La década de 1950. Para muchos estadounidenses, ese decenio evoca una especie de paraíso poblado de imágenes nostálgicas de tartas y autocines. Fue el clímax del idealismo estadounidense. Pero ahora, según un grupo de expertos, aquel breve lapso podría significar algo más: el inicio de una era geológica completamente nueva, definida por el impacto de la humanidad en el planeta.
Este lunes, un grupo de científico presentó una recomendación al Congreso Geológico Internacional, que este año se reunió en Ciudad del Cabo, sugiriendo reducir el periodo geológico de 11,700 años conocido como Holoceno, para ser reemplazado por el Antropoceno.
La mayor parte de los periodos geológicos, que se definen por acontecimientos que transforman al planeta –como extinciones masivas- han durado millones de años o incluso, decenas de millones de años. Sin embargo, los humanos hemos encontrado la manera de alterar los patrones naturales de la Tierra, y muchos geólogos consideran que ha llegado el momento de hacer oficial dicho impacto.
Según The Guardian, el nuevo periodo, que iniciaría alrededor de 1950, “probablemente estaría definido por los elementos radiactivos dispersos en todo el planeta por las bombas nucleares, aunque están considerando una variedad de signos adicionales que incluyen la contaminación por plásticos, el hollín de las estaciones eléctricas, el concreto, y hasta los huesos residuales de la proliferación global del pollo doméstico”.
En efecto, los huesos de pollo podrían definir no solo a nuestra generación o la época que vivimos, sino toda nuestra era geológica.
Los científicos –una combinación de 35 geólogos, científicos climáticos, arqueólogos, y otros especialistas- están contemplando todas estas opciones con la intención de identificar el “pico dorado” que delimite, oficialmente, el inicio del Antropoceno.
Según Jan Zalasiewics, geólogo de la Universidad de Leicester y presidente del grupo, ese pico dorado –que podría provenir del fondo del mar, las capas de hielo, los anillos de crecimiento de los árboles, o cualquier huella natural perdurable- debe capturar la “Gran Aceleración”.
Pero la Gran Aceleración no es buena cosa, como podría pensarse. Define el punto de inflexión en que la cantidad de indicadores humanos se dispararon a la estratosfera (por así decirlo) a mediados del siglo XX. Como puedes ver en la imagen inferior, los indicadores incluyen cosas como población global, uso de agua, uso de tierra, y tal vez el más significativo, las emisiones de combustibles fósiles.
El profesor Will Steffen, investigador de la Universidad Nacional australiana y del Centro de Resiliencia de Estocolmo, ayudó a reunir la información sobre las tendencias de la Gran Aceleración. El año pasado, dijo que los cambios más drásticos han ocurrido desde 1950, y agregó que “es difícil exagerar la escala y la celeridad del cambio”.
“En una sola generación, la humanidad se ha convertido en una fuerza geológica de escala planetaria”, agregó. “Este es un fenómeno nuevo e indica que la humanidad tiene una nueva responsabilidad con el planeta en el nivel global”.
Y realmente se necesitó muchísima energía para adquirir toda esa responsabilidad.
Más de la mitad del concreto que se ha producido se creó en las últimas dos décadas, y se ha fabricado suficiente concreto para cubrir cada metro cuadrado del mundo con un kilogramo de este material de construcción artificial. Hay al menos cinco giros de desechos plásticos gigantescos que circulan en los océanos del mundo, y anualmente se generan cerca de 300 millones de toneladas métricas de plástico, el equivalente al peso de los más de siete mil millones de habitantes de la Tierra.
Las especies de flora y fauna están tan estresadas por las actividades humanas que muchos científicos creen que el planeta ha entrado ya en su sexta extinción masiva. Según un informe publicado en Science, más de 75 por ciento de las especies de animales y plantas podrían desaparecer en los próximos pocos siglos.
Lo creas o no, es posible dar un giro positivo a todo esto, y eso es justo lo que ha hecho Martin Rees, presidente de la Real Sociedad y profesor de Cosmología y Astrofísica en la Universidad de Cambridge, con un editorial abierto en The Guardian, donde describe lo que denomina la “opción optimista”:
Las sociedades humanas podrían navegar estas amenazadas, alcanzar un futuro sustentable, e inaugurar eras de evolución post-humana aun mas maravillosas que las que nos han dado origen. De esa manera, el amanecer del periodo del Antropoceno marcaría una transformación única de un mundo natural a otro donde los humanos inicien la transición a entidades electrónicas (y potencialmente inmortales), que trasciendan nuestras limitaciones y eventualmente, diseminen su influencia mucho más allá de la Tierra.
Por consiguiente, el siglo XXI es especial, incluso desde una perspectiva temporal cósmica. Pues marca nuestra comprensión colectiva de que ha iniciado el Antropoceno, y que es un siglo en que las acciones humanas determinarán cuánto tiempo perdure esa época.
El grupo de trabajo de 35 personas requirió de siete años de deliberación para hacer la votación histórica (que fue aprobada 30 a 3, con dos abstenciones) y decidir que era tiempo de marcar la transición al Antropoceno. Es muy posible que transcurran al menos dos años para que emitan su opinión los otros tres cuerpos académicos necesarios para ratificar el cambio y de esa forma, finalice la adopción.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek