“NUNCA DIMENSIONAMOS que pasaría un escándalo internacional. Sabíamos que era algo muy fuerte, yo lo veía crecer, crecer y crecer como un roble, de una varita a un roble, y sabía que podía provocar algo muy fuerte, pero también era difícil saber hasta dónde”.
Daniel Lizárraga habla sobre el reportaje “La casa blanca de Enrique Peña Nieto”, que se hizo público en noviembre de 2014 y propició un escándalo allende las fronteras mexicanas. Este reveló que una residencia edificada en las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México, valuada en 7 millones de dólares, fue construida y financiada por una empresa del Grupo Higa, al que se benefició con contratos millonarios cuando el actual presidente de la república fungía como gobernador del Estado de México.
Tras ser divulgado, el trabajo especial que Lizárraga coordinó desde la unidad de investigaciones especiales de Aristegui Noticias y en el que también participaron los reporteros Rafael Cabrera, Irving Huerta y Sebastián Barragán fue merecedor de destacados reconocimientos: en junio de 2015 ganó el primer lugar de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, en la categoría de impacto. Y, tres meses después, obtuvo el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Gabriel García Márquez en la categoría de cobertura.
FOTO: ANTONIO CRUZ/NW NOTICIAS
“Más allá de las expectativas —precisa Lizárraga—, realmente lo que importaba era la información en sí, es decir, si había un escándalo eso después tenía que ser consecuencia de la información, no buscar el escándalo per se, no buscar una redacción o un tipo de información que hiciera escándalo sin fundamento. Aquí, si hay escándalo, en los términos mediáticos del término, es porque hay una información sólida y creíble, entonces nuestro trabajo fue fortalecer la transparencia, credibilidad y solidez de la investigación, y aferrarnos a eso. Y con todas las consecuencias que sufrimos, no nos pueden desmentir una coma del trabajo. Al final de cuentas eso era lo importante”.
Publicado recientemente bajo el sello de la casa editorial Grijalbo, en el libro La casa blanca de Peña Nieto los reporteros Lizárraga, Cabrera, Huerta y Barragán cuentan cómo un grupo de periodistas se abocó a investigar en varios frentes, haciendo las preguntas adecuadas, obteniendo documentos y verificando cada uno de los datos que configuraron una pieza periodística que puso en jaque a la presidencia mexicana.
“De algún modo hicimos un trabajo tan sólido que un año después sigue habiendo reacciones”, refiere Rafael Cabrera a Newsweek en Español. Y agrega: “Las consecuencias no las esperábamos, sólo sabíamos que era algo fuerte. Todo lo que vino después y la ridícula investigación del gobierno mexicano ya no depende de uno pero, es cierto, la investigación de la Función Pública no nos desmiente nada: la casa existe. Fue hecha para el presidente y Angélica Rivera, y había una relación entre el contratista y el presidente. En realidad la investigación es una farsa porque el conflicto data de cuando él era gobernador del
Estado de México, y Virgilio Andrade se limitó a investigarlo a partir de que es presidente y no había fundamento, era un error de hecho”.
Cabrera explica, además, que el éxito del trabajo periodístico se debió en mucho a que en ningún momento arrojó una inculpación directa contra el primer mandatario. “En el reportaje nosotros nunca lanzamos una acusación.
Fue una secuencia de hechos, nunca usamos la palabra ‘corrupto’, nunca usamos ‘conflicto de interés’. Quisimos hacerlo muy al estilo estadounidense de demostrar los hechos. Si hubiéramos dicho ‘Peña corrupto’ o algo así nos hubieran atacado muchísimo; fue muy bien pensada esa parte, es un reportaje muy limpio. Fuimos muy exactos, nunca pasamos la línea para llamarlo corrupto. Eso quedaría para la opinión pública y las interpretaciones de la gente especialista”.
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—¿Qué sucedió con la investigación de Virgilio Andrade y la Función Pública, por qué no pasó nada?
Cabrera: “Porque el sistema está hecho para que no pase nada. Si uno ve las leyes mexicanas, al presidente no se le puede acusar por corrupción ni por nada de esto, en México nada más se le puede acusar por traición a la patria, lo que sea que eso signifique, o delitos graves del orden común, como un homicidio. Y cuando el presidente es quien nombra a quien lo va a investigar, hablamos de que no hay independencia en las instituciones. En otros países son fiscales independientes, pero en México la PGR no es independiente y nuestros fiscales no pueden investigar a alguien por facultad propia, debe haber denuncia de por medio.
Tenemos un modelo institucional que en realidad es una farsa, que está hecho para que el poder no pueda ser investigado”.
—¿Entonces cuál es la consecuencia de una investigación periodística de este alcance?
—Una consecuencia colateral es el Sistema Nacional Anticorrupción. Estaba congelado y, además, era una promesa del presidente desde la época de transición, desde el otoño de 2012, pero durante todo el tiempo al PRI no le importó, fue una promesa totalmente incumplida. Pero cuando salió esto creo que se dio la manera de desatorar esas reformas. ¿Qué tanto va a funcionar? Pues ya sabemos que a veces las leyes están hechas para que no funcionen.
Lizárraga: “El problema es el andamiaje institucional, que es muy débil. En uno de los capítulos del libro está muy claro cómo la investigación [de Andrade] fue una farsa. Lo que hicimos fue, a partir de los propios documentos que exhibe la Función Pública, desmontarla, fue un trabajo como de desarmar la versión oficial. Incluso, suponiendo sin conceder, que la casa efectivamente sea de la señora Angélica, la misma Función Pública tenía elementos para investigar más en ese sentido”.
—¿Cuál es su reflexión, cómo diagnostican el sexenio anterior y posterior a la casa blanca?
Lizárraga: “Yo creo que estamos por verlo todavía. No creo que estemos al final de la historia. En lo personal estoy muy tranquilo porque alguien nos puede decir: no hay consecuencias, el presidente sigue en su puesto; y eso es una manera de leerlo, efectivamente, pero en otros países por menos de eso destituyen gente. Qué hubiera pasado si a la esposa de Barack Obama le encuentran una casa en esas condiciones, con un contratista del Estado; o qué hubiera pasado en Alemania, Francia o Inglaterra, habrían sido unas consecuencias terribles”.
Cabrera: “Haber puesto el tema de la corrupción, de la transparencia, ante la sociedad es un aporte, por así decirlo. Yo esperaría que no fuera el único escándalo del sexenio, si este es un impulso para el periodismo de investigación, para que la sociedad civil esté más activa y que se generen más reportajes de investigación en México, yo creo que pusimos una semillita”.
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