En 2008, Hillary Clinton
evitó mayormente el tema del género durante su campaña presidencial, aguardando
hasta su discurso de concesión de junio para reconocer que lo cerca que estuvo
de hacer pedazos “el techo de cristal más alto y más duro”. Pero este año es
diferente. Clinton cita regularmente su potencial para hacer historia como la
primera mujer en convertirse en presidente, y reitera su nuevo papel de abuela
para atraer partidarios femeninos.
Y parece que funciona, pues
Clinton ha abierto una enorme brecha entre las mujeres adelantándose a Bernie
Sanders (pese a las fanfarrias sobre las votantes jóvenes que apoyan al senador
de Vermont). Sin embargo, el reverso de la moneda es que Clinton está perdiendo
a los hombres frente a Sanders por márgenes más grandes de lo que le sucedió en
su competencia contra Barack Obama; en 2008; en particular, hombres blancos. Esto
resultó un factor determinante en su sorprendente –aunque estrecha- pérdida
frente a Sanders en Michigan, el 8 de marzo, y es probable que vuelva a
evidenciarse el martes, cuando los votantes acudan a las urnas en estados decisivos
como Ohio, Florida y Carolina del Norte. Eso representa un problema para
Clinton mientras se prepara para el enfrentamiento en las elecciones generales,
potencialmente con Donald Trump, quien podría cimentar su estatus como
candidato republicano si arrasa con esos estados el martes. El apoyo de Trump
entre los votantes masculinos blancos ha resultado ser uno de sus activos más
fuertes en las primarias republicanas.
No obstante, el déficit de
Trump con las mujeres también podría resultarle perjudicial: una encuesta de
CNN/ORC International, publicada el 1 de marzo, demostró que la ex secretaria
de Estado podría derrotar al magnate de bienes raíces por un margen de 8 por
ciento, aun cuando perdiera a los hombres con dos cifras. Y es que ella más que
compensa esa pérdida con las mujeres, quienes le confieren un enorme margen, de
62 a 34 por ciento.
La “brecha de género” –la diferencia
en las proporciones de hombres y mujeres que votan por un candidato no- es un
fenómeno nuevo en la política nacional. Los demócratas han disfrutado durante
mucho tiempo una ventaja considerable entre las mujeres votantes, al extremo
que Susan Carroll, importante académica del Centro para Mujeres y Política
Estadounidense de la Universidad de Rutgers, dice que ya está “incrustada en
las identidades del partido”. En 2012, el presidente Obama venció al retador
republicano Mitt Romney por 11 puntos entre el sector de mujeres votantes, quienes
le ayudaron a compensar una pérdida de 7 puntos entre los hombres.
Sin embargo, poco se ha
investigado el género de los votantes en las primarias, si bien sabemos que la
brecha de Clinton entre los votantes masculinos y femeninos fue considerable en
2008. Y en 2016, esa brecha se ha ampliado aún más en los estados que han
votado hasta el momento, según una comparación de las encuestas de salida de
CNN. En promedio, el desempeño de Clinton entre las mujeres de esos estados fue
7.5 por ciento mayor respecto de los hombres, en 2008. Este año, la brecha ha
crecido a 10.5 por ciento.
En Virginia, que votó en el
Súper Martes y será un estado clave este otoño, Clinton obtuvo el 70 por ciento
de las mujeres contra 30 por ciento para Sanders. Clinton también ganó entre
los hombres, pero por un margen más pequeño, de 57 vs. 42 por ciento. En 2008, en la competencia de Virginia contra
Obama, Clinton perdió los dos segmentos de votantes por un amplio margen. Así
mismo, su brecha de género fue más estrecha: recibió el apoyo de 39 por ciento
de las mujeres votantes y 30 por ciento de los hombres.
A principios de esta semana,
en la elección de Michigan, Clinton venció Sanders por un margen de 5 puntos
entre las mujeres votantes. Sin embargo, perdió a los hombres por un margen más
amplio de 11 puntos, y la carrera total por solo un 1.5 por ciento. No queda
claro qué está impulsando esta brecha creciente en el desempeño de Clinton
entre mujeres y hombres. Se especula mucho sobre que los votantes masculinos están
más enfurecidos que las mujeres, y que por eso están volviendo las espaldas a
candidatos como Sanders y Trump, quienes han prometido para desafiar al sistema.
Pero hay pocas pruebas de que la ira sea lo que impulsa la brecha de género en
las primarias demócratas. De hecho, una de las pocas encuestas que desglosa los
niveles de ira por sexo –implementada en línea, en enero, por NBC News, Survey
Monkey y Esquire-, halló que “las
mujeres rebasan ligeramente a los hombres en cuanto a indignación, con 53 por
ciento vs. 44 por ciento”.
