El color y el estado del agua de las piscinas de los Juegos Olímpicos de Río 2016 ha sido fuente de numerosos comentarios y quejas por parte de los deportistas. La causa de su estado parecía una cuestión irresoluble, pero el misterio ha sido resuelto, los organizadores del encuentro deportivo revelaron este sábado que el tono verdoso se debe a que fueron derramados 160 litros de agua oxigenada, accidentalmente.
El martes pasado, las albercas del centro acuático Maria Lenk, poco antes de que se llevaran a cabo las competencias de salto de trampolín y waterpolo, cambiaron su color azul por uno verde inspirador de poca confianza. De inmediato, el Comité Organizador apareció para explicar que los deportistas no corrían ningún peligro y que el cambio de tono en las aguas se debía a la reducción del nivel de alcalinidad, y aceptó que los responsables de las piscinas no tomaron en cuenta que el número de nadadores podría afectar el pH.
Muchos de los competidores terminaron con enrojecimiento de ojos y muchos se quejaron de la poca o nula visibilidad bajo el agua. “Yo apenas podía abrir los ojos al final”, dijo al Washington Post, Tony Azevedo, capitán de waterpolo de Estados Unidos. “Son los Juegos Olímpicos y están poniendo tanto cloro en el agua que la gente no puede ver. No puede ser”, agregó.
Además, algunos de ellos compartieron fotografías desde sus redes sociales tapándose la nariz y denunciaron el mal olor que había en el lugar: “Toda la sede huele como si alguien se hubiera echado gases”, escribieron deportistas en su Twitter.
Dado al incidente, Mario Andrada, portavoz de Río 2016, aseguró que era necesaria una “medida radical” para asegurar la visibilidad de las atletas que competirán el domingo en la natación sincronizada, por lo que se decidió que la piscina sería drenada para luego llenarse con casi cuatro millones de litros de agua fresca; la alberca de clavados continuará del mismo color.
Para la mañana del domingo, el agua de la alberca que limpiada deprisa durante la noche, era un tanto más clara. Natalia Ishchenko y Svetlana Romashina, el dúo ruso que busca defender su título ganado hace cuatro años en Londres, lograron la máxima puntuación en rutina libre en una piscina que fue limpiada durante 11 años, de acuerdo con el Comité Olimpico.
“Ayer era una piscina impracticable y hoy hemos podido competir. La medida ha sido necesaria y ha servido. Como estaba no era un estándar olímpico y no hubiéramos podido competir, los de waterpolo acabaron fatal, imagina nosotros que tenemos que estar siempre con los ojos abiertos”, dijo la nadadora de 39 años, Ona Carbonell, quien junto a Gemma Mengual buscarán colocar a Pekín en el podium.