En
la década de 1950, cuando aparecieron los antibióticos, las larvas quirúrjicas
dejaron de usarse; sin embargo, cada vez con más los hospitales del mundo que están
retomando su uso para tratar heridas infectadas.
Las
larvas de mosca Lucilia sericata se
crían en laboratorios y se mantienen esterilizadas, por lo que no existe ningún
riesgo en su empleo con fines medicinales, de acuerdo con la empresa Monarch
Labs. Éstas se usan principalmente para tratar úlceras por presión, quemaduras,
heridas postquirúrgicas y heridas crónicas causadas por diabetes y estasis
venosa, es decir, falta de circulación.
El
Departamento de Dermatología del Hospital Hadassah de Jerusalén recientemente
hizo uso de larvas para tratar una paciente que ya estaba desahuciada y que,
sin embargo, se curó después de recibir varios tratamientos con Lucilia sericata.
Ron
Sherman, cofundador de Monarch Labs, señaló que en Estados Unidos existen
alrededor de 20 laboratorios dedicados a la crianza de estas larvas, las cuales
se colocan sobre las heridas infectadas y se fijan con gasa y cinta adhesiva.
En
su estado natural, las larvas se alimentan del tejido muerto y dejan la herida
limpia, sin bacterias; además, producen una enzima que estimula la recuperación
del tejido. Ya que cada larva puede comer 25 miligramos de tejido muerto en 24
horas, la mayoría de los pacientes únicamente requieren de una sesión de dos
días.