A Tribe Called Quest:
“We Got It From
Here, Thank You for Your Service”
Para los fans, este no es un regreso para
A Tribe Called Quest porque nunca se fueron. Cada estrofa es una cortada
profunda. Cada melodía es un estándar. Aun cuando la muerte de Phife Dawg fue
dolorosa, el álbum es un recordatorio necesario de que la pérdida es mejor
contrarrestada por el amor. La Tribu nos dice que simplemente “hagamos que algo
suceda”, nos advierte que nuestro ego “te hace pensar que tus maneras engañosas
de ser son las más ciertas” y nos deja “soñando con un mundo que es equitativo
con las mujeres sin divisiones”. Ahora es nuestro turno. (Margarita Noriega)
Foto: Especial.
Radiohead:
“A Moon Shaped Pool”
Hubo un momento (a finales de 2015,
digamos) cuando parecía que Radiohead podría estar cayendo. Habían pasado cinco
años desde que la banda sacó un álbum, y ocho desde que hizo uno grandioso. Y
luego “A Moon Shaped Pool”, con su título sin guion y majestuosas
dimensiones orquestales, acabó con ese ataque de pánico. Está lleno de desamor
y añoranza, con arreglos que se hallan entre los más ornamentados de la banda y
los menos centrados en la electrónica en años. Los fans de toda la vida tal vez
no pensaban que el grupo pudiera tener otra celestial balada de piano a fuego
lento. “Daydreaming” dice lo contrario. (Zach Schonfeld)
Foto: Especial.
Kaytranada:
“99.9%”
Louis Kevin Celestin, también conocido
como Kaytranada, es un productor y DJ domiciliado en Montreal cuyo álbum “99.9%”
es uno de los debuts más originales en la memoria reciente. Está lleno de
artistas invitados como Vic Mensa, Craig David y AlunaGeorge, Celestin es capaz
de construir beats infinitamente rítmicos que complementan los puntos fuertes
de cada artista presentado. Él lo hace con el gusto y la gracia de alguien que
ha estado en ello por décadas, no de alguien conocido principalmente por su
trabajo en SoundCloud antes de que 99.9% se convirtiera en un exitazo en mayo.
Todos tienen que empezar en alguna parte. (Ryan Bort)
Foto: Especial.
David Bowie:
Blackstar
Lanzado dos días antes de que Bowie
muriera el 10 de enero, “Blackstar” es una aventura cautivadora y
plagada de pistas que se ha convertido en el epitafio de su carrera asombrosa,
y una obsesión para aquellos con mentalidad conspirativa. (¿Por qué fue el
primer álbum de Bowie sin su rostro en la portada?) No importa. Las
meditaciones sobre la muerte y resurrección llevan la fuerza de Bowie, pasando
fácilmente entre lo etéreo y el rock puro. La evocadora pista que da nombre al
disco empieza gravemente —“En el día de la ejecución/Solo las mujeres se
arrodillan y sonríen”— y se vuelve más festivo: “Algo pasó el día en que
murió/El espíritu se alzó un metro y se hizo a un lado”. En “Lazarus”, una
alusión al segundo relato de resurrección más grande de la historia, él se
embelesa: “Sabes que seré libre/Igual que el azulejo/¿No te suena a mí?” La
obra completa de Bowie fue intergaláctica y polisexual. Él fue lo bastante
grande para ver las posibilidades artísticas en los hombres de las estrellas y
los jóvenes estadounidenses. Al final, incluso la halló en el tema de la
muerte. (Matthew Cooper)
Foto: Especial.
Angel Olsen:
My Woman
Este fue el año en que Olsen se quitó la
etiqueta folk de baja fidelidad. “My Woman” hace todas las preguntas
grandes —sobre el amor y la añoranza y la familia y el asunto confuso de “qué
me hace una mujer”— y no ofrece respuestas sencillas, salvo por un mantra
urgente que engancha: “Cállate, bésame, abrázame fuerte”. Incluso más
impresionante es cómo el lado B del álbum revela la facilidad de Olsen para las
ambiciosas progresiones instrumentales. “Sister”, con sus ocho minutos y calado
inspirado en la televisión, es su mejor canción a la fecha. (Z. S.)
Foto: Especial.
Bon Iver:
“22, A Million”
El tercer álbum de estudio de Justin
Vernon lo ve pasar de su folk minimalista de cabaña a los sintetizadores y
beats de la folktrónica. Y da frutos. Los ecos torcidos, los embelesos tipo
góspel y los fallos técnicos de otro mundo cautivan. La batalla de Vernon con
la ansiedad y depresión inspiran momentos profundos de belleza aleatoria aquí.
(Jack Moore)
Foto: Especial.
Nick Cave & The Bad Seeds:
“Skeleton Tree”
La tragedia de la vida real que
transcurre por “Skeleton Tree” ha sido bien documentada (One More
Time With Feeling es el aclamado documental que acompaña al álbum). Era un
hecho que estas canciones estarían impregnadas de trauma y pena. Lo que no era
un hecho es que Nick Cave nos daría la serie más conmovedora e impresionante de
canciones desde The Boatman’s Call. Skeleton Tree es desgarrador cuando aborda
directamente la pérdida del hijo de Cave (“I Need You”), pero también contiene
destellos de esperanza en la pista que da nombre al disco. Más de 35 años
después de dejar atrás a Birthday Party, Cave ha hecho una de sus obras más
vitales y devastadoras. (Z. S.)
Solange:
A Seat at the Table
El primer álbum de estudio de Solange en
ocho años explora temas de apropiación cultural, racismo y la identidad
arraigada en el cabello de una mujer negra. Las experiencias son profundamente
personales, pero los tonos hipnóticamente armoniosos de Solange, extendidos
sobre una producción relajante, aseguran que su mensaje resuene en los amantes
de la música de todos los estratos de la vida. Solange no solo toma un asiento
a la mesa, ésta es una artista, y un disco, que no serán ignorados. (Tufayel
Ahmed)
Foto: Especial
Beyoncé:
“Lemonade”
En 2016, Beyoncé consolidó su transición
de ser estrella pop a fenómeno cultural cuando lanzó su sexto álbum (junto con
un especial de HBO). “Lemonade” es ese proyecto raro que camina en la
línea entre el atractivo comercial, con canciones para la radio como “Hold Up”
y “Sorry”, y la integridad artística, con letras que abordan de todo, desde el
desapoderamiento del EE UU negro (“Freedom”) hasta la infidelidad (“Don’t Hurt
Yourself”). En “Lemonade”, Queen Bey es franca como nunca la había
oído. Becky la del cabello lindo, quienquiera que seas, ¡no te metas con la
reina! (T. A.)
Foto: Especial.
Big Thief:
“Masterpiece”
Se necesitan agallas para titular a tu
álbum de debut “Masterpiece”. Big Thief tiene muchísimas agallas, y
canciones excelentes que corren sobre voces humeantes y vulnerables y melodías
soberbias. Es una colección tensa y emocionalmente resonante de canciones con
un clímax estupendo en “Parallels”. Y entre los muchos fans del grupo está Jeff
Tweedy, conocido por Wilco, quien tuiteó: “Guitarras grandiosas, letras
grandiosas, melodías grandiosas… ¿Qué más podrían querer?”. (Z. S.)
Foto: Especial.
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Publicado en
cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek