El autor del libro Las gafas de la
felicidad, Rafael Santandreu asegura que la raíz de los problemas más
serios tiene que ver con ese asunto: “Vivimos el amor sentimental como algo
antinatural y lo entendemos de una manera aberrante, por eso funciona tan mal”,
señala con absoluta convicción.
Para Santandreu, las parejas
deberían cambiar cada cinco años, la monogamia ha funcionado hasta ahora porque
el hombre “posee” a la mujer, que no significa “una vida en pareja” sino “la
vida de un amo y un esclavo”. Señala muy serio que si las relaciones cambian de
modelo, las mujeres lograrán finalmente su lugar, su libertad, su independencia:
Y le sigue: “Sexualmente estamos muy
reprimidos, mayormente la mujer. Pretendemos vivir con una limitación sexual
tremenda”. Añade que con el cambio que él propone, se solucionarían todos los
problemas de celos y de dependencias. Dice, con un dejo de escándalo, que la
principal causa de suicidio en el mundo es el desamor: “¡El desamor! no perder
el trabajo, o tener una enfermedad grave”.
Quienes no comulgan con Santandreu señalan
que la renovación periódica de parejas –si bien no la consideran viable– ayudaría
a pensar que existen patrones que no son para todos. “Salirse a tiempo de una
relación, antes de empezar a lastimar o a jugar con el poder, sería el mejor camino
a seguir”, aclaman voces expertas.
Si la propuesta de Santandreu se
revisa más a fondo, se evidencia que contiene su propia dosis de
encarcelamiento: cambiar de pareja de acuerdo a un calendario prefabricado no
tiene nada de liberador, y cinco años es un número arbitrario. La idea tiene,
sin embargo, un matiz interesante: dejar de pensar en el ideal del “felices
para siempre” es, ciertamente, fundamental, añaden quienes no piensan como el
psicólogo español.
No todo dura para siempre; más bien,
nada lo hace. El tiempo, sin embargo, es un asunto personal, y no algo que
pueda o deba sujetarse al calendario de un libro de autoayuda, aducen los más
reacios.