Cuando el empresario mexicano Alejandro Serrano vivía en Madrid, disfrutó intensos partidos desde un restaurante con impresionante vista a la cancha del estadio Santiago Bernabéu. Un campo en el que el legendario Real Madrid se entrega al balompié.
Desde ese momento, decidió que algo así debería estar en Tijuana.
Solo que en lugar de vitorear a los ‘merengues’, la porra sería para los ‘rojinegros’ del Club Tijuana Xoloitzcuintles de Caliente, y la comida no sería alta cocina española, sino una mezcla gastronómica del noroeste mexicano.
Así nació Black Room en 2014, un bar dedicado a servir con excelencia a la afición deportiva y asistentes de espectáculos que ofrece el Estadio Caliente.
Alex Serrano dice que su concepto encontró una oportunidad en esta ciudad fronteriza pues aunque hay espacios para ver partidos de fútbol y otros deportes, “no hay un lugar que se enfoque más en esa experiencia de disfrutar el partido como se debe”, dice.
Una experiencia que es posible en Black Room, ambientado con colores, figuras y texturas alusivas a los ‘Xolos’, que tiene capacidad para 150 comensales y hasta 400 personas durante las fiestas que ahí se celebran con una euforia que continúa por horas después de los partidos.
El menú y su amplia carta de bebidas, a cargo del chef Rodrigo Martínez, director general de Black Room, es una selección de platillos inspirados en la comida rápida americana fusionada con la cocina norteña de México.
Ejemplo de este esfuerzo es el ‘XoloDog’, un enormehotdog con 14 ingredientes, como el pan negro a base de centeno, la salchicha de cerdo y la combinación única de su salsa de quesos, entre otros. Una combinación inspirada en el equipo, describe el chef Martínez.
“El Xolodog llama la atención por sus colores, no lo quieres partir. Ya cuando pruebas trae mucha fiesta de sabores, textura, picantes”, dice.
Este se monta sobre una pieza de madera rojinegra, con las iniciales del equipo Xoloitzcuintle y debajo la silueta del ‘Xolo mayor’, la famosa y corpulenta botarga del equipo.
Alex Serrano dice que desde su lanzamiento en mayo de este año, el XoloDog ya lleva más de 1,000 ventas dentro del bar.
“Será el distintivo y el munchie (bocadillo) oficial del estadio”, agrega el chef Rodrigo Martínez.
Y en un futuro, también fuera de este.
Por lo pronto, el producto estrella circula por todo el estadio mediante 50 vendedores, y la preparación en día de juego es todo un reto: trabajan 16 cocineros para satisfacer a 27 mil asistentes.
“Yo creo que Tijuana necesita eso. No puedes visitar Tijuana, y venir a ver a los Xolos sin que pruebes el famoso XoloDog”, dice Martínez.
Si bien Black Room pudiera ser catalogado como sport bar por los servicios de transmisión de espectáculos deportivos, —un modelo de entretenimiento popular en Estados Unidos— se distingue ofrecer una experiencia distinta a sus clientes.
Club Tijuana ascendió a primera división de la Liga Mexicana de Fútbol en 2011, pero tiene una joven y apasionada afición compuesta por mujeres, hombres y niños que han llegado a la ciudad desde cada rincón de México. También vienen desde el otro lado de la frontera. Principalmente de California.
Semana a semana, los ‘xolo fans’ viajan por carretera en dirección al sur desde condados como San Diego, Orange e incluso Los Ángeles, para apoyar a los ‘perros aztecas’ y disfrutar del trato de calidad, tal como en casa.
No todos son mexicoamericanos, además llegan los anglosajones.
Y es que tanto en el estadio como en Black Room, la diversidad en el público es notoria.
“Le estamos hablando a un espectro bastante amplio, porque como tenemos ofertas específicas como el ‘Xolo Wings Day’, ahí hemos notado que viene gente joven de 18 a 25 años. En los partidos de local viene gente un poquito más grande porque vienen más a la fiesta, se vuelve más bar-antro. Los domingos puede ser que vengan más familias porque los niños pueden bajar a la cancha”, dice Alejandro Serrano, propietario del sports bar.
Así, ya sea en días de juego o no, es posible encontrar clientes distintos. Desde un joven médico que trasplanta cabello, hasta un empresario transportista que cada que hay concierto o evento en el estadio, compra lugares para sus amigos y familia en las gradas cercanas al bar.
