Leticia García arregló su cochera en un suburbio de Chicago para que luciera como una animada oficina doméstica, llenándola con computadoras, empleados y letreros con el horario de atención. Sin embargo, esta abuela en realidad realizaba una sencilla estafa contra el seguro de desempleo, con la cual robó casi 7 millones de dólares al estado de Illinois, provocó la realización de una investigación Federal y, el lunes pasado, la hizo acreedora a una sentencia de cuatro años en prisión.
García entregaba tarjetas de presentación en gasolinerías y, en algunas ocasiones, hasta 10 o 15 personas acudían a su oficina y la contrataban para presentar solicitudes de seguro de desempleo para ellas, de acuerdo con documentos de la corte presentados por los fiscales federales. Muchos de sus clientes eran inmigrantes nacidos en México que no contaban con un estatus migratorio legal ni con un permiso de trabajo, por lo cual no tenían derecho a recibir prestaciones de desempleo.
En el sitio web del Departamento de Seguridad Laboral de Illinois se pregunta a los solicitantes si son ciudadanos estadounidenses y cuál es su ciudad de nacimiento; García generalmente marcaba la casilla de ciudadanía estadounidense en la solicitud, aun cuando sabía que sus clientes no eran ciudadanos estadounidenses. También tenía una lista de ciudades cercanas a la frontera mexicana, escrita a mano y muy bien organizada, y elegía una de ellas al llenar la solicitud de algún cliente.
García, que vivía a alrededor de una hora de Chicago en Round Lake Beach, también presentó solicitudes de prestaciones de desempleo con números falsos de la Seguridad Social. Cuando un informante confidencial le dijo que estaba preocupado porque había comprado su número de la Seguridad Social “en la calle”, García y su empleada lo tranquilizaron diciéndole que no habría ningún problema. García le dijo al informante que tenía clientes que habían usado números falsos de la Seguridad Social durante cinco o seis años sin ningún problema, y que nueve de cada 10 solicitudes eran aprobadas.
Durante el tiempo en que García dirigió su organización fraudulenta, entre los años 2009 y 2012, depositó 37,000 dólares en efectivo en cuentas a nombre de su hija, mencionó su ocupación en sus declaraciones de impuestos como “ama de casa” y no declaró ningún ingreso. Cuando los agentes federales finalmente registraron su casa en mayo de 2012, encontraron pruebas de que había presentado o elaborado solicitudes para al menos 668 personas.
“La acusada cometió un fraude a gran escala contra un programa estatal diseñado para ayudar a algunos de los más vulnerables residentes del estado a retomar el camino tras la pérdida inesperada del empleo”, dijeron los fiscales federales en un memorando de sentencia, en el que se califica al delito de García como “un fraude a una escala casi industrial”, y se menciona que el fraude quitó dinero a los residentes desempleados de Illinois que presentaron solicitudes legítimas.
“García defraudó millones de dólares a los contribuyentes al ayudar a cientos de trabajadores no elegibles en sus esfuerzos para recibir prestaciones del seguro de desempleo, dirigidas a los estadounidenses sin trabajo”, dijo en un comunicado de prensa James Vanderberg, agente especial del Departamento del Trabajo de la Oficina del Inspector General de Chicago, quien se encontraba a cargo del caso. “La Oficina del Inspector General continuará trabajando con nuestros colegas de los organismos de aplicación de la ley para investigar aquellos intentos de obtener dinero de manera fraudulenta de los programas del Departamento del Trabajo”.
En una carta presentada por Paúl Camarena, el abogado defensor de García, antes de que ella fuera sentenciada, pidió clemencia argumentando que García no presentó de manera intencionada cada una de las solicitudes fraudulentas para obtener prestaciones del seguro de desempleo. “El abogado de la defensa afirma respetuosamente que la Corte no puede deducir de manera razonable que la señora García supiera que todos y cada uno de sus clientes eran inelegibles”, se lee en la carta.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek