Radha Rani Sarker se hizo la dormida para poder escapar de la casa donde estaba secuestrada, en su natal Bangladesh. Tenía 14 años y huyó por el miedo que le provocaba que su cuñado – su plagiario – la obligara a casarse con uno de sus amigos.
“Una vez casada sabía que lo perdería todo. Mi libertad, mis estudios, mi vida”, dijo la joven de ahora 21 años durante una conferencia que dio hoy en París, con motivo de la quinta jornada internacional de las niñas.
En medio de un mundo patriarcal que crea “días especiales” para las personas más débiles de la sociedad, tristemente tenemos un Día Internacional de la Niña. Esas niñas que algún día crecerán y también tendrán el Día Internacional de la Mujer, porque su condición de seres “débiles” y “vulnerables” no cambiará.
En el mundo hay actualmente 1,100 millones de niñas.15 millones de ellas se habrán casado en 2016 antes de cumplir los 18 años. Es decir, un nuevo casamiento cada dos segundos, según cifras de Unicef.
Como consecuencia de su matrimonio a temprana edad, las niñas se quedan sin oportunidades de estudios, sufren aislamiento, mayor riesgo de mortalidad infantil, y se exponen a terribles casos de violencia intrafamiliar y social.
Este ciclo de pobreza, desigualdad e ignorancia deja a niñas y adolescentes embarazadas, mismas que a su vez traerán al mundo a otras niñas que seguirán hundidas en ese “rol” social interminable.Diariamente, más de 20 mil niñas menores de 18 años dan a luz en los países en desarrollo; es decir, más de 7 millones de partos por año.
De acuerdo con datos de ONU Mujeres, las niñas pobres tienen 2.5 veces más probabilidades de casarse en la infancia que las que tienen más recursos.
Insisto, un círculo vicioso infinito del que parece imposible escapar.
Pero el matrimonio infantil es sólo uno de los problemas que sufren las niñas. También están las niñas que viven en países desarrollados y que tienen mamás y papás que no las enseñan a desarrollarse, que no les proveen lo necesario para tener una infancia feliz.
“Alienten a sus hijas: a estudiar, a viajar, a crecer y NO a buscar marido”, se lee en una imagen que ha sido viralmente compartida en redes sociales.
Personalmente, me uno a la petición. Como madre de una bebé de 6 meses, tía de una niña de 2 años, hermana de unas gemelas de 23 años, de otra hermana de 26 años, hija de una mujer de 63 años, y nieta de una abuela de 93 años, las mujeres tienen un lugar prioritario en mi vida.
No podría ser más clara: las niñas no nacieron con un papel predeterminado en esta vida. No nacieron para casarse, para ser la esposa de alguien. Nacieron para ser ellas mismas, para aprender, desarrollarse, para ser felices, para traer nuevas ideas al mundo. Ideas que creen una sociedad más igualitaria y mucho menos patriarcal.
Las niñas no nacieron para jugar con muñecas, cocinitas, juegos de té, escobas, trapeadores. Nacieron para jugar con eso, y para ser futbolistas, taekwondoínes, directoras de orquestas, catedráticas universitarias, jefas de redacciones, mamás.
Nacieron para ser lo que ellas quieran, no lo que nosotros queramos.
Hace falta una sociedad mundial que nos enseñe el respeto. Que les enseñe a los hombres a respetar a las mujeres como se respetan entre ellos, y que les enseñe a las mujeres que no son propiedad de los hombres, sino que tienen vida, cerebro, corazón y capacidades propias.
Diversos estudios médicos indican que la personalidad de las personas se forma en sus primeros tres años de vida. Es ahí cuando, como sociedad, tenemos la oportunidad de crear seres felices, seguros de sí mismos, con autoestima, y podemos sembrar en los niños valores fuertes, y la curiosidad para descubrir el mundo conforme a lo que ellos desean.
No debería existir un Día Internacional de la Niña porque los derechos de las niñas no deberían ser un tema de discusión, deberían formar parte de manera natural de eso que llamamos humanidad.