Adam Cohen, hijo de Leonard, regresó al hogar de la familia, en 6 Rue Vallieres, en el vecindario Le Plateau-Mont-Royal, para ayudar en las festividades (incluido un concierto de tributo, lleno de estrellas, en el Centro Belle de la ciudad). “Veo la guitarra de mi padre en una silla de terciopelo verde que perteneció a su padre. Estoy literalmente durmiendo en la habitación de mi padre, en la alfombra de su madre”, dice Cohen, también cantautor. “Hay esta familiaridad, romance y sentimiento agridulce de todas las reliquias y objetos familiares”.
Adam creció oyendo sobre “la magia” de Montreal. “Había mucha propaganda sobre esta ciudad amada donde nacimos todos los Cohen, pero no pasamos mucho tiempo en ella. “Como cualquiera en la diáspora, idealizamos y mantenemos nuestros valores tradicionales de una manera mucho más concentrada que la gente que realmente vive aquí, y casi mantenemos las tradiciones más fastidiosamente”.
Como sucede a menudo, el deseo temprano de Cohen de escapar de su lugar de nacimiento se suavizó con la edad. “Me siento en casa cuando estoy en Montreal de una manera que no siento en cualquier otra parte”, dijo Cohen en 2006. “No sé lo que sea, pero el sentimiento se hace más fuerte conforme me hago más viejo”.
El artista empezó a escribir poesía a principios de la década de 1950 y optó por la música en la década de 1960, cuando rebasaba los 30 años, y poemas como “The Best” reflejan la atracción enternecedora de la ciudad:
“I died when I left Montreal / I met women I didn’t understand / I pretended to get interested in food / But it was all The Fear of Snow / It was all the Will of G-d / It was all The Heart / swallowing The Other Organs”.
(Morí cuando dejé Montreal / Conocí mujeres a quienes no entendí / Fingí estar interesado en la comida / Pero era solo El Miedo a la Nieve / Era solo la Voluntad de D-os / Era solo El Corazón / devorando Los Otros Órganos.)
HOLA, OSCURIDAD: En el MAC, “Las Ofrendas” de Kara Blake, un
montaje del proceso creativo de Cohen; “La Máquina de Poesía” de Cardiff y
Miller; y “Soy Tu Hombre”, de Candace Breitz, en la que seguidores de Cohen
cantan el álbum You Want It Darker completo. FOTOS: CORTESÍA DE LA NATIONAL
FILM BOARD; CORTESÍA DE SÉBASTIEN ROY; CORTESÍA DE LA GOODMAN GALLERY, KAUFMANN
REPETTO + KOW
Puedes oír el poema leído por Leonard Cohen —con esa voz sonora, grave, meditativa— en una pieza llamada “La Máquina de Poesía”, por Janet Cardiff y George Bures Miller, que presenta grabaciones de mucha de su obra. Es una de las 20 obras en “Leonard Cohen: Une brèche en toute chose/Una brecha en todo”, en el Musée d’Art Contemporain de Montreal, la cual estará hasta el 9 de abril de 2018. Seis de las galerías del MAC están dedicadas a la exhibición, una empresa enorme que incorpora música, video, escritos, realidad virtual y performance para recrear la obra de Cohen a través de 40 artistas de diez países. La planeación empezó hace tres años, mucho antes de la muerte del artista, el 7 de noviembre del año pasado.
La diáspora de Cohen está reflejada en “Pienso que te seguiré muy pronto”, de los Sanchez Brothers, una recreación de la habitación de Los Ángeles donde Leonard pasó los últimos años de su vida. En otra parte, “Soy bueno en el amor, soy bueno en el odio, es en medio donde me congelo”, de Michael Rakowitz, presenta una película de la época de Cohen en Israel durante la Guerra de Yom Kippur, en la década de 1970, un momento de crisis interna para él al enfrentar su fuerte sentido de identidad judía con su amor por el pacifismo.
Otras obras incluyen un loop de 18 músicos (The National, Moby y Feist, entre ellos) interpretando clásicos como “Hey, That’s No Way to Say Goodbye”. Y la artista de performance Clara Furey, hija del laureado compositor y cineasta montrealés Lewis Furey (quien colaboró con Cohen en el guion de la película de 1985 Night Magic), tiene una obra inspirada en el poema “When Even The” de Cohen. Vestida solo con jeans, ella actúa una meditación íntima y en cámara lenta sobre la sensualidad y la muerte, dos temas que conformaron mucho de la obra de Cohen.
La variedad de medios y ánimos de la exhibición refleja la obra interdisciplinaria de Cohen y logra capturar su mezcla singular de pena y esperanza, espiritualidad y sensualidad. También esquiva elegantemente lo trillado y adulador. “Este nunca fue un ejercicio obsecuente”, dice John Zeppetelli, director y curador en jefe del MAC. “No estábamos interesados en presentar los trajes hermosamente cortados de Leonard o sus fedoras”.
Adam Cohen, quien, con su hermana, Lorca, le ha dado su bendición a la muestra, la describe como un testamento inmersivo de la irreverencia de toda la vida de su padre, tan crucial para su arte como el romance y el humor. “[Mi padre] trataba de evitar la categorización tanto de su escritura como de su música”, dice Adam. “Nunca estuvo interesado en géneros, ya fueran políticos o etéreos o astrales; nada”. El desprecio de Leonard Cohen por la ortodoxia lo hace parecer especialmente apto justo ahora, así, como profético. Y murió el día antes de la elección presidencial de Estados Unidos, en 2016. “Mi padre lo dijo todo, hombre. Él había postulado la descomposición del orden social desde la década de 1970”, concluye Cohen.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek