Querido Omran: te escribo como lo hice hace meses con Aylan. ¿Conociste su historia? Ambos tienen muchas cosas en común. Era un niño como tú, aunque de tres años. También nació en Siria. Vivía en la ciudad kurda de Kobani.
Su familia decidió huir de la guerra y buscar refugio en Europa. No lo logró. Una mañana su cuerpecito fue descubierto en la playa turca de Bodrum. Estaba bocabajo, sobre la arena, con su carita en dirección al mar. La barca en la que viajaba naufragó cuando intentaba alcanzar la isla griega de Kos.
La imagen de Aylan con su camiseta rota y pantalones cortos conmovió al mundo. Igual que la tuya, Omran. Hace dos semanas te conocimos. Supimos que te apellidas Daqneesh, que vives en Alepo y que fuiste víctima de un bombardeo. Te vimos enfrentar el horror. Lo hiciste sin llantos, ni gritos.
Estabas aturdido, con el cabello revuelto y la cara cubierta de polvo. Tocaste tu rostro y viste tu mano ensangrentada. La intentaste limpiar en el asiento de la ambulancia donde te colocaron los paramédicos.
Luego supimos que fuiste rescatado junto con tus padres y tus tres hermanos de uno, seis y once años. Los sacaron de los escombros del edificio de departamentos donde vivían. El inmueble se derrumbó poco después.
Por desgracia, Ali, tu hermano mayor murió como consecuencia de las heridas que recibió en el derrumbe y que le provocaron daños en los órganos y hemorragias internas. Falleció el 20 de agosto, dos días después de que fueron rescatados.
No sé qué decirte, no sé cómo consolarte. Solo atino a comentarte que eres poderoso. Que tu imagen tiene una fuerza capaz de unir el mundo en una condena unánime contra la injusticia, la masacre y la atrocidad. Y que frente a una guerra sin razón, tú has ganado una batalla. La batalla por la vida, y mientras esta exista, siempre habrá esperanza.
DIBUJAR UN INFIERNO QUE CAE DEL CIELO
Omran, ¿te gusta dibujar? A un niño como tú que vive en Alepo, su maestro le pidió que hiciera un dibujo.
Pintó un mundo en llamas: helicópteros lanzando bombas y una casa que colapsa para quedar en escombros. Se dibujó a sí mismo, llorando, de rodillas, rodeado de sus amigos… todos ellos muertos, desmembrados, decapitados y sangrando.
Ese es parte del infierno que te tocó vivir. Déjame contarte la experiencia de dos médicos. Uno es Samer Attar, cirujano ortopédico de la Universidad Northwestern, y el otro es Zaher Sahloul, quien fue presidente de la Sociedad Médica Sirio-Americana.
Ellos estuvieron en tu país. Relataron que en los peores días de bombardeos y ataques aéreos, no tenían suficientes camas en el hospital para dar cabida a los heridos. De hecho, en ocasiones habían tantos pacientes tendidos en el suelo que ni siquiera había lugar para estar de pie.
Dicen que, una noche, rescatistas sacaron a dos niños de los escombros luego de un ataque aéreo, como en tu caso. Uno de ellos estaba cubierto de sangre y polvo, igual que tú. Lloraba por su madre. Ellos le insertaron un tubo en el pecho para expandir un pulmón colapsado y se las arreglaron para salvarle la vida.
El otro nunca recuperó la conciencia. Sus heridas abiertas aún sangraban. Nadie sabía su nombre y ningún familiar llegó a buscarlo. Finalmente fue enterrado en la fosa común… otro niño sirio invisible y olvidado.
Los niños de Siria, como tú, Omran, merecen estar a salvo. Ojalá pronto puedas dibujar con crayones cielos azules y casas seguras. Y puedas olvidar esa pesadilla en vida donde el infierno cae del cielo.
LOS CACHORROS DEL CALIFATO
Pequeño Omran: quizá no dimensiones estas cifras, pero ocho de cada diez niños sirios como tú (8.4 millones en total), se han visto afectados por la guerra y necesitan ayuda humanitaria, tanto en tu país como los que están refugiados en países vecinos como Líbano, Jordania, Irak, Turquía y Egipto.
