El primer intento del historiador Carlos Silva por divulgar la historia del país de manera digamos práctica, sencilla y amena ocurrió hace casi una década, cuando publicó un libro que se tituló 101 preguntas de historia de México. Ahora presenta Los días que cambiaron México, una obra que pretende, según sus propias palabras, que el gran público atestigüe los momentos que han cambiado la percepción sobre el país.
“La academia y la divulgación de la historia forman una línea muy difícil de cruzar porque la divulgación de la historia implica hacerlo de manera seria y responsable”, explica Silva. En ese sentido, añade, “tenemos la obligación de conocer la historia de México tanto como alimentarnos”.
Según cuenta en entrevista con Newsweek en Español, la revisión de libros sobre las ideas y la historia de la evolución del pensamiento lo llevó a concluir que existen aspectos que le han cambiado la percepción del mundo a la humanidad en diversos momentos.
“Pongo un ejemplo. Al principio del siglo XIX, un inglés, a partir de los estudios de un eclipse, echó para abajo la teoría de Newton para aplicar los nuevos teoremas de Einstein. Y lo mismo sucedió con el hallazgo de unas cavernas en España a mediados del siglo XIX, la humanidad se dio cuenta de que podía haber una contabilidad cronológica anterior al calendario cristiano a partir del momento del hallazgo de piezas arqueológicas”.
Por supuesto, añade Carlos Silva, México también tiene, en su justa dimensión y estructura histórica, el tipo de conceptos de cómo ciertos momentos le han cambiado la percepción. “Y lo pongo así: decidí empezar mi libro con la primera función cinematográfica que se hizo en México hacia 1897, cuando vinieron los hermanos Lumière, los inventores, e hicieron varias presentaciones. Por supuesto, causaron locura entre toda la sociedad porque estaban viendo a la gente en movimiento en una pantalla”.
Foto: Juan Carlos Reynoso
Lanzado al mercado recientemente por el sello editorial Grijalbo, Los días que cambiaron México se sintetiza como una vuelta por el pasado reciente que ofrece al lector la oportunidad de explorar los momentos que han cambiado el rostro del país en el último siglo. A manera de postales, la obra presenta 75 entradas divididas en economía, política, sociedad y cultura, entre las cuales es posible hallar pasajes relacionados con la llegada del cine a México, la Revolución, el tranvía, la expropiación petrolera, el voto femenino, los juegos olímpicos, el halconazo, el Enmascarado de Plata, la alternancia en el poder, el terremoto de 1985, la visita de Juan Pablo II, Pedro Páramo, la Segunda Guerra Mundial, La familia Burrón, el regreso del PRI y varios más.
“No solamente son hechos aislados, todos se conectan de alguna manera”, aclara el autor de la obra. “Lo que consideré desde el principio es que no solamente es importante el hecho de que se conozca la historia desmenuzada, sino que son partes de un rompecabezas que dan la idea de cómo evolucionó cualquiera de las ramas del conocimiento, la evolución del pensamiento en la sociedad misma”.
Nacido en uno de los años más memorables del país, 1968, Silva es doctor en historia por la UNAM con especialidad en historia política contemporánea. Entre sus publicaciones se cuentan El diario de Fernando, las biografías de Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Gonzalo N. Santos, 101 preguntas de historia de México y La Independencia de México. Actualmente es coordinador de Gestión Cultural de la Subdirección General de Patrimonio Artístico del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Foto: Juan Carlos Reynoso
—La historia de México es compleja, Carlos. ¿Qué criterio utilizó para elegir las 75 postales que conforman el libro?
—Los historiadores somos muy atrevidos. Mi campo de especialidad es 1900-1940, que incluye la Revolución, los años posrevolucionarios, la institucionalización del nuevo Estado mexicano. A partir de ahí suceden momentos que marcan el desarrollo de la historia moderna de México y se empiezan a notar los resultados, afianzados durante los primeros cuarenta años del siglo XX. Al principio fue una cuestión consensuada, una lista inmensa de temas, pero a partir de los primeros y los principales, se fueron decantando otros más que eran necesarios. Algo del libro muy importante es que no está basado en personajes; aunque menciono algunos, no los hay como tal. Por ejemplo, 15 de abril de 1957, la muerte de Pedro Infante. Sí, es Pedro Infante el que se muere y el que causa todo un fenómeno, pero se trata de la situación, el momento, la idea de cómo la gente percibe que se le fue uno de los más grandes ídolos.
—¿Qué encontrará el lector en este libro que no halle en cualquier otro de historia?
—Sin ánimo de ser presuntuoso, es una manera diferente de contar la historia, con mucha seriedad, con mucha responsabilidad, porque soy académico, doctor en historia, incluso no publico muy seguido. Lo mío es una historia seria, con mucha bibliografía. La historia está contada de mil modos. Por ejemplo, sobre la expropiación de la industria petrolera se han escrito miles de páginas, pero también es muy importante destacar qué sucedió el mero 18 de marzo de 1938, qué estaba haciendo Lázaro Cárdenas, cómo estaba en su casa, cómo llegó al zócalo, qué dijo. Es un momento tan crucial que la gente debe saber que el pueblo lo respaldó y llenó el zócalo para apoyarlo. La prueba son los días siguientes, el Palacio de Bellas Artes se abrió para toda la gente que llegó a apoyar a Cárdenas a pagar la deuda llevando gallinas, guajolotes; incluso hay una foto maravillosa de Cuauhtémoc Cárdenas, que llega con doña Amalia y trae su alcancía y la pone ahí, es su aportación para que el presidente pueda pagarles a las compañías estadounidenses lo que les expropió. Esta es mi manera diferente de contar la historia. Se trata de abarcar la evolución del pensamiento social de México.
Foto: Juan Carlos Reynoso
—¿En ello radica la importancia de las obras históricas?
—La historia es la capacidad que tenemos los seres humanos de poseer conocimientos sobre los sucesos e interpretarlos para nuestro beneficio. Ya es muy trillado y es un lugar común decir que el hecho de que tú no conozcas la historia te condena a repetir los mismos errores. Pero sí es muy importante decirlo, incluso lo estamos viviendo ahora. ¿En México qué nos pasa? Desde la década de 1940 y hasta 2000 vivimos un modelo similar a lo que se vivió en la etapa final del Virreinato con la ideología borbónica de pasar el poder de un lado a otro bajo un poder central muy fuerte y ejerciendo de una manera negativa la división de poderes que existe en nuestra Constitución. En 2000 hubo alternancia y a México se le abrieron las puertas para dar un gran paso a la democracia, pero no se consolidó, se desperdició la oportunidad. ¿Para qué sirve la historia? No es un género literario porque si no estaríamos inventando y especulando; sirve para ver ejemplos de cómo a México le costó mucho esfuerzo transitar por todos los rubros que conformaron la sociedad. Tenemos que volver a un marco legal, a un marco de las instituciones, y para eso tenemos como muestra nuestra historia del siglo XX.
Foto: Especial.