DE TIEMPO EN TIEMPO, durante esta turbulenta elección ha parecido que el representante republicano podría decirles a sus empleados que están despedidos para volver después a los bienes raíces en Nueva York. Es un mundo que Donald Trump comprende, un mundo en el que perder un millón de dólares puede ser algo bueno. Supongamos que lo ha hecho. O supongamos que se ha enfermado o que ha quedado discapacitado (también había riesgos en el otro bando; la neumonía pudo haber dejado fuera a Hillary Clinton).
Si un candidato desaparece a medio camino de la elección, ¿cuál es la manera más justa de reemplazarlo? Podría argumentarse que la segunda opción de los votantes debería asumir el poder. Pero no tenemos forma de saber quién sería la segunda opción en una elección determinada; esta es una consecuencia inevitable de nuestro sistema de una sola votación.
Los teóricos del juego, que son investigadores cuya especialidad es el estudio del pensamiento estratégico, afirman que no habría una manera justa de reemplazar a Trump de acuerdo con el sistema electoral. Sin embargo, esa es solo una de las cosas erróneas de la forma en que los estadounidenses votan en las elecciones políticas. En otros sistemas, las elecciones pudieron haber reducido mucho antes la lista de republicanos para las elecciones primarias, de 17 candidatos a una cantidad más manejable, dando a los votantes un conjunto de opciones más simple y más claro.
Para los especialistas, “todos tienen su versión favorita de la votación”, señala Kevin Zollman, teórico del juego y profesor adjunto de filosofía en la Universidad Carnegie Mellon. “Pero es justo decir que casi todo el mundo está de acuerdo en que la forma en que lo hacemos actualmente es la peor”.
No hablamos de boletas electorales cuestionables ni de urnas llenadas previamente. Esos son los aspectos mecánicos. Tampoco hablamos de los argumentos infundados de los republicanos sobre fraudes en las votaciones que han hecho surgir leyes que hacen más difícil que algunos votantes pobres y que pertenecen a grupos minoritarios ejerzan su derecho. El problema de votar en Estados Unidos va mucho más allá. “El gran problema con la forma en que realizamos las elecciones actualmente es que no preguntamos a las personas cuál es su segunda opción”, señala Zollman.
El hecho de no preguntar sobre segundas opciones podría explicar en parte por qué Trump obtuvo la nominación, aunque no era la primera opción para muchas personas. Así fue como ocurrió: de acuerdo con el sitio web RealClearPolitics, Trump recibió más de 13 millones de votos en la elección primaria republicana. Pero PolitiFact informa que sus tres principales contrincantes (Ted Cruz, John Kasich y Marco Rubio) recibieron más de 15 millones de votos en conjunto. El trío de contendientes se dividió un total de votos que superaban a Trump. Y muchos de esos 15 millones de votantes podrían haber preferido a alguno de los otros candidatos principales como su segunda opción. Pero no hay manera de saberlo, debido a que solo podían elegir a un candidato.
En un artículo de opinión de The New York Times, publicado a principios de octubre, el excandidato presidencial demócrata Howard Dean propuso la adopción de lo que los teóricos del juego denominan elecciones de segunda vuelta instantánea. Los votantes clasifican a los candidatos del primero al último. Si uno de los candidatos obtiene una mayoría de votos como primero en la lista, la elección habrá terminado. El resultado sería igual que lo que ocurre actualmente.
Si ningún candidato obtiene una mayoría, se elimina al candidato con el menor número de votos como primero en la lista. Quienes hicieron esa elección ya no tienen ninguna opción para el primer lugar en la lista, por lo que su segunda opción se traslada al primer sitio. Esto modifica todos los recuentos. Puede otorgar una mayoría a alguno de los candidatos restantes. Si es así, la elección termina. Si no, el proceso se repite hasta que un solo candidato obtenga una mayoría.
Ese sistema podría haber permitido que un votante de los estados que participaron en la elección primaria eligiera a Trump como primera opción, quizá como un voto de protesta, y, digamos, a Cruz como segunda opción. Si un número suficiente de votantes hubieran hecho eso, Cruz podría haber logrado una mayoría y derrotado a Trump. Dean afirma que esta es “una solución al problema de cómo mantener la regla de la mayoría y dar más voz a los votantes al presentarles más de dos opciones”.
El grupo FairVote, una organización no partidista sin fines de lucro, presidida por el exbajista de Nirvana Krist Novoselic, señala en su sitio web que la votación de segunda vuelta instantánea “ha mejorado las elecciones en distintas ciudades y estados de Estados Unidos” y “tiene un apoyo mayoritario en todas las ciudades estadounidenses que la utilizan”. Entre estas ciudades se encuentran Berkeley, California; Cambridge, Massachusetts; San Francisco; St. Paul, Minnesota y Portland, Maine. En noviembre, los votantes de Maine decidirán si habrán de adoptar la ley Question Five (Pregunta cinco), que establecería la votación de segunda vuelta instantánea para la elección primaria del Estado, a realizarse en 2018, y para las elecciones de gobernador, de la Cámara, del Senado y de la Legislatura del Estado.
Los teóricos del juego afirman que un sistema de votación de segunda vuelta instantánea también podría tener ventajas en la elección presidencial. Los votantes que estuvieron a favor de Bernie Sanders, el contendiente en las elecciones primarias demócratas, pero que temían a Trump, podían haber clasificado a Sanders en primer lugar y a Clinton en segundo, reduciendo así la posibilidad de que un voto por Sanders pudiera inclinar la elección a favor de Trump. Estos hechos podrían resultar interesantes para los demócratas que piensan que la candidatura insurgente de Ralph Nader en 2000 inclinó la elección en contra de Al Gore y a favor de George W. Bush. Las personas que votaron por Nader no tuvieron ninguna oportunidad de clasificar a Gore en segunda posición, como muchos de ellos habrían hecho.
¿Y qué pasaría si, mediante un giro todavía no imaginado, Trump se retirara anticipadamente de la contienda presidencial? Con la elección de segunda vuelta instantánea, la segunda opción quedaría clara de inmediato. Muchos votantes podrían considerar esa alternativa como un resultado más justo que el que probablemente obtendríamos ahora: el presidente del Comité Nacional Republicano Reince Priebus se reuniría con sus operadores políticos en una sala libre de humo para quitarles la opción de las manos a los votantes. Una opción probable sería el candidato republicano a la vicepresidencia Mike Pence, el gobernador de Indiana. Dejando a un lado los méritos de esa opción, Pence no fue la primera opción de nadie, y ni siquiera fue la opción número 17 en las elecciones primarias republicanas, en parte porque no era candidato. Es posible que los votantes acepten la rapidez de tal decisión, pero pocos la considerarían justa.
Sin importar lo elegantes que sean otros sistemas de votación, ninguno de ellos resuelve todos estos problemas. De hecho, los teóricos del juego lo han demostrado. En la década de 1950, el economista galardonado con el Premio Nobel Kenneth Arrow ideó lo que se conoce como el “teorema de imposibilidad de Arrow”, que muestra, mediante cálculos matemáticos irrefutables para quienes puedan entenderlos, que ninguna elección puede ser completamente justa. Pero como señala Zollman, podemos hacerlo mucho mejor. Pregúntale al espejo en la pared: Estados Unidos está muy lejos de ser el más justo de todos.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek