El impacto de las actividades humanas ha llegado al fondo de océano. Un estudio ha encontrado componentes químicos prohibidos en muestras de anfípodos, diminutos crustáceos similares a mini-gambas traslúcidas que residen en los abismos marinos.
Alan Jamieson, investigador de la Universidad de Newcastle en el Reino Unido y coautor del estudio publicado en la revista Nature Ecology & Evolution dijo que aunque los fondos abisales se ven aún como “un reino lejano e inmaculado, preservado de la acción humana” la realidad es que esa idea está lejos de ser verdad.
Para examinar estos crustáceos, de los pocos organismos capaces de sobrevivir a tales profundidades y niveles de presión, los investigadores emplearon útiles especiales capaces de descender a dos fosas enormes del Pacífico: la de las Marianas, la más profunda conocida, cerca de 11 kilómetros, cerca de la isla Guam, y la fosa de Kermadec de más de 10 kilómetros, al norte de Nueva Zelanda.
Lo que descubrieron fue que, incluso en lo más profundo de la corteza terrestre, los anfípodos presentaban niveles “extraordinarios” de contaminación química.
Los científicos pudieron probar la presencia de PCB, prohibidos hace 40 años, y de PBDE, utilizados durante mucho tiempo para hacer resistentes al fuego materiales textiles y plásticos. Ambos componentes estaban presentes en todas las muestras recogidas en ambos fosos a distintas profundidades.
“Encontrar estas sustancias contaminantes en uno de los lugares más recónditos e inaccesibles de la tierra nos hace darnos cuenta del impacto devastador a largo plazo del ser humano sobre el planeta”, subraya Alan Jamieson.
Entre los años 1930 y 1970, se produjeron 1. 3 millones de toneladas de PCB en el mundo. Desde entonces, en torno a un 35 por ciento habría acabado en el océano y en los sedimentos terrestres.