Moisés Lara, tiene 51 años y es propietario de una compañía de transportes en Otay Mesa, San Diego. Tiene doble nacionalidad y afirma vivir “un 99% en San Diego y lo demás en Tijuana”.
Se afirma cliente frecuente de Black Room por la calidad de la atención, la variedad de bebidas, aperitivos y comida.
“Me gusta visitar muchos lugares, ir a bares, pero me siento tan bien ahí. Está al nivel de cualquier bar de categoría, el servicio está súper bien”, dice.
Moisés sigue a los ‘Xolos’ desde antes de que clasificaran a primera división. Lo dice con orgullo.
“Honestamente las ganas que le ponen los ‘Xolos’ hacen que siempre estemos apoyándolos al 200%. Más que nada es un equipo que lucha, echa para adelante”, dice.
Otro cliente es Jimmy Cortez, un médico de 32 años, que dirige una clínica de trasplante de cabello.
El médico acude una o dos veces al mes al estadio para apoyar al equipo de casa, pero también para visitar el Black Room, al que prefiere por la comodidad y la atención personalizada.
Jimmy considera que Xolos está cambiando la imagen de Tijuana.
“Vamos apareciendo poco a poco en el mapa, y el deporte o las cosas en las que vamos sobresaliendo ayudan. Antes nos identificaban más por cosas malas, que por estos logros que se van teniendo con un equipo deportivo”, dice el médico.
Pero el equipo rojinegro no consolidó esta afición de la noche a la mañana.
A diferencia de equipos con más de 100 años de historia como las “Águilas” del Club América y “Chivas” del Club Deportivo Guadalajara, Xoloitzcuintles de Caliente tiene apenas 10.
Sin embargo, hay un poderoso motivo que atrajo a la audiencia. Los Xolos consiguieron ser el equipo de fútbol profesional de Tijuana, pero también son detonadores de una identidad colectiva.
Luis Escala, investigador del Departamento de Estudios Culturales de El Colef, considera que Tijuana, más allá del estigma de ciudad del pecado, proyectó una imagen distinta como cuna de un equipo que entró al circuito profesional del fútbol en México, y que logró el ascenso a la Primera División.
Eso “vino a cuajar rápidamente la cuestión identitaria”, porque además de reconocer al equipo, los tijuanenses comenzaron a decir: “Yo soy Xolo”, dice Escala.
Así, los estadios y sus centros de consumo logran ser puntos de encuentro donde la práctica del balompié puede pensarse como un sistema de creencias que recorre transversalmente las clases sociales, explica el investigador.
La migración también es un factor implicado en el fútbol del Estadio Caliente.
“A diferencia de otros lugares, aquí sí hay un flujo migratoriosui generis de aquellas personas que vienen de norte a sur con la finalidad de sumarse a esta afición dentro del fútbol mexicano, constituida en su inmensa mayoría por mexicoamericanos que dan seguimiento al fútbol de primera división”, explica Escala.
Saúl Acosta, estudiante de la Maestría en Estudios Culturales en El Colef, quien trabaja en una tesis sobre la barra de aficionados conocida como “La Masacre”, coincide en la posibilidad de convergencia de diversas audiencias en el estadio.
“En ciertos aspectos esta distinción se nubla o se borra, tanto dentro del estadio como fuera, porque antes de los partidos la fiesta es muy evidente, la gente se divierte, compra cervezas, hay música de banda y la gente convive independientemente de la clase social”, dice.
Por lo pronto, Black Room ya es parte fundamental de este gigante que representa el Estadio Caliente y sus ‘perros aztecas’. Los planes se dirigen a continuar el crecimiento con el restaurante Red Room, y un camión de comida o foodtruck para el XoloDog, entre otros.
Como director general, Rodrigo Martínez reconoce que en los últimos diez meses han crecido a pasos agigantados, que ni él, ni Alejandro Serrano imaginaron.
“La realidad es que la gente de nuestra Tijuana lo pide. Creo que hay mucha oportunidad de negocio y nosotros sí la estamos aprovechando. Pierda o gane Xolos aquí estamos, y aquí es la fiesta de Tijuana. Vamos por buen camino”, dice.