El miércoles, los inversores del gigante energético ExxonMobil –miembros de algunas de las instituciones más poderosas del mundo- se encontraron en Dallas para la reunión anual de accionistas de la compañía. Algunos de ellos, como la Iglesia de Inglaterra y el estado de Nueva York (que ha utilizado mil millones de dólares de sus fondos de pensión para comprar acciones Exxon), llegaron a la junta con un plan: presionar a Exxon para que haga algo respecto del cambio climático.
Estos “inversores activistas” propusieron varias resoluciones climáticas que sometieron a votación en la reunión. Entre ellas, una que instalaría un experto climático en la junta directiva, y otra que forzaría a Exxon a producir un informe sobre las repercusiones empresariales del esfuerzo internacional para limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados sobre los niveles preindustriales, considerados el “punto de inflexión” para un cambio climático catastrófico (después de todo, Exxon depende completamente de la sustancia misma que impulsa el cambio climático provocado por el hombre).
La compañía rechazó las dos propuestas abiertamente, y además, fueron derrotadas de manera contundente en la votación: 79 por ciento de los accionistas votó en contra de tener un experto climático en la junta, y 61 por ciento acabó con cualquier posibilidad de exigir a Exxon un informe sobre el cambio climático. No solo eso, otro 81 por ciento votó en contra de pedir a la compañía que apoyara públicamente el acuerdo climático internacional de París. La única resolución aprobada en la reunión daba a los accionistas un papel como nominadores de nuevos miembros en la junta de la compañía. Pero claro, las resoluciones con accionistas no son vinculantes.
No te sorprendas. Esas resoluciones “rara vez tienen éxito si la administración no las respalda. Se toman a cada rato. Nada tienen de particular”, dice Michael Gerrard, profesor de leyes y director del Centro Sabin para Legislación sobre Cambio Climático, en la Universidad de Columbia. Según la cuenta del activista climático Bill McKibben, Exxon ya ha echado abajo otras 62 resoluciones de cambio climático similares.
No obstante, los accionistas –y al parecer, ExxonMobil- tienen suficientes motivos para preocuparse por su futuro financiero: el año pasado, el grupo de estrategia Carbon Tracker calculó que si no hacen algo para compensar una inminente caída en la demanda de combustible, las principales compañías de energéticos podrían desperdiciar 2 billones de dólares del dinero de sus accionistas en reservas de combustibles fósiles no explotadas, las cuales perderían su valor bajo los esfuerzos internacionales extensivos para combatir el cambio climático. Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía, dependencia federal de Estados Unidos, señalan que si el mundo toma medidas para evitar aunque solo sea las consecuencias más devastadoras del cambio climático, la demanda de crudo podría caer 22 por ciento para 2040, según información de The New York Times.
La posibilidad de perder las utilidades futuras, implícitas en esos depósitos de petróleo y gas sin valor –conocidos en la industria como “activos inmovilizados”-, fue una preocupación significativa para los inversores activistas que se dieron cita para una reunión el martes.
“Dos tercios de las reservas globales comprobadas no podrán quemarse cuando el acuerdo climático de París… entre en vigor”, dijo un accionista durante la reunión, según Collin Eaton, reportero del Houston Chronicle.
El cambio climático es “el mayor riesgo para el negocio de la compañía, por no decir que para todos en el planeta”, agregó Michael Crosby, sacerdote católico de Milwaukee.
Mientras tanto, Rex Tillerson, CEO de Exxon, permanecía impávido: “El mundo tendrá que seguir usando combustibles fósiles, les guste o no”, replicó, según Ed Crooks editor de la columna de energéticos del Financial Times, quien estuvo presente en la reunión.
¿Por qué se mostraba tan sereno? Gerrard, de la Universidad de Columbia, dice que tal vez se debe a que Exxon no espera que el acuerdo de París se traduzca en medidas reales. “En mi opinión, creen que los gobiernos del mundo no cumplirán las promesas hechas en París. Porque, para mantener el objetivo de temperatura de 2 grados centígrados, tiene que haber una reducción significativa en el uso de combustibles fósiles”, explica. “Y recuerda que solo una fracción del mercado mundial de petróleo se encuentra en Estados Unidos, de modo que Exxon está analizando la situación global. Y el patrón mundial no ha sido especialmente alentador, en términos de reducir el uso de petróleo”.
Gerrard señala el hecho de que la demanda de crudo para transporte, sobre todo en autos, no da trazas de ralentizarse, y tampoco hay señales de que algún gobierno esté a punto de reducir la demanda: “En Estados Unidos, los estándares de economía de combustible son mucho más laxos que en Europa o Japón. Además, la cantidad de autos en los caminos aumenta rápidamente en China y probablemente, también aumentará en India. Exxon está observando todas esas fuerzas y el hecho de que los gobiernos muestran una disposición mixta para hacer algo al respecto”.
En otras palabras, Exxon podría estar esperando a que pase la tormenta. Y la posibilidad de que Estados Unidos elija a Donald Trump –quien, como casi cualquier otro candidato republicano, insinúa que romperá el compromiso del país con el acuerdo de París- da a Exxon otro motivo para postergar decisiones.
Con todo, Gerrard espera que siga aumentando la presión sobre Exxon; los “inversores activistas” no van a darse por vencidos fácilmente: “Esto no ha terminado”.