Gracias a las redes sociales, es difícil evitar los comentarios sobre los niveles de acondicionamiento físico de los demás. Sitios como Facebook e Instagram publican flujos continuos de información sobre las visitas de los usuarios a gimnasios, sus planes de nutrición, y sus resultados en competencias. Las selfies hacen una crónica de cada centímetro de grasa perdida y masa muscular ganada, y promueven planes de entrenamiento “milagrosos” que garantizan modelar tu cuerpo con el menor esfuerzo.
Por desgracia, casi todas estas afirmaciones carecen de fundamento científico y pueden producir resultados que no están a la altura de tus expectativas. Tu respuesta personal al acondicionamiento físico no depende del régimen a que te sometas, sino de la respuesta de tus genes, y también de otros factores que tienen que ver con tu estilo de vida y tu entorno. De hecho, podrías seguir un plan de entrenamiento radical y descubrir que no influye, en absoluto, en tu estado físico.
En los últimos 20 años, numerosas investigaciones han desarrollado una cantidad de pruebas increíble que pueden predecir cómo vas a desempeñarte en una competencia. Algunas de las más conocidas son predictores del tiempo de carrera y calculadoras de la carga máxima que puedes soportar en ejercicios con entrenamiento de pesas. Todas esas herramientas predictivas presuponen que si haces el entrenamiento obtendrás resultados y no tendrás límites.
Pero cada vez más investigaciones sugieren que hay enormes diferencias personales cuando se trata de la respuesta del cuerpo al ejercicio. Esto se demostró, inicialmente, en 1995, en una investigación muy importante llamada Heritage Family Study, la cual fue un proyecto dirigido a evaluar el papel de la genética y los factores no genéticos en las respuestas cardiovascular, metabólica y hormonal al ejercicio aeróbico.
En uno de los estudios, 742 personas completamente sedentarias se sometieron a un programa de entrenamiento idéntico y cada vez más demandante, durante 20 semanas, en las cuales midieron sus respuestas fisiológicas. Para el estudio, se hicieron ajustes por edad, género, masa y composición corporal, a fin de estudiar distintos grupos de participantes en igualdad de circunstancias.
Después del entrenamiento, se observó que el rendimiento aérobico había mejorado en un promedio de 19 por ciento. Sin embargo, aunque algunos participantes mejoraron hasta 40 por ciento, otros no mostraron mejoría alguna. Los investigadores etiquetaron a estos individuos desafortunados como “no respondedores”. Sin duda debió ser muy frustrante pensar que todas esas arduas sesiones de entrenamiento de nada sirvieron.
Se detectó una gran variación en la respuesta al entrenamiento en todos los grupos etarios, étnicos, de género y de nivel de condición física inicial. Gracias a la comparación de los grupos, se determinó que los factores genéticos explicaban alrededor de 40 por ciento de la variación en el acondicionamiento aeróbico tras el programa de entrenamiento de 20 semanas. Esta información nos da idea de la importancia de los factores genéticos en los resultados de rendimiento.
El estudio no demostró, exactamente, cuáles otros factores explicaban la variación de resultados, aunque algunas investigaciones han sugerido que las diferencias en medidas corporales, el compromiso personal y la fuerza de voluntad pueden desempeñar un papel muy importante. Sin embargo, ninguna de las variables no genéticas medidas antes del entrenamiento pareció influir en la diferencia entre respondedores y no respondedores.
Esto sugiere que la variedad de respuestas al programa de entrenamiento es un ejemplo de la diversidad biológica normal del ser humano. Las diferencias en la capacidad de las personas para adaptarse al ejercicio regular trascendieron con mucho los errores de medición y las fluctuaciones cotidianas, de modo que revelan mucho sobre los mecanismos fisiológicos y metabólicos implicados.
Además, en cuanto a la ganancia de acondicionamiento aeróbico, hubo una variación 2.5 veces mayor entre familias que dentro de las familias. Pero no hubo relación entre el nivel inicial de acondicionamiento aeróbico y cuánto cambió después del entrenamiento. Así pues, parece que un conjunto de genes influyó en el nivel inicial y otro juego de genes influyó en la respuesta al entrenamiento. Como resultado, parte del componente genético del acondicionamiento aeróbico solo entra en juego en respuesta a un estilo de vida activo.
Encontrar los genes correctos
Otros estudios han intentado identificar cuáles genes y mutaciones están relacionados con los niveles de acondicionamiento cuando eres sedentario y cuando respondes al entrenamiento. Por ejemplo, una variante del gen creatina quinasa en su forma muscular (CKM) se ha vinculado con la capacidad de entrenarte para acondicionamiento aeróbico. Proyectos similares intentan encontrar genes relacionados con la presión arterial, tu respuesta a la glucosa y la insulina, la cantidad de grasa abdominal visceral que produces, y cuánta sangre bombea tu corazón. Esto nos ayudaría a entender mejor las diferencias entre respondedores y no respondedores.
Algunos científicos incluso han creado una prueba de ADN para genes múltiples que, según ellos, revelaría si eres un buen respondedor. Esa prueba califica un conjunto de secuencias de ADN que ocurre en nucleótidos específicos, los bloques de construcción del ADN. La combinación de estas calificaciones sirve para determinar tu probabilidad de lograr mejoras en la capacidad aeróbica luego de un programa de entrenamiento. Expresado en palabras simples, puede decirte si eres un gran respondedor o no. Esto te ayudaría a concentrar esfuerzos en alcanzar metas realistas y en consecuencia, modificar tu programa de entrenamiento.
No obstante, el ejercicio no se trata de convertirte en un campeón del acondicionamiento físico o transformarte en una estrella de los medios sociales. En la enorme mayoría de los casos, el ejercicio es increíblemente beneficiosos para tu salud general. Las investigaciones demuestran que la actividad física también fortalece la autoestima, el estado de ánimo, la calidad del sueño y tu energía, y también reduce tu riesgo de sufrir de estrés y depresión. Si tienes el potencial genético para convertirte en atleta o modelo, lo harás alcanzarás. De lo contrario, es mejor que dediques el tiempo de ejercicio a pasarla bien.