Siendo yo un político que representa un partido el cual adoptó la política de matrimonio igualitario hace más de una década, el Informe del Sondeo Escocés de Actitudes Sociales es una lectura satisfactoria. Muestra que el prejuicio basado en edad, discapacidad, orientación sexual, género, etnicidad y religión está disminuyendo en Escocia, y da un mensaje fuerte a todos los partidos políticos para que sigan trabajando por la igualdad.
Es un pensamiento esperanzador el que las generaciones futuras sean capaces de mirar atrás con incredulidad a nuestra historia de discriminación, dado el nuevo consenso amplio en Escocia sobre la agenda de igualdades. Sin embargo, nos ha tomado mucho tiempo llegar aquí y la mejoría en general en las actitudes sociales enmascara la existencia aún de sectores tenaces de prejuicio, en especial en lo tocante a los derechos LGBTI.
Desde la despenalización de las relaciones homosexual masculinas en 1980, pasando por la igualación de la edad de consentimiento, la introducción de leyes antidiscriminatorias. La derogación de la sección 2A, la legislación del reconocimiento de género y la adopción y el acogimiento familiar, las acciones por una ley de igualdad familiar y la introducción de sociedades civiles y ahora el matrimonio igualitario, muy a menudo hemos oído la voz estruendosa e implacable de quienes disienten.
Durante gran parte de ese período, las actitudes del público encabezaron mientras los políticos jugaban a ponerse al día. De la década de 1970 en adelante, conforme más y más individuos salieron del clóset y las representaciones en los medios de comunicación mejoraron gradualmente, la sociedad estaba cambiando y los estereotipos empezaron a cederle el paso a un entendimiento más realista de las vidas e identidades de la gente.
Pero la oposición vehemente a la igualdad LGBTI y los derechos humanos todavía existe en nuestra sociedad. Se manifiesta en las voces de personas quienes han heredado las opiniones de quienes objetaron cada paso que se dio, desde la despenalización en adelante. A juzgar por la correspondencia que recibo, algunas personas simplemente parecen frustradas ante la idea de que las relaciones homosexuales deban tratarse con algún atisbo de respeto o igualdad. Igual de irracionalmente, las mismas personas están por lo general poco dispuestas a aceptar que las personas transgénero y no binarias siquiera existan. A menudo el prejuicio se formula en términos religiosos; sin embargo, afirmar una justificación religiosa para el prejuicio no hace menos objetable a dicho prejuicio. Y vale recordar que la mayoría de las personas religiosas de hecho no comparte ese prejuicio, incluso si las jerarquías religiosas a menudo lo hacen.
Lo que es en verdad motivador del informe es que muestra que los políticos en Escocia tienen el apoyo de la gran mayoría del país para deshacerse de todos los tipos de prejuicios. Con 70 por ciento a favor, los miembros del parlamento escocés tienen un mandato de defender el Marco de Igualdad Racial para Escocia, igualdad total ante la ley para las comunidades LGBTI, una Estrategia de Inclusión coproducida con personas discapacitadas y un Proyecto de Ley de Igualdad de Género.
Podrá haber quien sugiera que la lucha para eliminar el prejuicio ya está terminada y archivada. Más bien es lo contrario: la batalla continúa, en especial cuando uno de cada cuatro escoceses dice que ha presenciado discriminación de género en su lugar de trabajo y las personas discapacitadas tienen significativamente más posibilidades de padecer un trato injusto en el trabajo que las personas no discapacitadas. Por ello es que trabajamos para derribar las barreras que evitan que las personas discapacitadas ejerzan sus derechos y producir una Estrategia de Inclusión que trabaje por un acceso igualitario a los recursos, satisfaciendo las necesidades de empleo, servicios públicos y participación en la política y vida pública.
Sí, Escocia se está convirtiendo en un lugar más incluyente, pero la discriminación racial sigue siendo un problema clave para muchas de las personas nacidas aquí, así como para los refugiados y migrantes de primera generación. Sabemos que la gente de las comunidades de minorías étnicas en Escocia tiene significativamente más posibilidades de vivir en la pobreza, y los índices de empleo y representación política son inaceptablemente bajos en comparación con los grupos étnicos blancos. Es una vergüenza nacional que un tercio de los escoceses de minorías étnicas hayan padecido discriminación y que más de la mitad de los incidentes de discriminación racial en Escocia no se reporte.
El mensaje de los Verdes es que la campaña continúa. Continuará aquí, pero la campaña debe expandirse más allá de nuestras fronteras y ver más allá de nuestra situación actual hacia los países donde la lucha por la igualdad y los derechos iguales no se trata de pensiones o herencias, sino que todavía es un asunto de vida o muerte. En algunos de esos lugares, algunas ramas de la religión organizada y sus jerarquías continúan ofreciendo la fuente más consistente de hostilidad a la dignidad, los derechos, la igualdad, el bienestar y la seguridad de la gente.
Nadie en Escocia, o alrededor del mundo, debería sufrir discriminación. Podemos estar orgullosos de que hemos tomado muchas acciones para cambiar las actitudes en Escocia, pero todavía tenemos algo de camino por recorrer para eliminar la discriminación en sí.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek