Unas 20 familias brasileñas lograron una victoria que parecía imposible: Enfrentaron al aparato estatal que destruyó sus casas en marzo pasado, localizadas en la favela Vila Autódromo, y lograron que el gobierno les construyera unas nuevas en el mismo terreno.
La alcaldía de Río inició en 2013 el desalojo de 600 familias que vivían en ese barrio, derribando sus casas y obligando a la mayoría de ellas a mudarse a apartamentos sociales y en ocasiones pagando millonarias indemnizaciones bajo el argumento de que la favela estaba ubicada sobre la laguna de Jacarepaguá y la contaminaba, y también por la proximidad con el Parque Olímpico.
Sin embargo, una veintena de familias negaron todas las ofertas del gobierno y le hicieron entender que no abandonarían por nada sus tierras.
“Creo que el derecho no se vende. Felicidad, derecho y respeto: eso no tiene precio”, dijo Maria da Penha Macena, una limpiadora de 51 años que se convirtió en símbolo de resistencia a las obras olímpicas al combatir la demolición de su comunidad pacífica y bucólica en Barra da Tijuca, en la zona oeste de Río.
No obstante, se abstuvo de criticar a quienes llegaron a un trato con las autoridades. “Cada familia tiene su necesidad”, reconoció en declaraciones a la agencia internacional AFP.
Vila Autódromo es una favela que creció en torno a un pueblo de pescadores. En 2005, la cámara municipal de Río de Janeiro decretó parte de ella un “espacio de especial interés social.” Aunque la comunidad carece de saneamiento sus residentes han dicho a la prensa que nunca sufrieron el tráfico de drogas que domina otras favelas de la ciudad.
La zona que alguna vez estuvo habitada por cerca de 600 familias se convirtió en los últimos años en un símbolo de resistencia ante la reubicación forzosa de miles de personas pobres en el contexto de los Juegos Olímpicos y del Mundial de Futbol de hace dos años.
En los últimos dos años excavadoras escoltadas por policías se presentaron en la favela provocando a veces violentos enfrentamientos con los residentes que querían quedarse. En uno de estos choques, un guardia municipal le rompió la nariz de un bastonazo a Da Penha.
La alcaldía de Río informó que de las 824 familias que vivían en Vila Autódromo en 2009, 804 llegaron a un acuerdo para dejar la comunidad. La mayoría fue a vivir al “Parque Carioca”, condominio del programa del gobierno federal Mi Casa, Mi Vida, a 1.5 km de la comunidad.
Aunque buena parte de las familias dice estar satisfecha con el cambio, otras amenazan con demandar al gobierno porque los apartamentos ya presentan problemas, como goteras y rajaduras.
La ciudad afirma que los pobladores de Vila Autódromo se beneficiaron con las nuevas casas entregadas por el gobierno. Sin embargo, activistas y residentes dicen que el único propósito de eliminar la favela fue impulsar el valor del terreno del Parque Olímpico, que será utilizado para el desarrollo privado de bienes raíces después del evento deportivo.
El proceso de negociación no fue pacífico. Amnistía Internacional llevó en junio a Penha a Ginebra para que contase su historia ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y al Comité Olímpico Internacional (COI). El valor millonario de algunas de las indemnizaciones pagadas a habitantes de la favela reforzó la sensación de que los terrenos, linderos con el Parque Olímpico, son muy valiosos.
El área es considerada un obstáculo para la ampliación de las obras de Carvalho Hosken, constructora propietaria del terreno de la Villa Olímpica, parte del consorcio responsable por la construcción del Parque Olímpico y principal donadora de la campaña del alcalde Paes.
El año pasado, el multimillonario dueño de Carvalho Hosken, Carlos Carvalho, dijo que el pobre no pertenecía al nuevo barrio de lujo que está proyectado en la Villa Olímpica. “No te puedes alojar en un apartamento y vivir con un indio junto, por ejemplo”, dijo a BBC Brasil en agosto de 2015. “No tenemos nada en contra de los indios, pero hay cosas que no vamos a hacer.”
Maria da Penha Macena. Foto: AFP.
El lema de Río 2016 es “Un nuevo mundo.” Pero fuera del reluciente Parque Olímpico, ese nuevo mundo no tiene lugar para los pobres, dijo Luis da Silva, esposo de Maria da Penha, en declaraciones a The Washington Post. El diario norteamericano cita al periodista local Lena Acevedo y al arquitecto Lucas Faulhaber, quienes calculan que más de 60,000 personas en Río perdieron sus hogares entre 2009 y 2013.
Una portavoz de la ciudad, que habló en condición de anonimato con el Post, dijo que las familias de esa favela vivían en tierras que son necesarias para construir carreteras y servicios de acceso para el Parque Olímpico. Afirmó que a las vecinos se les ofreció nuevas viviendas públicas a un par de millas de distancia o una compensación y aseguró que aproximadamente 500 familias se fueron voluntariamente.
No obstante, residentes consultados por el medio estadounidense dijeron que la ciudad comenzó la demolición de sus casas, ofreciendo a algunos de ellos dinero, a otros ser reubicados y algunos ambas opciones. “Las autoridades municipales engatusaron o intimidados a los residentes, sugiriendo que no conseguirían nada si no tomaban lo que se les ofrecía”, informó el Post.
Familias como la de Maria da Penha Macena demostraron lo contrario. En abril, el alcalde Eduardo Paes anunció un plan de reurbanización acordado con la defensoría pública, que incluye la construcción de una nueva vivienda para unas 20 familias, incluida la de Penha, con calles y saneamiento, en la zona donde fue destruída la favela.
“Las personas a veces piensan en el pobre como basura para ser removida. No somos basura, somos personas con derechos que tienen que ser respetados. Yo luché para demostrar que tenemos voz y que existe una solución, solo hace falta que el pueblo luche con dignidad”, dijo Da Penha al diario El País.
Transformada, Vila Autódromo resistió a los Juegos. Pero para los pocos habitantes que quedaron, la victoria tiene gusto amargo.