También vale la pena señalar
que el meme “electorado enojado” es un poco exagerado, en general. Una encuesta
de ABC News/Washington Post,
publicada el martes, descubrió que, de hecho, la cantidad de votantes que manifiestan
enojo por el trabajo del gobierno ha ido disminuyendo en los últimos años, a 11
puntos de un máximo de 32 por ciento en octubre de 2013.
Carroll se pregunta si el
crecimiento de la brecha de género de Clinton se debe a que, a diferencia de
2008, ahora “habla abiertamente de ser mujer y así atrae a las mujeres votantes”.
Eso, dice, podría atraer más apoyo femenino, pero ahuyentaría a algunos
hombres. “No creo que no existan grandes diferencias ideológicas que expliquen
porqué Bernie Sanders recibe cada vez más apoyo” de los votantes blancos de
sexo masculino, dice Carroll. “¿Acaso está ocurriendo algo entre los hombres
blancos?”.
Esa es la misma pregunta que se
hace el bando republicano, donde los hombres blancos constituyen un sector
mucho más grande del electorado. Hasta ahora, Trump ha estado desempeñándose
bien con mujeres y hombres en la competencia primaria del GOP, pero ha tenido
una ventaja particularmente significativa sobre sus oponentes en el segmento de
votantes masculinos. Por ejemplo, la encuesta de salida de CNN en Michigan muestra
que el magnate de bienes raíces ganó entre los hombres por un margen de dos cifras,
pero en cuanto al voto femenino, quedó en un empate virtual con el senador de
Texas, Ted Cruz y el gobernador de Ohio, John Kasich.
La encuesta ABC News/Washington Post del 8 de marzo
encontró Trump tiene más dificultades con las mujeres GOP en el nivel nacional.
Entre los votantes de tendencia republicana, 62 por ciento de los hombres favoreció
a Trump contra solo 41 por ciento de las mujeres. En general, el déficit de
Trump con las mujeres votantes es un factor importante para su mal desempeño en
las encuestas más recientes que lo enfrentan con Clinton.
El problema de tratar de
medir los enfrentamientos de las elecciones generales, es que las encuestas son
una instantánea de este momento particular en el tiempo. Y la gran mayoría del
electorado aún no ha comenzado a sintonizar la carrera presidencial. Mientras
tanto, cabe suponer que tanto Clinton como Trump tratarán de incrementar su
atractivo a medida que migran a una campaña electoral. En el caso particular de
Trump, hay elementos de su retórica que podrían atraer a las mujeres.
Carroll explica que,
tradicionalmente, la brecha de género ha existido, en parte, porque las mujeres
apoyan más algunos programas federales, sobre todo “la protección de la red de
seguridad social”. Y esa es un área donde Trump es, en realidad, mucho más
moderado que sus rivales del GOP. Por ejemplo, se ha pronunciado contra los
cambios en la Seguridad Social y en la cobertura de salud para los pobres, para
que la gente no se quede “muriendo en las calles”, como se complace en decir el
multimillonario. Trump también ha adoptado una postura más suave hacia Planned
Parenthood, señalando que el proveedor de abortos ofrece una gran cantidad de
servicios adicionales importantes para la salud de las mujeres.
Marcy Stech, secretaria de
prensa nacional para EMILY’S List, reconoce que es difícil definir
ideológicamente a Trump. El grupo de defensa de ayuda a elegir mujeres que
están a favor del aborto, y apoya activamente a Clinton en la carrera
presidencial. Stech dice: “No existe sabiduría convencional tratándose de [competir
contra] Donald Trump”. Sin embargo, su organización ciertamente está dispuesta
a responder si el principal candidato del GOP intenta ofrecer una versión de su
persona que resulte más suave, amable, y más favorable a las mujeres en la
elección general.
Stech sugiere que Trump tiene
un largo historial de comentarios degradantes e insultantes hacia las mujeres –“y
hablando de lo repugnantes que son las mujeres embarazadas”, por ejemplo (en
esa ocasión, se dirigió a una abogada en periodo de lactancia, quien mostró su
tira-leches como prueba de que necesitaba tomar un descanso durante un procedimiento
en la corte). “Eso habla de su naturaleza, y habla de su visión del mundo”,
dice Stech. Esto es una muestra del debate que está por iniciar, si acaso la
carrera realmente termina convirtiéndose en una competencia entre Clinton y
Trump. Y eso, en última instancia, podría derivar en una brecha de género aún
mayor en el electorado estadounidense.