Owens trabaja para una organización no gubernamental que ayuda a educar a los niños y sus familias en el estado de Edo, en Nigeria, sobre los riesgos de la inmigración ilegal, entre otras cosas. Sin embargo, el programa no es solo un esfuerzo local para ayudar a las personas de esta empobrecida región, sino que está financiado por la Unión Europea.
Durante los últimos tres años, la entrada de alrededor de dos millones de inmigrantes y refugiados, muchos de ellos provenientes de Siria, Afganistán e Irak, provocó un furioso contragolpe en toda Europa. Y el año pasado, el número de personas que viajaron de África hacia Italia se incrementó notablemente. Muchas de esas personas provienen de Nigeria, donde los precios del petróleo, cada vez más bajos, han hecho que las personas se sientan desesperadas por encontrar trabajo en el extranjero.
En respuesta, la Unión Europea gasta miles de millones de euros en tratar de disminuir el número de personas que deciden hacer el viaje, atravesando mar y tierra. El dinero, señalan los analistas, marca un importante cambio. “Los temas de la migración y de los refugiados se han colocado en los primeros lugares del programa político de la Unión Europea”, dice Jeff Crisp, investigador del Centro para el Estudio de los Refugiados de la Universidad de Oxford.
Sin embargo, mientras la Unión Europea gasta más dinero en tratar de reducir la migración, mediante programas de creación de empleos o de desarrollo agrícola, entre otras medidas, algunos analistas se preguntan si estas iniciativas realmente disuaden a las personas de abandonar su hogar, y si podrían ayudar, de manera no intencionada, a los regímenes represivos, como el de Eritrea, Libia y Sudán. A las personas encargadas de la política no les interesa realmente la complejidad de las causas fundamentales de la migración”, dice Heaven Crawley, catedrática de Migración Internacional del Centro para la Confianza, la Paz y las Relaciones Sociales de la Universidad de Coventry.
Actualmente, la ruta más común para los migrantes africanos que viajan a Europa es a través de Libia, donde el tráfico humano ha florecido. Ese país prácticamente carece de leyes, lo que da a los traficantes una enorme cantidad de oportunidades de aprovecharse de los migrantes para obtener ganancias. Muchos de ellos son comprados y vendidos como esclavos sexuales una vez que llegan a ese país. Aunque, en lo que va del año, ha habido menos personas que han cruzado el mar Mediterráneo que en el mismo periodo de 2016, una mayor proporción de ellas murió al intentarlo, de acuerdo con la Organización Internacional para la Migración, debido a que los traficantes envían grandes cantidades de inmigrantes a bordo de barcazas cada vez más frágiles y sin chalecos salvavidas. Otros migrantes mueren de sed en el desierto.
Los defensores de los programas de la Unión Europea esperan ayudar a salvar vidas al proporcionar mejores empleos en África y educar a las personas de ese continente sobre los peligros del viaje. En 2015, la Unión Europea puso en marcha el Fondo de Emergencia de la Unión Europea para África (EUTF, por sus siglas en inglés), con el que se planea aportar alrededor de 3,520 millones de dólares para proyectos dirigidos al manejo de la migración en más de 25 países a lo largo de las principales rutas que atraviesan África. Hasta el mes de julio, se han aprobado 116 programas con un valor de cerca de 2,350 millones de dólares de dicho fondo (varios gobiernos individuales de Europa también financian programas similares).
Sin embargo, a los críticos les preocupa que algunos programas, particularmente aquellos que cubren costos de seguridad, puedan terminar beneficiando a los gobiernos que cuentan con antecedentes de violaciones a los derechos humanos. Varios grupos defensores de esos derechos han denunciado al gobierno de Eritrea por sus “tendencias totalitarias”, que incluyen la persecución religiosa; Naciones Unidas ha informado que los migrantes enfrentan la tortura y la detención arbitraria en el sistema de justicia de Libia, y la Corte Penal Internacional ha emitido una orden de aprehensión contra el presidente de Sudán, acusado de genocidio y crímenes de guerra. “A menos de que estos [recursos monetarios] estén acompañados por intensos esfuerzos para lograr reformas de seguridad y para asegurarse de que las fuerzas cuentan con un entrenamiento y una supervisión adecuados, los impulsores de esos programas se arriesgan a ser acusados de ser cómplices de abusos contra los derechos humanos”, dice Richard Downie, director en funciones para África del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.
La Unión Europea supervisa las iniciativas del EUTF en África, señala un vocero en un correo electrónico enviado a Newsweek. Sin embargo, Neven Mimica, director de desarrollo internacional de la Comisión Europea, ha reconocido que se requiere una mejor supervisión. “Nunca vemos una evaluación real y sistemática que nos indique si los programas han tenido el resultado que se buscaba”, dice Crisp, el investigador de Oxford. “Los gobiernos se muestran reacios a llevar a cabo la evaluación de los proyectos de migración debido a que no desean ver los resultados”.
Él y otros analistas de migración afirman que cuando el desarrollo da un mejor acceso a la educación, al empleo y al dinero, es más probable que las personas migren, y no al contrario, debido a que tienen los medios para hacerlo.
No todos están de acuerdo. Laura Hammond, directora de una unidad financiada por la Unión Europea en la Universidad SOAS de Londres, y que investiga la migración en el cuerno de África, afirma que es probable que un mejor empleo evite que los migrantes se desplacen. “Sospecho que si las personas tienen la opción de elegir entre un salario con el que puedan vivir en su propio país y un viaje peligroso, muchas de ellas decidirían quedarse”, dice.
Sin embargo, siempre habrá personas que necesiten irse, sea por desesperación económica, o por persecución religiosa o política, añade Hammond. Son las personas que se arriesgan a ser pasadas por alto cuando los encargados de la política se centran en crear formas de hacer que las personas se queden fuera de Europa, dice: “La obsesión… durante los últimos años … [ha sido] cómo reducir la cantidad de personas en tránsito”. Lo que los donadores deberían preguntarse, dice a Newsweek, es “cómo podemos tratar de garantizar que las personas tengan esa opción”.
En Iruekpen es difícil encontrar una buena opción. Las familias de la mayoría de los estudiantes no pueden permitirse el lujo de pagar 500 naira (alrededor de 1.50 dólares estadounidenses) para sufragar los gastos básicos de la escuela cada tres meses, afirma Kester Ehikhor, maestra de la escuela. Cuando existe la opción de enviar a un miembro de la familia al extranjero para trabajar, la familia está desesperada por recibir los ingresos que pudieran obtener. “Todo el mundo sabe que las personas mueren en el Mediterráneo”, dice Ehikhor. “Pero aun así se arriesgan”.
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Krista Mahr informa desde Nigeria gracias a una beca del Proyecto Internacional de Cobertura Informativa.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek