CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua- La frontera donde vive María Modesta Gómez ha sido considerada y etiquetada de las siguientes formas en los últimos años: Capital mundial del feminicidio, epicentro del dolor, la ciudad más violenta del mundo. No importa. O sí, pero no impide que a sus 67 años salga a una manifestación para exigir -la petición quedó atrás con la paciencia de esperar una respuesta 10 años ausente-, exigir una respuesta a la pregunta que, asegura, no dejará de hacer hasta que le respondan o se muera, “¿dónde está mi hija?”.
María Modesta no anda sola. Con ella caminan alrededor de 30 mujeres y dos hombres. Avanzan por la avenida Juárez gritando. María Modesta aún intenta gritar, tal vez alguien, un día, responda a ese grito, tal vez nunca. Y su grito se hace fuerte con el apoyo de las otras voces que, igual que ella, buscan algo. No todas un cuerpo, no todas una hija con vida, aquí también caminan en busca de justicia en casos donde sólo se tiene la certeza de que una mujer fue asesinada, y nada más. Ciudad Juárez tiene un índice de impunidad de 97 por ciento, quienes avanzan por esta avenida sufren directamente la ineficiencia de las autoridades.
Por eso gritan: “Ahora, ahora, se hace indispensable, presentación con vida y castigo a los culpables”. “Porque vivas se las llevaron, vivas las queremos”. “Hija, escucha, tu madre está en la lucha”.
VIDEO: David Peinado
Es día internacional de los derechos de la mujer. Es 8 de marzo. El contingente que avanzó por la avenida que va hacia el puente internacional Santa Fe, que une a Ciudad Juárez con El Paso Texas, llega al inicio de la joroba que sortea la línea que divide ambos países, un río seco. Ahí los esperan activistas, estudiantes y ciudadanos en general que se han ido incorporando.
Cierran la frontera, la fila de autos va creciendo y ellas siguen gritando. No hay festejo, hay lucha, dicen, siempre hay lucha y siempre hay silencio por parte de las autoridades. Hoy es día de protesta, por eso luego de exigir justicia levantan las plumas de cobro para dejar avanzar gratis a los automovilistas. No es contra la ciudadanía, es contra el gobierno, gritan, y a ellos les gusta el dinero, eso les duele, dicen, y piden a los autos que avancen.
Los activistas cantan y actúan. En este punto, el último en la línea al filo de un país, hay una cruz negra con fondo rosa. Alrededor de la cruz decenas de clavos que recuerdan a cada víctima. Unos metros adelante un anuncio del gobierno mexicano: “Buen Viaje”. Justo debajo está María Modesta y la paradoja, el de ella no ha sido un buen viaje desde hace 10 años que desapareció su hija. Porque acá las hijas desaparecen.
María Modesta salió de su casa el 27 de agosto de 2007 junto con sus nietos a un supermercado. Cuando regresaron a la casa ya no estaba Claudia Antonia Núñez Gómez. Desde entonces Modesta no tiene hija y sus nietos no tienen madre. Ni un cuerpo enterrado. Ni una respuesta.
Uno de los dos hombres que marcharon con las mujeres es sacerdote. Otro busca a su hija, Esmeralda Castillo. Ambos reclaman junto a todas la inoperancia y nulos resultados por parte de las autoridades.
“El feminicidio puede persistir solo si existe un orden patriarcal que lo cobije y una fuerte incapacidad o complicidad del Estado… en Ciudad Juárez el feminicidio adquirió una dimensión serial amparado en la impunidad”, sostienen el investigador del Colegio de la Frontera, José Manuel Valenzuela, en su libroSed de Mal, Feminicidio, Jóvenes y Exclusión Social.
La activista Lidia Granados, del colectivoHijas de su maquilera madre, toma el micrófono para decir que el feminicidio no está tipificado en esta ciudad, y eso es impunidad. Dice que no hay material indispensable para identificar osamentas, y eso es impunidad. Dice que no se le puede dar identidad a un cadáver cuando la identidad es un derecho, y eso también es impunidad.
“Juárez no es la capital del feminicidio, pero aquí luchamos para que el feminicidio se tipifique”, lanza, exaltada, al micrófono frente a la cruz con fondo rosa y decenas de clavos.
Para el investigador del Colef “en Ciudad Juárez las personas no cuentan con figuras institucionales en quien confiar”.
Otra mujer con el rostro de una joven de una desaparecida grita: “Yo nomás le pido al gobierno que se ponga a trabajar, que no dé falsas promesas, que cumpla con lo que dijo. Y se lo grito en su cara. Que mi sobrina no conoce a su madre y no conoció a su padre. Que ahorita está en un internado porque la empresa donde trabaja mi hermana no le puede dar ayuda porque quieren un acta de defunción, y no se las voy a dar hasta no encontrarla”.
En México el 21.5 por ciento de las mujeres sufre violencia, según el investigador. El caso más extremo de violencia es el homicidio. En Ciudad Juárez han sido asesinadas de octubre de 2016 a lo que va de marzo de este año 36 mujeres, según datos de la Fiscalía.
Después de la manifestación en el puente internacional, las familiares de las mujeres desaparecidas pidieron traslado para ir a la Fiscalía de Género a protestar. Dijeron: “esos policías que no hacen nada, llévenos”, pero no hubo respuesta. Por eso se fueron caminando. María Modesta, con sus 67 años y su figura delgada y su cáncer, apretó el pasó para llegar al lugar que tampoco le ha resuelto el caso de su hija.
El sábado habrá rastreo en el Valle de Juárez, por el Arroyo del Navajo, lugar en el que se han encontrado osamentas de mujeres asesinadas. Allá estará María Modesta, buscando, bajo la tierra, a su hija Claudia.