Es muy probable que la guerra contra las drogas, para muchos iniciada hace 10 años con el lanzamiento que hizo el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa de la Operación Michoacán, continúe durante décadas, plantea la empresa de inteligencia Stratfor, con sede en Austin, Texas, en un análisis titulado “Una década en la guerra contra las drogas en México”.
El texto realizado por Reggie Thompson, analista de América Latina de Stratfor, refiere que impulsada por la geografía y la economía del narcotráfico, el tráfico y la violencia seguirán siendo una espina en el lado mexicano y un defecto en las relaciones entre Estados Unidos y México.
“Los cárteles mexicanos son centrales en el mercado global de drogas, y por ahora han dejado claro que están aquí para quedarse”, menciona el análisis, el cual precisa que “las perspectivas del país para la seguridad y la paz no parecen mucho mejores de cuando comenzó la represión masiva contra los carteles mexicanos en 2006”.
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El análisis de Stratfor explica que aún cuando la mayoría de la gente identifica a la presidencia de Felipe Calderón “como el momento en que las cosas empezaron a salir mal para México”, la realidad es que la violencia relacionada con el crimen azotó a México mucho antes aunque a un nivel más bajo que en los años que siguieron a la declaración de guerra hecha por el exmandatario contra los cárteles del país.
Si bien Calderón no fue el primer presidente en desplegar a las fuerzas armadas contra los narcotraficante, sí fue el primero en hacerlo en una escala masiva. Con la Operación Michoacán que él lanzó se marcó el inicio de un esfuerzo concertado para combatir el crimen organizado.
El informe menciona cómo las tareas de seguridad cotidiana recaían en ese entonces en las agencias policiales locales, las cuales estaban marcadas por la corrupción una situación que llevó al ejército, los marines y a la policía federal a intervenir para mantener la ley y el orden en algunas áreas.
Bajo las órdenes de Calderón, detalla Stratfor, unos 45,000 soldados fueron desplegados cada año en México para combatir la delincuencia, más del doble usados por el expresidente Vicente Fox en la misma causa. En ese sentido, prosigue el reporte, el aumento de las detenciones y asesinatos de los miembros de los cárteles comenzaron a perturbar notablemente las actividades de tráfico a medida que las capacidades de los grupos delictivos se erosionaron.
“Pero el éxito de los militares tuvo un precio. A medida que los grupos delictivos mexicanos se vieron sometidos a una mayor presión por parte de las fuerzas del orden, comenzaron a luchar contra el gobierno y entre ellos mismos, compitiendo por las rutas del tráfico, los reclutas y los recursos que quedaban. La violencia se disparó en varias de las ciudades y regiones que eran vitales para el narcotráfico y otras actividades ilegales”, plantea la firma de inteligencia.
Menciona que si bien diez años después del inicio de esta lucha contra los grupos criminales del narcotráfico, el futuro del ambiente de seguridad en México no parece más prometedor que al inicio de la campaña de Calderón, la década intermedia ha traído algunos cambios positivos.
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El informe refiere que desde una perspectiva táctica, la seguridad pública ha mejorado visiblemente en las áreas que el gobierno apuntó por su violencia desenfrenada, como Ciudad Juárez y partes de Tamaulipas y Nuevo León. Mientras tanto, indica, la mayoría de los grandes cárteles que una vez controlaron franjas de territorio mexicano se han astillado a medida que las operaciones militares los han dejado sin líderes y divididos por luchas internas.
Sin embargo, lo que no ha cambiado es la proximidad de México al mercado masivo de drogas que se encuentra justo al norte de su frontera. A pesar de los fuertes golpes que las autoridades mexicanas han dado a las principales organizaciones de narcotraficantes, los fragmentos más pequeños dejados a su paso se han levantado y proseguido las operaciones donde las dejaron sus predecesores.
“Impulsados por la persistente alta demanda de las drogas que tienen para ofrecer, los traficantes mexicanos han mantenido las cadenas de suministro a Estados Unidos y más allá de su funcionamiento, incluso cuando las fuerzas de seguridad intentan cerrarlas”, prosigue el análisis.
En ese contexto de una demanda externa favoreciendo a la delincuencia mexicana, Stratfor señala que es poco probable que México se retire de su guerra contra las drogas en el corto plazo.
Explica que los cárteles representan una amenaza para la seguridad nacional que es demasiado grande para que el gobierno pueda abordarla por sí mismo. En consecuencia, dice que prevé que el gobierno continúe confiando en la ayuda de Washington, en forma de capacitación en seguridad e intercambio de inteligencia, para atacar a los miembros del cartel y a las redes criminales.
Asimismo dice que a falta de otros medios para perseguir a los grupos criminales del país, el gobierno mexicano seguirá encargando a las fuerzas federales las tareas de seguridad interna. Menciona que aunque en los últimos tres años se han intentado crear nuevos cuerpos de seguridad para cerrar la brecha entre la policía militar y la local, ya que los soldados no tienen el mandato o la capacidad de conducir investigaciones criminales y combatir la delincuencia de bajo nivel, la formación y la implementación de estas organizaciones llevará años.