegir su favorito, pero cuando se les dio la opción de uno entre 20, incluidos Snickers, a veces se desviaban de sus preferencias. Cuando las elecciones se eliminaron en ensayos posteriores, los participantes se preguntaron qué los llevó a tomar una decisión tan claramente mala.
Como detalla Quanta, de acuerdo con un modelo llamado “normalización divisiva”, que ha ganado cierta relevancia, la forma en que el cerebro codifica las elecciones tiene mucho que ver con la forma en que valora todas sus opciones. Entonces, si tiene dos cosas que son claramente distintas, las áreas del cerebro involucradas en la toma de decisiones disparan en un patrón que hace que la decisión sea clara. Cuando las elecciones son comparables, el cerebro hace todo lo posible para centrarse en las distinciones entre los dos, pero más decisiones dificultan el proceso.
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Published in cooperation with Newsweek / Publicado en cooperación con Newsweek