Además, uno de cada tres niños, unos 3.7 millones, han nacido en medio del conflicto. Tú eres uno de ellos, tienes cinco años, los mismos que tiene la guerra. Por ello, en tu corta vida no has conocido más que violencia y miedo.
Tu futuro y el de toda tu generación están en riesgo. Con toda seguridad creciste en la pobreza, como otros siete millones de niños. Desconozco si ibas a la escuela, pero 2.8 millones han dejado de hacerlo. Muchos han comenzado a trabajar con tan solo tres años y apenas con siete son reclutados para participar en combates.
Hace unos días, Omran, mientras tú te recuperabas de las heridas, agentes de seguridad detuvieron a un adolescente de entre 12 y 13 años. Esto ocurrió en Kirkuk, una ciudad de Irak, no muy lejana a tu país. Le quitaron un cinturón explosivo que pretendía detonar.
Cuando uno de los agentes le logró cortar el cinturón, comenzó a gritar y a llorar como lo que es: un niño. Finalmente, fue esposado y llevado en hombros por los policías hasta el lugar de su detención.
Por desgracia, Omran, este no es un hecho aislado. El Centro de Lucha contra el Terrorismo de la Academia Militar de Estados Unidos publicó un estudio en el que revela que el Estado Islámico adiestra cada vez a más niños que utiliza como soldados.
Un ejemplo es el del adolescente de entre 12 y 14 años que se inmoló en una boda en la ciudad turca de Gaziantep. Mató a 51 personas e hirió a otras 69, el sábado 20 de agosto.
No se les puede reprochar nada, Omran. Como tú, esos niños han estado expuestos a una violencia terrible desde que nacen. Son obligados a presenciar y cometer actos de violencia, al mismo tiempo que son sometidos a abusos y explotación. Sufren lesiones o incluso mueren como resultado de estos actos, como ocurrió con tu hermano.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos denunció que el grupo yihadista ha sometido a entrenamiento en sus bases a 1100 menores de 16 años solo en este año.
Los llama “cachorros de califato” y los envía a luchar, tras hacerles pasar por un adiestramiento militar y someterlos a formación religiosa. Un total de 89 menores han fallecido desde principios de 2015 tras unirse al Estado Islámico. De ellos, 19 han cometido atentados suicidas con coches bomba.
Incluso, con fines propagandísticos, niños y adolescentes han protagonizado videos en los que se les observa matar a disparos o decapitar a espías y a oficiales del régimen sirio.
Pero el yihadismo no es el único. No, Omran, hay otros grupos que alistan a menores como el Frente al Nusra. Ellos han creado un grupo al que denominan “cachorros de Al Aqsa”.
Los adoctrinan en enseñanzas religiosas y los someten a entrenamiento militar a través del llamado Centro de la Defensa de la Yihad, dirigido por el clérigo saudí Abdalá Mohaisani.
Pero fíjate, Omran. En el bando del régimen sirio de Bashar Al Assad, las Fuerzas de Defensa Nacional incorporan a menores a los que llama “cachorros de la defensa nacional”.
Varias organizaciones internacionales como Human Rights Watch han solicitado a estos grupos que dejen de enrolar a niños y adolescentes, y que desmovilicen a los que han enviado a luchar. Son llamados a misa, Omran, palabras que se lleva el viento.
Hoy vuelvo a observar tu imagen. Tu pasmo e incredulidad luego de vivir en carne propia la violencia. Luego de ver cómo tu casa se caía a pedazos ante los efectos de una bomba. Te observo tan frágil, y al mismo tiempo poderoso, capaz de mover al mundo.
Hoy tienes vida. Y por ende, esperanza. Solo te deseo que puedas rehacer tu camino, ir a la escuela y dibujar. Confío en que tus dibujos no sean de un infierno caído desde el cielo a través de bombas, sino de un cielo azul y un sol que te cobijen a ti, a tu familia, a todos los niños sirios, a todos los del planeta.