MARÍA SCHERER IBARRA Y NACHO LOZANO se dieron a la tarea
de desenmascarar al priista que yace dentro de los mexicanos. Para
ello entrevistaron a todo tipo de personajes, desde el conductor Xavier
López, Chabelo, hasta el escritor Juan Villoro, el cineasta Luis Estrada
y el sociólogo Roger Bartra, pasando por los políticos Porfirio Muñoz
Ledo, Manuel Clouthier y Pedro Kumamoto. En su labor se encontraron con un Partido Revolucionario Institucional (PRI) enraizado en la
cultura del país.
“Lo que ocurre es que el PRI tuvo la habilidad de tomar ciertos
rasgos que son comunes a los mexicanos”, explica Scherer Ibarra en
plática con Newsweek en Español. Por su parte, para Nacho Lozano la
relación es simple: “Los priistas nos imitaron en muchos sentidos”.
Ambos periodistas concuerdan en que esta mimetización es la que
permite pensar en un priista interior que evita conflictos y obedece a
un superior, pero que gusta de las salidas fáciles y de la corrupción.
“Para que exista el PRI, la corrupción, la mordida, debe haber alguien que se preste a eso, y eso está dentro de los mexicanos”, comenta
Lozano. Scherer añade al respecto: “El PRI, si bien no inventó la corrupción, hizo una adaptación increíble, y lo hizo tan bien que nos convenció a todos de que corromper y ser corrompidos estaba correcto”.
Foto: Luz Montero/NW Noticias.
—¿Por qué todos tenemos un priista dentro?
Nacho Lozano (NL): Yo creo que porque somos mexicanos. Descubrimos en las respuestas de nuestros entrevistados que pareciera que el PRI se apropió de una tradición que va más allá del propio PRI.
Es una manera de pensar los usos, costumbres, conductas y actitudes
que venimos heredando de tiempo atrás. Agustín Basave y Jorge Castañeda señalan algunas prácticas del priismo desde la Colonia o heredadas desde la Conquista con los españoles. Estas prácticas heredadas
se vuelven, a lo mejor, el origen del PRI.
—¿Entonces el priismo se parece al mexicano?
María Scherer (MS): Jorge Castañeda dice que somos priistas
antes de nacer porque lo que ocurre es que el PRI tuvo la habilidad de
tomar ciertos rasgos que son comunes a los mexicanos. Por ejemplo,
Nacho hablaba de algo muy típico, de esta manera de relacionarse en
una jerarquía muy vertical. Tendemos a pensar que las soluciones las
tiene el de arriba y tendemos a temerles a los de abajo porque van a
escalar y van a llegar adonde nosotros estamos. Tenemos una relación
piramidal y vertical en nuestra concepción del poder.
—¿Qué es ser priista en la actualidad?
NL: A lo mejor puede ser un estilo de vida, sin salirse de un territorio delimitado. Yo puedo tener varios relojes de 800 000 pesos, presumirlos, tener camionetas, apostarle al patrimonio, acumular riqueza, propiedades y repartirlas. Pero tienes reglas. Hay una disciplina
dentro del PRI. El priismo es disciplina. Es respetar al jefe máximo.
MS: Siempre hay un jefe al cual obedecer. Si no tienen presidente, tienen gobernadores, un líder de la fracción parlamentaria, un dirigente nacional. Siempre hay uno. Pero sí hay distintos tipos de
priistas. Está el clásico, que es un viejo priista; el tecnócrata, que es
una evolución de ese priista original que se va a preparar fuera, se va a
estudiar maestrías y doctorados en economía y política pública, y trata de alistarse para gobernar. Otra clase es el del Partido Verde, que es
tan priista como los del PRI; y ahora hay hasta los priennials, el joven
priista que aspira a ser.
Foto: Luz Montero/NW Noticias.
—¿Qué tipo de priista es Enrique Peña Nieto?
MS: Yo creo que es el priista clásico. No es suficientemente joven
para ser priennial y no es tecnócrata porque no tiene esa preparación
espectacular y muy especializada que tienen otros priistas. Y aunque
no es viejo cronológicamente hablando, es el más viejo en sus formas
y en su estilo.
NL: Es un priista tradicional y lo ha demostrado. Es un priista que
sirve a su círculo. Es un hombre que ha visto por sus amigos, un hombre que no enfrenta el escándalo. Me parece que es el típico ejemplo
del priista que te seduce en campaña vendiéndote un choro. Y hay
gente que le cree. Al año o dos años te das cuenta de que no era el
nuevo rostro del PRI. Eran las mismas formas y los mismos colores.
—¿El PRI hizo de la corrupción su
forma de hacer política?
MS: Sí, claro. El PRI, si bien no inventó la corrupción, hizo una adaptación
increíble y lo hizo tan bien que nos convenció a todos de que corromper y ser
corrompidos estaba correcto. Y entonces
aceptamos a priori que habrá corrupción.
—Y, sin embargo, este tema le costó
las últimas elecciones. ¿Está el PRI herido de cara al 2018?
NL: Yo creo que los resultados en la
pasada elección fueron muy claros. O
sea, perder siete gubernaturas habla de
que el PRI está herido, o a lo mejor más
que herido.
Foto: Luz Montero/ NW Noticias.
—¿En México se puede hacer política sin un priista dentro?
MS: Ya hay algunos ejemplos. Pensando en el libro está Pedro
Kumamoto. Sí se puede, nada más que nos va a llevar un tiempo tener
un periodo de formación de políticos como este, que son de otra manera, y va llevar un tiempo que sean mayoría.
NL: Pedro Kumamoto se enfrenta a un Congreso sin un grupo
parlamentario, sin una estructura. Yo no sé cómo le vaya a un independiente y cómo se las vaya a ingeniar, pero de que hay otras
opciones, hay otras formas de hacer política. Kumamoto es uno y
Clouthier es otro.
—¿Qué tipo de priista hay dentro de ustedes?
MS: Soy un poco autoritaria como son los priistas, aunque también cuando me toca negociar me las arreglo porque no me queda
más remedio. Pero también he aprendido a moverme en esta pirámide y aceptar la autoridad de otro, aunque no esté convencida de ella.
NL: Yo creo que el mío se puede explicar por frases. Por ejemplo,
cuando se comete un delito que causa un escándalo en el país. Cuál es
la respuesta de la procuraduría o de las autoridades que lo están investigando: “Llegaremos hasta las últimas consecuencias, tope donde
tope”. Yo eso me lo repito todo el tiempo en la chamba y no lo hago;
pospongo muchísimo y me hago supergüey y me engaño como yo
creo que todos.
Foto: Especial.