Buscando la manera de representar
lo acontecido en el Holocausto, el artista plástico Yishai Jusidman encontró el
puente perfecto para unir lo plástico y lo histórico, el Azul de Prusia, primer
pigmento artificial producto de la reacción química entre el hierro y el
cianuro que despedía el veneno usado en las cámaras de gas de los campos de
concentración.
“Cuando yo utilizo el azul de Prusia, es el mismo compuesto que
está en las cámaras de gas, para mi esa relación es una relación que es un
puente, que te lleva directamente al tema sin tener que pasar por el símbolo o
la metáfora”.
La coincidencia del azul fue el hallazgo más significativo de su
investigación, aunque sin duda también le llevo tiempo elegir las imágenes que
iban a ser la inspiración de su obra.
Deliberadamente dejó fuera de
sus pinturas la representación de la figura humana, en parte porque incluir el
cuerpo es insertar una metáfora y porque además la fotografía los ha capturado
de una manera más efectiva y hay ya un sinfín de imágenes documentales
relacionadas con lo sucedido en los campos de concentración.
La serie Azul de Prusia no es
como tal un testimonio del Holocausto, es una articulación de la memoria del
evento y una forma de perpetuar lo sucedido a través del arte contemporáneo para
generar además una reflexión alrededor de lo acontecido.
Desde el primer momento en que
Jusidman decidió aproximarse al Holocausto lo hizo con la firme convicción de
lograr representarlo a través de sus pinturas e incluso con la idea de tener la
obligación moral de hacerlo, a diferencia de otros pintores europeos que han
pintado sobre el tema convencidos de que es imposible representarlo.
“Si no se puede representar,
entonces para que molestarnos sobre el asunto y entonces mejor dejarlo como
algo que quedó en el pasado”.
Como parte de su investigación
Jusidman visitó directamente algunos de los lugares que aún quedan en pie como
vestigio de este exterminio, sin embargo la mayoría de ellos han sido
modificados para convertirlos principalmente en museos que reciben visitantes
todo el año, para el artista esto es un atentado para la preservación de la
historia impregnada en los edificios.
“El poder de ese lugar, está en
el mismo lugar, no necesitas mediar nada, mi argumento es que estos lugares
testimoniales deberían ser dejados como testimonio y si quieren hacer museos
pedagógicos los hagan en un ladito”.
Aun cuando Jusidman tiene ascendencia
judía aclaró que su interés por el Holocausto en Azul de Prusia no es una
meditación ni una alusión a su identidad, y esta no es una cuestión sólo de
ahora, sino durante toda su trayectoria artística nunca ha tenido el interés de
reflejar cuestiones relacionadas con su persona.
La exposición Azul de Prusia se inaugura mañana en el Museo Espacio, a las ocho de la noche, con entrada libre y permanecerá hasta el próximo 3 de noviembre.